Sheila Alvarado: Dibujando fuera de la línea

"Mi universo es femenino, yo hablo de lo que sé", Sheila Alvarado / Foto: Antonio Torres

Una señora que fácilmente ha cruzado los 50 años, un niño con menos de 9, hombres, mujeres, jóvenes, adultos, sentados en los mesones que están dispuestos en el taller, en el sofá, en una silla, parados en la puerta. Todos concentrados, lápiz en mano, atentos a las instrucciones de una mujer de ojos grandes y largas clinejas que con una sonrisa insiste en que cualquiera puede dibujar. En mi lugar del primer mesón -recompensa a la puntualidad- escucho su voz y sus instrucciones mientras me concentro en captar adecuadamente las proporciones de Pepín, un peluche de ratón orejón que mantiene una actitud muy profesional como modelo. Se trata del Taller de dibujo para gente que no sabe dibujar, un nombre cómplice y amigable que adquiere una dimensión mayor cuando piensas que quien lo dicta ha sido nominada al Premio Eisner, conocido como el Oscar de los cómics.

Sheila Alvarado

“Dibujar bien, dibujar anatómicamente perfecto, no es dibujar, eso es hacer la tarea. Dibujar es otra cosa”, es lo primero que me dice Sheila Alvarado (Lima, 1979) al comenzar la entrevista. Hace años, cuando se empeñó en estudiar Arte, tuvo que sujetarse a una ampliación de cupo para poder entrar. A fuerza de perseverancia consiguió desarrollar un discurso propio, rápidamente identificable desde el dibujo meticuloso de líneas delgadas de sus cuentos ilustrados hasta la construcción de una sensualidad distinta, diversa y mestiza con su pin-up Limeña girl. “Mi universo es femenino, yo hablo de lo que sé”, asegura.

Es un universo donde la pin-up siempre confronta al espectador con su mirada, se sabe vista y no le interesa, donde la mujer es dueña de su sexualidad y la disfruta, sin complejos ni “cucufaterías”. Es también donde las niñas secuestran monstruos y las historias rompen estereotipos, “Me gusta empoderar a los personajes. Llevan muchos años diciendo que las mujeres somos una población vulnerable y no lo somos, nos han convertido en una población vulnerable”.

Precisamente ese marcado estilo, ese universo propio que ha construido a fuerza de dedicación durante estos años, fue el principal reto para abordar el proyecto Ciudad de payasos (Alfaguara, 2010), la historia de un periodista que, entre la misión de escribir una nota sobre los payasos callejeros y la muerte de su padre, revisa su memoria y su identidad. “La línea es una voz también”, dice Sheila, y el personaje creado por el escritor Daniel Alarcón exigía la suya propia. “Comencé a trabajar herramientas caligráficas, para que mis líneas fueran más gruesas”, detalla la ilustradora, luego fue el contraste entre luces y sombras, “que no sólo están muy claros en la ciudad de Lima, sino que estaban también en el personaje”. Y así fue construyendo una ciudad, desde la complicidad con quien realmente conoce sus aristas, sus puntos ciegos y puede identificarlos.

Ciudad de Payasos

La amistad que los une, el mutuo respeto y un proceso que llevó más de un año y supuso largas conversaciones, muestras de bocetos e incluso compartir canciones por ese moderno hilo umbilical que es la conexión de banda ancha, tuvo como resultado una obra poderosa que en su edición norteamericana obtuvo una nominación a los premios Eisner 2016.

A la par de su trabajo creativo, Sheila se involucra en múltiples proyectos educativos y considera fundamental aprender, no importa la edad, que el dibujo puede ser algo divertido a la vez que una herramienta de expresión poderosa, en especial cuando te arriesgas, “si saliéndote de la raya tu dibujo dice mejor lo que tú quieres, no importa ¡salte de la raya!”.

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