Óscar Naters: Tres décadas de experimentación artística en el Perú

Óscar Naters. | © Musuk Nolte

Artículo escrito por Hans Alejandro Herrera

“Los premios son como abrazos, confirmaciones de un trabajo bien realizado”, nos dijo Óscar Naters a propósito de su reciente premiación por parte del Ministerio de Cultura. El pasado mes de noviembre le fue otorgado el Premio Nacional de Cultura 2017, en la categoría Creatividad, un merecido reconocimiento a un artista que a través de su laboratorio de artes escénicas Íntegro viene realizando una labor que combina las artes visuales con el teatro, la danza y otros recursos escénicos desde hace más de 30 años.

Ya lo dijo el maestro Chesterton: “Solo lo que dura tiene significado en la historia”. El aporte de Naters en el mapa cultural peruano es el de una institución en el muchas veces poco comprendido y menos apoyado campo de la experimentación. Esto hace de su trabajo algo invaluable y heroico. Cuando apareció en 1985, muy pocos pudieron prever lo que significaría Íntegro para las artes escénicas de nuestro país. Íntegro se conformó como un laboratorio donde las artes y la tecnología se unieron buscando un lenguaje que retratase desde la intuición nuevas formas de alcanzar lo cotidiano.

Siguiendo esta línea, el trabajo de Naters cobra un significado mayor, casi irremplazable, y expresa también la lucha de las nuevas formas de expresión en contextos político/sociales nada halagueños para este tipo de apuestas. No olvidemos que su propuesta de mantener al Perú en contacto con las nuevas corrientes expresivas y a la vez formar un lenguaje propio, sucedió en periodos que van desde la época del terrorismo en el Perú pasando por la debacle y represión del fujimorato. Esta ubicación de trinchera en nuestra historia reciente hace más significativa la propuesta rupturista de Íntegro.

De lo experimental a lo experimentado
Pero aún queda mucho camino por recorrer. Si bien en nuestro país las iniciativas de experimentación en lo escénico han crecido respecto a años pasados, “aún siguen siendo insuficientes”, opina Naters. Y es que la conquista de espacios sigue siendo todavía una lucha por ganar. Hace unos meses el ICPNA de Miraflores reunió a Naters, Mila Es y elgalpon.espacio con propuestas experimentales que convocó a un público fiel, pero reducido.

Habría que señalar que el teatro dirigido por Naters pasa de ser un teatro experimental a uno experimentado, ya que le exige al espectador nuevas formas de conectarse no solo con la puesta en escena, sino también consigo mismo. No se trata únicamente de leerlo, sino de estar allí.

Como señala Lili Galván, estudiosa de este campo: “La originalidad de la creación de Óscar es una conquista cotidiana que se transforma a lo largo de su trayectoria de manera coherente y rigurosa, incorporando los estímulos de cada época, alcanzando la vigencia y contemporaneidad en todo su carácter”. 

Sobre sus referentes, estos van desde el director de cine ruso Tarkovsky a Radiohead, pasando por David Lynch y las plantas de sanación. Como el excéntrico e incatalogable Lynch, Naters es de la idea de que una puesta en escena “debe valerse por sí misma”, implicando y comprometiendo al público desde la intuición. Tanto el cineasta norteamericano como Naters crean sus propios códigos de interpretación, los cuales no solo pueden llegar a sorprender al público por su carácter insólito o inesperado, sino también a los mismos autores. Así lo reconoce el propio Naters: “Al realizar me sorprendo a mí mismo, de otra manera sería imposible sorprender a nadie más. Me mantengo vivo. Y también me curo”.

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