A ese colegio no voy más

La mejor escuela es "la escuela cerrada", cuenta el músico Daniel F.

Un grupo de alumnos de un colegio celebra la suspensión de clases debido a las medidas de prevención que ha tomado el gobierno para evitar la propagación de la pandemia que se ha apropiado de los titulares, de las conversaciones en el almuerzo y hasta de los programas de farándula en la televisión. La noticia fue tomada como anécdota jocosa en las redes sociales, convirtiéndose rápidamente en viral y de ahí a la televisión, que es el resumen de lo viral. ¿Cómo no alegrarnos y reírnos ante el jolgorio de los niños al saber que no tendrán que ir al colegio? Pero la diversión de ello nos brinda una imagen a la que no le hemos prestado suficiente atención ¿Por qué cuesta tanto trabajo ir al colegio?

Levantarse a las 6 de la mañana para ir colegio, ir a la peluquería y pedir el “corte escolar” para ir al colegio, formar línea, entonar el himno nacional para querer a la patria, marchar para ser disciplinado, sentarse más de 8 horas y fingir atención en la clase de álgebra. El colegio está diseñado para ser aborrecido y lo preocupante sería que los alumnos no muestren ninguna emoción de alegría al saber que serán liberados de esa tortura. Dos factores adolecen la educación en el Perú: el cómo y el qué se enseña. A la lacerante presencia de un horario que ni los docentes celebran, al ambiente cerrado y monótono del salón de clases, entre otras, está el de la verticalidad de la enseñanza. El alumno no sólo está por debajo, sino que está obligado a obedecer sin cuestionar.

Esto dificulta el desarrollo de un proceso de individuación necesario para el surgimiento de la persona. La voz del alumno es silenciada, su ímpetu domesticado: sólo debe obedecer y memorizar. Las aulas olvidan la importancia de formar al alumno para que aprenda a discernir entre lo bueno y lo malo. Para ello tendrá que cuestionarse y cuestionar.

Los exámenes universitarios siguen manteniendo un modelo en el que se privilegia la memoria antes que el razonamiento. El alumno de colegio, en ese sentido, es entrenado para memorizar y marcar la alternativa correcta. Sepultada parece haber quedado la propuesta de San Marcos de brindar exámenes tipo ensayo.


La escuela en el cine peruano. Chicama (2013), película del director trujillano Omar Forero, retrata las carencias del sistema educativo peruano. 

La verticalidad de la enseñanza, junto a su insistencia de la memoria como almacenamiento de datos, antes que un repaso y reflexión del pasado, construyen un ciudadano enajenado, incapaz de construir su propia personalidad y frustrado. Esta incapacidad de discernir y pensar por su cuenta se ve alimentada por la ausencia de cursos cuyo propósito es el debate, el cuestionamiento de la verdad inamovible. En relación a ello, el pedagogo Andrés Argüeyo Parra ha insistido en la necesidad de una educación basada en los derechos humanos, en particular desarrollando el concepto de alteridad. Es decir, la importancia de reconocer al otro como un nosotros. De ahí que hay que prestar atención a cursos como los de Instrucción Premilitar. Como nos lo recuerda un estudio de la antropóloga Rocío Trinidad en Militarizando la escuela otra vez, el Perú ha tenido una larga tradición con el curso de Instrucción Premilitar lo podemos rastrear desde el gobierno de Manuel Pardo y al mismo tiempo el Perú es uno de los cuatro países de Latinoamérica que se autoperciben como menos democráticos, de deficiente cultura cívica y de muy baja legitimidad ante las leyes. El alumno no debe ser formado para ser militar, sino para vivir como civil en un Estado de Derecho, en una democracia. En esa misma publicación nos recuerda los efectos contrarios a los derechos humanos que produjo la educación castrense en el avance de la subversión de Sendero Luminoso, quienes encontraron un terreno fácil ante alumnos que ya había sido instruidos en el autoritarismo que ellos mismos también propiciaban. El resultado fue ver al enemigo, al otro, como alguien cuya vida puede ser prescindible.

Ante la actual emergencia de salud, el Ministerio de Educación ha implantado una serie de medidas para generar una educación a distancia que solucione el peligro de contagio del COVID-19. Sin embargo, con ello se han presentado algunas consideraciones, como la falta de infraestructura en muchos hogares que no cuentan con las herramientas tecnológicas para implementar estas medidas.

Sin embargo, más allá de que esto se pueda solucionar, sigue quedando el problema de fondo ¿Enseñar a distancia lo mismo y de la misma manera? Urge construir ciudadanos que puedan desarrollar su propia personalidad en respeto de los derechos del otro. Cuando Daniel F escribió Al colegio no voy más, no era una crítica al colegio en sí, sino a su formato. De ahí que aprendiera más en canciones que en la escuela. Ni que fuera huevón.

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