Nicomedes Santa Cruz por Sebastián Salazar Bondy

Salazar Bondy reconoció al popular "Nico" como un "Poeta Natural".

Como no podía ser de otra manera, en homenaje a nuestro gran vate popular Nicomedes Santa Cruz se celebra el Día de la Cultura Afroperuana el mismo día de su nacimiento: un 4 de junio. Para sumarnos a esta fiesta, transcribimos un artículo escrito por el impecable cronista Sebastián Salazar Bondy. 


El artículo fue publicado en La Prensa, Lima, 5 de junio de 1958, p. 8.

NICOMEDES SANTA CRUZ, POETA NATURAL
Por Sebastián Salazar Bondy

Hay una poesía que se suele llamar natural. El artificio que de por sí supone todo crear poético el artificio literario no está en ella ausente, pero se ha dado sin que medie una específica voluntad formuladora. El poeta natural va hacia su forma de expresión por espontánea gravitación, impulsado por la pura necesidad comunicativa. Ese es el secreto de toda literatura popular, de la copla y de la canción, que a veces, como sucede en España tan a menudo, hacen de los cuartetos octosílabos verdaderas joyas de lirismo. El octosílabo, como se sabe, es emanación de nuestra lengua, responde al ritmo interno del castellano; y el romance, y la décima, como estrofas, encierran bien, con justeza y concreción, lo que nuestro idioma dice.

La índole oral de aquel metro y aquellas estrofas no es casual: emana de su consubstanciación con el lenguaje emitido, sonoro, musical, en suma. Valga todo esto para referirse  a Nicomedes Santa Cruz quien de un tiempo a esta parte, en el teatro y, especialmente, lo que es significativo, en la radio (vehículo oral por excelencia), viene declamando unos décimas de pie forzado cuyo valor está muy por encima de lo que la radio popular (en, realidad, valgan verdades, populachera) ofrece al auditor.

Hace un año o poco más el cronista, escuchó por azar, en una audición de cuyo nombre no quiere acordarse, a Nicomedes Santa Cruz. Con una voz de timbre bajo y rico, pastosa como la de un actor de carácter de buena escuela, este poeta natural llamémoslo así dijo ante el micrófono una décima de pie forzado (es decir, un cuarteto de guía y cuatro décimas cuyo último verso proviene de la glosa inicial) que, sin poseer los achaques de la obra de un literato profesional, tenía en cambio la frescura y libertad de lo que es en su origen sincero. Nada baladí, nada excesivo, nada pretencioso, el poemita aludía a ciertas circunstancias pasajeras, pero lo hacía con altura y calidad. Más tarde escuchó en otras ocasiones al poeta, y su impresión sobre la buena clase de tales páginas se confirmó. Ahora, ante sí, en el escritorio, tiene el autor de esta nota la colección inédita de décimas de Santa Cruz.

La poesía sencilla y popular de Nicomedes Santa Cruz es para ser dicha, no para ser exclusivamente leída. Importa mucho la entonación, el cántico vocal con que se acompaña, y de ahí que una transcripción, y menos parcial, no dé la medida exacta de su valor. Algunos fragmentos proporcionarían al lector que no las haya escuchado una idea de sus aciertos de contenido, de sus coincidencias con ciertas voces ilustres, de sus súbitas intuiciones:

Muerte; que todo lo callas,
estás en todo lugar,
en las nubes, en el mar,
en los campos de batalla.
Cada bala de metralla
es tu palabra certera.
Si de otra muerte muriera,
si otra muerte me llevase,
a esa muerte le pagase
porque a ti muerte te diera.

O esta otra de curiosos matices conceptuales:

Tras la angustia va la suerte,
tras el llanto las sonrisas, tras los huesos las cenizas
y tras la vida la muerte.
Tras el cadáver inerte
se esconde la noche oscura
y tras la verde espesura
de los hermosos cipreses
hay oculta muchas veces
una triste sepultura.

O la que sigue, en celebración de carpintero, de mucha gracia y soltura:

El correr de tu cepillo
alegra tu corazón,
el corte de tu formón
en tus pupilas da brillo.
Baja al cielo el martillo
como un pájaro con sed,
se eleva el aire otra vez
por impulso de tu brazo
que resulta en este caso
lo mismo que San José.

Las hay humorísticas, amorosas, líricas, etc. Hay bastantes, infortunadamente por la tarea que Santa Cruz desempeña en la radio, demasiado circunstanciales, en las cuales, no obstante es posible espigar versos que están por sobre lo que los motiva. Y en su autor no ha habido, sin embargo, formación académica alguna, estudio previo ni ejercicio, pues la personalidad de Santa Cruz está muy lejos de ser libresca o literaria. Llegó a la décima a la espinela clásica incitado por la música nacional, por el deseo de hacer versos para los aires populares costeños, especialmente negroides. Descubrió, por así decirlo, su vocación más auténtica que la de muchos escritores de oficio y descubrió también las formas primero la décima y ahora el romance que mejor se le adecuaban. La resonancia que su obra ha tenido en el público prueba de que toca ciertos resortes de la sensibilidad media, y su éxito es la amenaza que se cierne sobre él. Poeta natural, Nicomedes Santa Cruz ha de saber escamotear los riesgos y servir así a su poesía antes que a nada.

El presente artículo ha sido extraído del siguiente libro: 


LA LUZ TRAS LA MEMORIA. Artículos periodísticos sobre literatura y cultura (1945 - 1965) Tomo II 
2014
Alejandro Susti / Editor
LÁPIX EDITORES

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