Una plaza pública del arte y de la cultura

Plaza de Armas de Lima / Autor: Javier Gragera

Nos gustan las plazas públicas, no podemos negarlo. Hay algo en ellas que las hace especiales, que las vuelve amables y cercanas. Uno se pierde en una ciudad extraña, por poner el caso, y siente una suerte de alivio al toparse con una plaza. Las plazas nos amparan; las plazas nos cautivan. Son como lugares imantados a donde van a parar los que andaban sin buscar nada en concreto. En ellas se conjura diariamente una encrucijada de pasos; y su adoquinado es algo así como un cardiógrafo subterráneo que registra el pulso vital de una colectividad.

Pensemos ahora en la ciudad de Lima: lo primero fue la Plaza de Armas, de donde empezaron a brotar las calles rectas y perpendiculares que conformaron el damero de su centro histórico. Luego pasaron los años, pasaron los siglos, y la ciudad creció, se expandió. Surgieron nuevos barrios, muchos de ellos más allá de límites insospechados, y se apoderaron incluso del desierto. Poco a poco, la ciudad se vuelve inmensa, inabarcable, desestructurada; la ciudad ya no es una ciudad, sino una metrópolis, y en ella viven más de 10 millones de personas.

¿Dónde ha quedado la Plaza de Armas después de todo este proceso de casi cinco siglos de crecimiento urbano y diversificación social? Es difícil entenderla ahora como el centro neurálgico de la ciudad, como el punto nuclear donde confluye todo. Pero igual todo limeño la mira aún con orgullo, se siente identificado con su plaza. Una plaza pública nunca pierde su encanto, porque no vive ni de dónde está ni de los edificios que la albergan; la plaza pública vive de su gente, de aquellos que la pasean, que la miran, que la conversan. Porque si bien las plazas son espacios diseñados, luego son las personas las que las humanizan, las que las hacen suyas.

Es por ello que la plaza pública será siempre el punto de encuentro de una ciudad, es su epicentro social; un espacio hegemónico del pueblo donde las cosas se manifiestan, donde siempre puede suceder algo.

Podríamos decirlo así: EnLima nace con el objetivo de convertirse en una plaza pública del arte y de la cultura. Nuestro reto es reunir en este portal en Internet toda la información cultural y de ocio que existe en la ciudad de Lima. Queremos que todas las iniciativas de creación y de recreación se manifiesten en nuestra plaza, como frutos de una identidad compartida, y ser así una suerte de punto de encuentro para aquellos que quieran sacarle el máximo partido al pulso creativo de su ciudad. De esta manera, nuestra vocación es ayudar a construir algo y, al mismo tiempo, consolidar los pilares de aquello que ya nos une y que nos permite hacernos una idea de qué significa ser limeño y habitar la gran ciudad de Lima.

Nunca nos podrán arrebatar la sana costumbre de salir a la calle y ver qué puede pasar al llegar a una plaza. Por eso existe EnLima. Un lugar de paso obligado para el limeño inquieto. Una plaza pública para todos.

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