ANTIFIL 2017: Libros, arte, música y Jorge E. Eielson

La ANTIFIL se complementa con varias muestras de arte visual | © www.facebook.com/antifiloficial

Crónica escrita por Hans Herrera

Pero que duramente hermosa se veía con esa capucha. Asi encontré a Holiday al irnos a la ANTIFIL, la feria de libro más abierta del país, un rollo más alternativo para editores y escritores fuera del circuito tradicional. Yo iba vestido ñoñamente, a lo Alonso Cueto style, y ella con una enorme casaca guerrillera y la capucha puesta a lo duende verde, o sea conformábamos la perfecta dialéctica, yo el clásico tío de derechas y ella la flaca antisistema, porque sin opuestos no hay identidad y de eso precisamente van los libros y el arte.

Lo primero que nos recibió apenas ingresar en la ANTIFIL (Jr. Carabaylla 959-963, al frente de la plaza San Martín) fue un trono de madera precioso, a lo Game of Thrones pero versión leñador. Y lo mejor fue reencontrarme con la gente de La Libre de Barranco. Ana, con esa sonrisa que ni las recientes vicisitudes han podido perturbar, consiguió lo que no logró ninguna librería desde el 2007 conmigo: que compre un libro, Primera muerte de María, de Jorge E. Eielson.

Los stands se veían pequeños y ordenados al modo de una feria escolar (los espacios internos y habitaciones me recordaban mucho a pequeñas aulas); es más, las muestras fotográficas están pegadas directamente a las paredes, lo cual acentuaba mi sensación de entorno colegial. Muchas de las piezas de las hasta tres muestras fotográficas de la primera planta de la ANTIFIL son de un valor estético fuerte, duro, rallante en lo salvaje y duele verlos. Su visión del género, la violencia, la religiosidad, todo ello hay que verlo con el estómago vacío y la mente amplia, a mí me costó plantar la mirada en ellas.

La segunda planta (para subir a ella hay que salir de la ANTIFIL y volver a entrar por una puerta de al lado) es toda una muestra amplia de varios pintores y escultores. Trabajos sobre racismo, corrupción política, todo contestatario, con muestras de un gran nivel estético que en conjunto conforman una narrativa visual más coherente que el de la muestra fotográfica de la primera planta, de eso estoy absolutamente seguro porque la Holiday se pasó un ratazo contemplando los cuadros, uno a uno, meticulosamente, y deshilvanando esos collages sobre belleza y fealdad, pobreza y riqueza, o ese fuerte slogan que titulaba la muestra de una de las salas: “El arte es mierda a colores”. A Holiday le llamó tanto la atención que de regreso a casa discutimos sobre el significado de la premisa. ¿Puede la mierda, el dolor, lo visceral, la mugre ser arte?

Si algo he aprendido de ella es que cuando clava la vista lo hace con firmeza y no la suelta hasta encontrar ese recodo de-no-se-qué que solo pertenece al mundo de los artistas. “El arte se trata de sentir”, me dice. Pues en esa sala sentía solo dolor de cabeza, no estaba de ganas para tanta imagen fuerte, los cuadros de colores brillantes eran un permanente mensaje de martillos golpeándome la retina, sus trazos crudos, la crueldad de sus formas, era una experiencia que me rajaba el espíritu.

En verdad sentía que todo aquello me oprimía, y lo siento si peco de sensible, pero había comenzado el día con mal pie antes de que llegáramos allí, metí la pata y lo peor fue poco antes de entrar, cuando recibí una llamada y todo mi ánimo se bamboleó, de un momento a otro me sentía naufragar. Solo una sonrisa a flote e imágenes alrededor martilleándome, definitivamente no era el mejor contexto emocional, pero estaba Holiday, paseando en silencio, y eso me motivaba un poco. El arte y ella siempre han ido de la mano. Y verla atenúa cualquier dolor.

Paseando por allí creo que lo más interesante que encontré fue una especie de mural que representa a Montesinos y Fujimori sentados, y está armado a base de cintas de video, un trabajazo que realmente amerita verlo, mucho mejor que un tapete con las caras de Castañeda y Alan, muy lúdico e interactivo, lamentablemente no estaba a la venta (qué pena, se la quería regalar a Holiday).

Otras salas estaban dedicadas a una especie de esculturas tortuosas de cuerpos desdoblados, desollados que me recordaron al Adán de Evangellion, pero cuyo significado más versaba sobre la tortura de la corporeidad en un contexto político extremadamente violento. En fin, todo visceralmente político.

Pero la que de hecho fue mi pieza predilecta fue un lobo hecho a base de clips, realmente precioso, feroz y amigable, de lejos lo mejor que he visto en años.

La ANTIFIL continuaría con el recital de una banda postpunk para cerrar la noche, pero ya Holiday estaba algo cansada y se hacía un poco tarde. Un paseo largo nos esperaba hasta su paradero. Compre stickers de Bob Dylan, David Bowie y Eielson, le regale este último a ella. Ella se llevaba a casa un fanzine, un poster y el peso de un largo día. Hablamos de la India, Nepal, las Hebridas, Lisa Simpson, de San Ignacio de Loyola, de la política, del arte, de artistas inéditos, de un pintor polaco anticomunista, de caminar, de por qué caminar, del cansancio, de “este país”, de la esperanza, hablamos tanto que nos olvidamos de hablar de nosotros más allá de las superficiales preguntas de ¿cómo estás? ¿Qué has estado haciendo? ¿Qué leíste? Hay más que eso, aunque en ella pesco que sus arrebatos estéticos de lecturas entre Verástegui y Blanca Varela son como una clave inconsciente de una profundidad solo semejante a una buena pintura que te obliga a pensar, a intuir; en fin, a sentir.

Porque de eso van los libros, los fanzines, la música y el arte, despertar sensaciones que estaban dormidas, y es por eso que el ANTIFIL es importante, no solo se va a comprar libros, ver cuadros, sino a compartir la experiencia estética que sentimos cuando pasamos los ojos por un libro de un autor que jamás hemos leído antes, o ver un cuadro de un pintor del que jamás escuchaste. Se trata de descubrir en nosotros mismos esas reacciones que el arte y la cultura nos evoca, y si vas acompañado es mucho mejor, aunque los dos estén cansados.

Hoy comencé a leer Eielson, no está mal para ser pintor. Bromeo.

ANTIFIL 2017 va hasta el 23 de julio 2017, en Jirón Carabaya 959 (Cercado de Lima) y se puede visitar de 12 a 10 pm. Ingreso libre.

+ info: ANTIFIL 2017

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