Carlos Lorenzo | 08.10.2015
Como en las buenas novelas, el desastre se sentía, ya estaba sobre nosotros, pero conseguimos salvarnos en el último capítulo. Quizás sería más como una película, pero el ejemplo vale igual. El pasado 1 de octubre se aprobó en Pleno del Congreso la ampliación de los beneficios tributarios contemplados en la Ley del Libro. Esto para el lector medio supone que los precios de los libros se van a mantener durante los próximos tres años. De no haberse aprobado la ampliación de la ley, que vencía este día 10 de octubre, automáticamente todos los libros en librerías hubieran subido su precio un 18% el lunes 11 de octubre en la mañana. Al igual que con el colapso del milenio, finalmente no pasó nada. Pero, al contrario que con el apocalipsis milenarista, ha sido necesario un gran esfuerzo para lograr esta victoria.
Esta ampliación se ha conseguido sólo gracias a la movilización de la Cámara del Libro, del Ministerio de Cultura, y de miles de editoriales, autores y autoras, y de lectoras y lectores: la sociedad pidiendo que no les suban el precio de los libros, que bastante caros están ya.
En La Libre, esa pequeña librería que abrimos hace un año Ana Bustinduy y un servidor en Barranco, siempre hemos sido conscientes del elevado costo de los libros en Perú. Antes de abrir la librería, de hecho, era el mayor 'pero' que teníamos en mente, lo que nos quitaba el sueño. Nos decíamos '¿la gente comprará los libros? ¡Pero si son carísimos!'. No olvides, querido lector, querida lectora, que nosotros veníamos de un país donde los libros cuestan generalmente lo que un menú del día. Es decir, comprar libros nos cuesta allí entre 7 y 10 soles, nivelando poderes adquisitivos entre ambos países. También los hay de 20, no lo negamos, pero esos no los compras mensualmente. El por qué de esta situación da para muchos posts, pero el hecho está claro: los libros, en Perú, son muy caros.
Aun así, hemos visto cómo la gente sí compra libros, de hecho, compra muchos libros, considerando su precio. Se asume el costo de los libros. La barrera económica que a nosotros nos parecía insalvable se ve como algo normal por el peso de la tradición. Históricamente, este altísimo precio de los libros ha supuesto que una mayoría de la población quede excluida de su acceso. Además, se puede hablar mucho sobre la baja cantidad y calidad de las bibliotecas públicas en el país (o que la principal cierre un mes para albergar la cumbre del FMI y el Banco Mundial), que podrían haber sido una medida contra esta situación segregacionista, pero tampoco tenemos espacio en este post. Pero la gente quiere leer, y ahí surge el mercado pirata. No lo vamos a defender, somos una librería, amamos los libros, admiramos el trabajo y cuidado de los editores, consideramos justo retribuir a los autores por compartir sus mentes con nosotros, y a los distribuidores por acercarnos joyas a las que sin ellos no accederíamos. Pero si el producto final, el libro, es inalcanzable para una mayoría, ¿cómo no comprender que la gente busque medios alternativos?
La Ley del Libro es necesaria, pero más necesaria es una voluntad de compromiso con la lectura y con el sector editorial.
Así cuando el cliente nos dice '¿por qué tan caro este libro, ah?' lo primero que hacemos es simpatizar con él o ella, disculparnos, explicar que en La Libre no subimos ningún precio que nos da la distribuidora. Pero lo cierto es que sabemos que dada la falta de control estatal y de políticas que propicien la edición y la distribución de libros, muchos eslabones de la cadena se están aprovechando de la situación, doblando el costo de los libros desde que se producen hasta que los recibimos nosotros. ¿Cómo si no, libros que cuestan 20 euros en España (70 soles), incluyendo los márgenes de distribuidor y librería, nos indican que hay que venderlos en Perú a 120 soles?
Esto el lector lo sabe, pero la mayoría cree que es debido a los costos de envío, a las aduanas, al costo de los impuestos. Está muy bien que de nuevo el tema de la Ley del Libro esté sobre la mesa, para que todos recordemos que no, que los libros están exentos de IGV, que no pagan aduanas a la importación.
El entramado es complejo, aquí estoy simplificando, y pido disculpas si puedo parecer un demagogo. No es mi intención. Pero el tradicional elevado costo de los libros los ha dotado de un carácter de 'bien de lujo' que es necesario desmantelar, porque los libros son básicos, son necesarios, y todo el mundo debe tener acceso al pensamiento y a la literatura local y universal, ya sea aquí o en Papúa Nueva Guinea.
Así hay una serie de medidas de carácter estatal que se deben tomar para promover este acceso universal, y la verdad es que Perú ya lo hace. Ahí está el Plan Lector, facilitando el acceso a literatura a los jóvenes a precios cómodos, y ahí está la Ley del Libro, que no sólo baja los precios, si no que impulsa los trabajos editoriales y la importación y distribución de libros.
Por eso la ampliación de la Ley del Libro era necesaria, pero más necesaria es una voluntad de compromiso con la lectura y con el sector editorial. Dentro de tres años estaremos de nuevo protestando por una nueva ampliación. Lo que hace falta es una nueva Ley, sin límite temporal o con un límite a largo plazo, que acostumbre al peruano a que acceder a los libros es algo natural y parte de nuestras vidas. Que regule precios, que impulse la impresión local en contra de la importación, que dote a las poblaciones de bibliotecas, que cree un hábito lector gracias a su accesibilidad.
Si El guardián entre el centeno o En el camino cuestan más de 50 soles, es que están dirigidos a unos pocos, cuando son libros que cambian vidas. También lo hace Los inocentes, y gracias a las editoriales independientes está al alcance de todo el mundo. Sin ellas y sin los proyectos de edición autogestionados, el panorama sería mucho más oscuro. Hay que cambiar la mentalidad y acercar la gente a la lectura, y eso no se consigue sólo con un mayor poder adquisitivo de la población.
Siempre se dice que en el Perú no se lee, pero se lee, y mucho, y se habla de literatura, y de lingüística, y de filosofía y de política, y de todos los saberes, que nos llegan en forma de libros. Otra cosa es que en el Perú se compren muchos libros, y eso no cambiará si los precios siguen donde están y si el libro sigue siendo un 'bien de lujo'.
Carlos Lorenzo y Ana Bustinduy son fundadores y libreros de La Libre de Barranco, en Lima. Amantes de los libros, la música sueca de los dosmiles, el cine y el rocoto (no necesariamente por este orden).