Lo peor de todo es que cada quien tiene sus motivos

'Guasón' es todo lo que se dice, lo que no se dice, lo que se afirma y se niega, y mucho más...

Publicado originalmente el 06-10-2019

Es un mundo sombrío, el cielo es gris resbaladizo
Una mujer acaba de dar a luz a un príncipe hoy y lo vistió de escarlata.

BOB DYLAN,
Jokerman [Infidels]

Si las películas son espejos de nuestro tiempo, ¿cómo nos interpreta Guasón? Por un lado, sabemos que nos respeta, y que se respeta a sí misma: establece un diálogo constante e intenso con su pasado cinematográfico. Influencias, homenajes y guiños –todo al mismo tiempo– no solo dentro de una narrativa audaz y absorbente; también encajan de forma coherente en la historia relatada a través de un complejo tejido de redes cinéfilas en ida y vuelta; si siempre nos están contando la misma historia, ¿por qué no deformar al protagonista de Taxi Driver, vestirlo elegantemente en traje escarlata, pintarle la cara de payaso y hacerlo danzar con la gracia de un Charlot en cámara lenta dentro de los baños sucios de la ciudad, ahí donde Arthur Fleck –el guasón– entra en trance, sublimado al vivir con auténtica entrega el corazón de sus fantasías? “He aquí el tiempo de los Asesinos”, cantó Rimbaud para elogiar el sutil veneno de ésta.

El guasón, como buen perteneciente a la raza de los malditos, ha conseguido que cualquier espectador haya podido ver, escuchar y sentir la lunática carcajada –la misma que nace del llanto– que profiere esa catástrofe que es la humanidad entera, solo que ahora la sensibilidad es masiva porque el filtro es el retrato de un villano de una película de superhéroes. Y qué encantador que aquellas carcajadas involuntarias, se expandan como un eco sobre las calles húmedas de Lima en el contexto político actual. Si los solitarios no tenemos dónde ir, o los señores buscan huir de sus esposas –o viceversa–, Guasón es la película que tenemos que ir a ver: este ritual de fin de semana puede ser una forma de expulsar ese sutil veneno que es la fantasía humana.  

Si las exageradas e irreprimibles risas del Guasón devienen en llanto, a los fieles entusiastas de los cómics les sucede al revés: están llorando de tanta felicidad. Cansados de tanto chizito de los Advengers, por fin se han sentido liberados. Aquel descenso a los infiernos nos ha sido edificante, puesto que al fin y al cabo se trata de una ficción; sin embargo, no seamos cínicos. Dicen que Guasón no incita a la violencia. No es exactamente así. Por supuesto, la película no busca hacerlo, pero es tan jodidamente buena que lo extraño sería que no la provocara. Hasta el último día de su proyección, los 'gringos' van a estar con la soga al cuello. Evidentemente, nadie en su sano juicio lo haría ni desearía que algo malo suceda; pero en el mundo, hasta donde sabemos, la mayoría la pasa mal y podemos encontrar guasones cada vez que levantamos una piedra o abrimos un periódico, puesto que la sociedad misma los inventa y sacrifica. Si una película de esta calidad e intensidad existe, en el sentido de que ha sido filmada por súper estrellas del país del norte, quizá sea porque los humillados y ofendidos de todo el planeta siguen en aumento, a 30 minutos por segundo, como escribiría Vallejo refiriéndose al dolor en ese espantoso poema: Los nueve monstruos. Más de un siglo después de la invención del cine, las multitudes nos seguimos "alocando en los cinemas", tal como nuestro Padre percibiera a las multitudes de su tiempo en el mismo poema.


Loneliness. El guasón habita escenarios a lo 'Taxi Driver', evocados por esos inconfudibles pasillos vacíos. 

Si mal no recuerdo, un personaje de Las reglas del juego de Jean Renoir –aquella divertidísima comedia en el que la condición humana entra en jaque– dice: “Lo peor de todo es que cada quien tiene sus motivos”.

"Eres el único que ha sido amable conmigo", le dice el guasón a su pequeño amigo al dejarlo escapar, no si antes de darle un beso en la frente. Segundos antes, había asesinado a tijerasos a un tipo que lo 'buleaba' en el trabajo. Violencia, horror, honestidad, ternura y amor en la escena del crimen. Al decidir colocarse la máscara de payaso para siempre, Arthur se ha dejado vencer por su sombra; ha dejado que sus impulsos más oscuros le jueguen a la contra: se la ha creído. Entonces: su destino es ser engañado. Podríamos pensar que es una víctima que padece de la mentada 'victimización', sin embargo, cuando nos enteremos cuál es su pasado...  "Si he de tener un pasado, prefiero que sea de opción múltiple", leo que dijo el guasón en algún cómic o película. That´s it.  Lo peor de todo es que Arthur Fleck era una buen tipo.  

Este guasón, cual Artaud (otro maldito), se la pasa apuntando en su cuadernito de chistes cosas como esta: “Llevo el estigma de una muerte apremiante donde la muerte verdadera no supone terror para mí”. En realidad, el apunte en el cuaderno del guasón es distinta, pero quiere decir lo mismo: si la muerte verdadera no significa nada, y superamos el dolor de aquel estigma, hasta las cosas más serias son dignas de la crueldad de la última carcajada. Este guasón, representante cumbre de los nuevos asesinados por la sociedad, tiene para reír y llorar para rato.

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