Los ochenta de Gerardo Chávez

El maestro Gerardo Chávez presenta una retrospectiva de su obra | © Diego Arévalo

Artículo escrito por Pilar Fonseca | Audiovisuales por Diego Arévalo

“Me siento todavía capaz de estudiar más, de insistir más en lo que quiero.  Descubrir es lo que quiero, estoy en esa fase. No sé lo que soy yo y quiero descubrir lo que soy yo y qué me hace avanzar… Necesitamos que la creación nos hable, nos diga algo, que sea una ventana abierta y por qué no, un portón”.

Nació en Trujillo, pero se crio en Paiján, un pueblo al norte de La Libertad. Aún guarda un acento muy particular que le da calidez a sus palabras. Tiene casi ochenta años, pero no los aparenta, es un hombre fuerte, sencillo, reilón y un poco poeta. Es de un espíritu inquieto, el mismo que lo  ha llevado por el camino del arte y la experimentación.

“Siento que soy muy inquieto. Las cosas que veo quiero palparlas, quiero transformarlas. Hay un deseo de querer encontrar cosas, hay una gran inquietud por encontrar. Tratar de encontrar nuevas técnicas te permite encontrar nuevos personajes. Más que pintor, me encanta la forma”.

La retrospectiva del trabajo de Gerardo Chávez está alojada en cuatro pisos del Museo de la Nación. Cuando recorres las salas puedes ver una gran inquietud por el juego con los materiales. Barro, yute, pigmentos vegetales, tinta de Huarango, tinta china, óleos, pasteles grasos, madera, piedra, papel de plátano.

Cuadros de gran formato, piezas superpuestas una con otra que forman una instalación y que siempre tendrán una forma diferente, formas que se escapan del clásico cuadrado concéntrico que está dispuesto así para que el espectador juegue y participe en esa creación colectiva que le propone el artista.

Confiesa que las formas se manifiestan primero que el color. Que la forma ya trae su color y viceversa.

“Si uno se retira a ver bien, es una serie de formas muy retorcidas, angulosas y uno no sabe de dónde sale. Hay cosas en las que se parece a ti, al otro. Yo creo que en base a eso, de manera particular, he querido siempre trabajar la sencillez, trabajar la soberbia mía, trabajar todo aquello que podría hacerme mal. Trabajar la sencillez significaba bajar y estar con el pueblo que necesita y hasta con los animales. Necesitamos entregar ternura, no odios, ni celo. Hay barbaridades de elementos que se apropian de uno y lo corrompen”.

Alimenta su imaginación. Sus amores y fracasos lo hacen sentir, y él busca a través de estas emociones para crear y transformarlas en algo hermoso. Lo que el artista llama sublimar el dolor.

El arte y la belleza me liberan, ambos provienen de un sentimiento muy dolido. La creación son sentimientos dolidos… No crear dolores para crear arte sino más bien, aprovechar lo que sufres para sublimarlo. Yo apuesto por la ternura, por la caricia, por muchas cosas. La naturaleza es mi musa. Es mi diosa”.

Ejemplo de esto son sus carruseles. Historia a la cual se le dedica el cuarto piso de la muestra porque para Chávez todo es inspiración, inclusive aquellos sueños que de chico no pudo cumplir.

“Es muy curiosa la vida, quiero especialmente decirles algo. De niño quería subir a ese carrusel de caballo blanco al que yo no tenía acceso porque costaba dinero. Luego, haciendo el carrusel siendo ya artista, me dio una mini fortuna para hacer el museo de Trujillo. Ese museo es producto de los carruseles. Es tan curioso, no tenía yo para subir a un carrusel y tenía el sueño que un día tendría un museo de arte. Luego, cuando estuve en Estados Unidos, me subí a un carrusel en San Francisco y llegué a hacerme dueño del caballo que quería tanto, di 2 o 3 vueltas, me sentí un niño”.

Mientras recorremos la muestra, la gente lo detiene para agradecerle su obra. Es maravilloso cuando uno toca el alma ajena y siento que Gerardo lo hace con sus piezas.

“Es lindo, es un horizonte donde ya no pensamos en el ego porque esta gente te pasa todo este afecto que tú sientes… Aprendí a despojarme de este ego porque comprendí que no se trataba de uno, sino del resto”.

Además de la muestra, Gerardo Chávez también está en Lima para presentar el catálogo de sus obras. Una retrospectiva encuadernada de más de 60 años de trabajo continuo de experimentación en forma y color. 

“Hay que utilizar el todo para hacer el todo y hacer nada. En eso radica la vivacidad del gesto de hacer cosas. Estaremos siempre con el deseo de hacer cosas. Uno no sabe qué cosa quiere descubrir, pero hay una especie de alma inquieta que te va llevando”.

¡Larga vida al maestro!

MÁS INFORMACIÓN
Título:
Chávez80
Lugar: Museo de la Nación (Av. Javier Prado Este 2465)
Fechas: Hasta el 18 de noviembre de 2017
Horario: De martes a domingo de 10 am a 8 pm
Precio: GRATIS

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