El último cuartel de Andrés Calamaro (videoclip)

Vuelvo al frío infierno de los cuarteles de invierno.

¿Cuántos hemos tenido la dicha de conocer la habitación de la persona a la que, realmente, amamos? Abandonada pero todavía con sus objetos cuidadosamente dispuestos, como si fuera una galería de arte que expone no su obra sino sus reliquias –el plano de la Stratocaster sobre la silla es una imagen potente; a pesar de su simpleza y desnudez, es una instalación artística–; observando con aire detectivesco, una hermosa rubia se pasea por aquella habitación llevando puesto un elegante saco negro. Su mirada, más que curiosa, es de intriga; luego, de espanto y locura; presa del furor del espíritu creativo que todavía sobrevuela en el apartamento, supera los dos estados anteriores y termina envuelta en un estado de gracia: los objetos le han revelado los secretos no tanto del artista que admira sino de la vida del hombre que se esconde detrás de ellos.

Gracias al último videoclip de Andrés Calamaro, Cuarteles De Invierno (2019), tenemos acceso a la representación de lo que vendría ser alguna de las habitaciones por las que pasó el popular Salmón. Sus cuarteles de inverno son famosos porque allí suelen darse sus encerronas creativas e insomnios de vampiro a los que se somete en pos de su verdad. En realidad, después de haberlo visto varias veces, la historia que esconde el videoclip me sigue pareciendo ambigua; ambigua en el sentido virtuoso del objeto artístico porque no he llegado a determinar exacamente qué está pasando, siendo todas las alternativas que se me ocurren totalmente válidas y estimulantes. No sé si la rubia es la novia que acaba de descubrir uno de sus cuarteles o si el artista la acaba de abandonar para refugiarse en otro, o si la rubia es una representación de su sensibilidad trasmutada en figura femenina. No sé. De todas formas, con las copas cargadas de tinto, Calamaro parece siempre dispuesto a saquearse a sí mismo; sin importarle las glorias pasadas, procurándose nuevas angustias a las que debe sacarle pecho, escribe y compone con la actitud que le enseñara uno de los más grandes maestros: mañana es mejor. Siempre. La canción habla un poco de su método, su quehacer artístico, su forma de afrontar los problemas: Vuelvo al frío infierno de los cuarteles de invierno. Decirle adiós por una temporada a las pequeñas grandes cosas y a los amigos y vecinos buenos. Porque la procesión va por dentro / Saco fuerza y me voy al encuentro de mi destino, canta el cantor.

Las reliquias
El mate y su matero, una fotografía en blanco y negro que captura un instante de osadía taurina, guantes de box, una radio, un piano Weber, partituras, la Strato y, cómo no, la rubia misma (Jacqueline Victoria). Es decir, todo aquello con lo que el músico se identifica y ama. Todos estos objetos nos dan pistas sobre la vida del hombre, de sus cultos y estilo de vida, aquello a lo que se entregado con devoción... La rubia bien podría ser la novia, la amante, la musa o Calamaro mismo observándose desde un punto de vista femenino. Ya lo había intentado con la película Bohemia (2014), un largomentraje con todos los códigos del cine independiente y experimental, inspirado en su totalidad por su disco Bohemio (2013), dando vida a algo más que una serie de videoclips de forma consecutiva. Aquí, el alterego de Calamaro del filme es una mujer. Esta idea es hija de la fantástica interpretación de Kate Blanchet en I´m not there (2007) en la que aparece travestida en la mejor Bob Dylan que hayamos visto en una ficción. Puede que la rubia de los cuarteles también haya sido colocada en el videoclip con la misma intención. En cualquier caso, este último coquetea con mayor efectividad con el misterio, la historia parece el extracto de una mayor que no conocemos o que conocemos a través de sus otras canciones; y lo más importante: allí donde acaba la canción del autor, empieza el videoclip del realizador, J.A Moreno, es decir, allí donde se terminan los límites del arte de la canción, empiezan los límites del arte del video, generando así nuevas sensaciones e interpretaciones de la canción, y una nueva aproximación mental hacia el artista, hacia lo que es o lo que creemos que es, ya que son dos historias que se nos cuentan y que se complementan de manera precisa.

El momento sublime de los Cuarteles de Invierno es cuando los papeles musicales se echan a volar, como si estuviera nevando en la habitación, momento de elevación, la manifestación de un espíritu que no sabe tirar la toalla y que siempre está dispuesto a cargar la suerte.[1]

Me vuelvo echando de menos
Algunos amigos buenos
Y además, las pequeñas grandes cosas


[1] En lenguaje taurino, dice Calamaro: " 'cargar la suerte' significa entrar al toro, ponerse en su camino con el cuerpo, metiendo la pierna para torear bien de cerca. O al menos así era antes. Los puristas dicen que lo de 'cargar la suerte' se está extinguiendo. Ahora el sentido moderno del término es más light, los nuevos críticos aceptan que se cargue la suerte con meter la mano, sin usar la pierna. Pero eso requiere menos valor". Cargar la suerte (2018) es su último disco e incluye la canción Cuarteles De Invierno. 

SPOTIFY: Cargar la suerte

Añadir nuevo comentario