Por teléfono, no. Un viaje mediático-musical por el Caribe: bolero, salsa y reggaetón

Ilustración vintage para una publicidad de Pan Am. | © Kerne Erickson

Cada cierto tiempo pienso en Roberto Blades. Él también es salsero, pero más romántico. Al igual que su hermano Rubén, también tiene “hitazos” pero 11 Grammys menos. Sin embargo, tiene más de 40 años de carrera musical y, de haber participado en muchas entrevistas, me da la sensación que Roberto ha preparado y ensayado una respuesta para esos periodistas tendenciosos que le preguntan por la temática de su obra musical, en comparación con la de su hermano. Resuelto, Roberto responde: “¿No es acaso el amor un tema social?”.

Si miramos la música como industria, digamos que el amor vende. Si pensamos la música como expresión artística de autores e intérpretes, digamos que el amor es un tema universal y que las canciones son fruto de todos los sentimientos que este puede generar. Felicidad, el más común, y su contraparte: la amargura del desamor; pero también entusiasmo, frustración, despecho y deseo, mucho deseo.

Un subtópico frecuente en las canciones de amor es el de las relaciones a distancia. Y las relaciones a distancia son posibilitadas por esos artefactos que siempre nos han acompañado: los medios de comunicación. Hoy más que nunca estamos familiarizadxs con esa distancia, con las mediaciones de las tecnologías y su invasión silenciosa e inexorable de nuestra intimidad. Sin embargo, también sabemos que no siempre fue así. Y es que, volviendo a la respuesta de Roberto Blades, las canciones de amor, que abundan, suelen ser hijas de su tiempo. Y, siendo hijas de su tiempo, hablan de los artefactos de su tiempo. Pensando en el amor, que es un tema social, y en la máxima pandémica del distanciamiento de los cuerpos, que nos tiene instalando-desintalando Tinder y añorando chapar, lxs invito a un viaje musical por el Caribe, un poco más allá, un poco más acá; unas vacaciones imaginarias que trasciendan tiempo y espacio. Un recorrido por el mapa emocional de lxs enamorados - mediados. Una fina selección de boleros, salsas y reggaetones. Denle play y vámonos.

UNA CONVERSACIÓN ENTRE DOS AUSENTES: BOLEROS Y CARTAS
Empezamos en Cuba y, por supuesto, con la Sonora Matancera. Es el año 1958.  En “Carta para Ti”, Celio González, más conocido como “El Satanás de Cuba”, les canta a todxs lxs amantes que escribieron cartas hasta el amanecer, añorando los placeres del querer. Una canción para dedicar en la radio, tomar lonchecito y, por qué no, bailar pegadito.

Seguimos con un bolero de antología. Un bolerazo trágico. Una canción que no habla acerca de cartas, sino que es una carta en sí misma. Un temón histórico que la primera vez que sonó en la radio, en 1943, fue para ser remitido a su destinataria mediante ondas electromagnéticas: "Nosotros". Se trata de la última canción compuesta por el cubano Pedro Buenaventura Jesús del Junco-Redondas, antes de morir. Cuentan las historias que Pedrito Junco la escribió en la cama del hospital, con una grave tuberculosis contándole las horas en reversa, para despedirse de su chica. Ya que el papá de su novia no lo veía con buenos ojos y, por lo mismo, revisaba y controlaba toda la correspondencia de su hija, Pedro le pidió a un amigo que cantara la canción en un programa que ella escuchaba todas las noches, para darle la noticia y el último adiós… No es falta de cariño / te quiero con el alma / te juro que te adoro/ y en nombre de este amor y por tu bien / te digo adiós. Una historia romántica y desgarradora a más no poder, como las de antes. Canta Omara Portuondo.

Ahora toca hacer una escala en Puerto Rico. Cómo no hacerlo. Es el año 1969. Julita Ross, “La Dama de la Danza”, está despechada y no quiere que le escriban. Con rabia y con pena, cierra todo un ciclo de sufrimiento y decide iniciar el proceso del olvido, al recibir la carta de un ex novio medio desgraciado que, a pesar de estar con otra, le sigue escribiendo. Se llena de valor y en un pequeño acto heroico, con las manos temblando, la rompe sin abrirla. Grande, Julita. Grande también por haber sido una de las voces femeninas del bolero en su época.

Cerramos con Héctor Lavoe interpretando “Vieja Carta” en un disco de 1979, y en homenaje a Felipe Pirela, “El Bolerista de América”. El lado A de Héctor es pura salsa dura. El lado B, el del bolero, suave y melodioso. Intenso. Intenso como el recuerdo que arremete al toparse el cantor con una carta jamás enviada, encontrada 10 años después.

EL TELÉFONO LLEGA A LA SALSA
Arrancamos con un Charly Aponte melancólico, bastante desesperado, un poco enfermo de amor. Es 1982 y hace muchos años que los teléfonos viven en las casas de lxs humanxs y son parte del soundtrack de la vida. Y hasta les prestan sus sonidos a las canciones para imitarlos en las intros y los coros. "Teléfono", de El Gran Combo de Puerto Rico, inicia con tres voces suavecitas que nos remiten al tuuu-tuuu-tuuu —tonito de condena de quien espera en la línea— introduciendo a este aparato  en nuestra travesía musical, apodándolo “milagro de la distancia”, y dotándolo de agencia para que convenza a la mujer del otro lado del auricular de que, por favor, llame.

En este juego salsero de referenciar y homenajear a otras canciones del género (son tan chéveres los salseros que te soplan la siguiente canción que deberías escuchar), El Gran Combo le da el pase a Rubén Blades, con "El Telefonito". Nos vamos a Panamá y a Nueva York. Todo al mismo tiempo, porque la imaginación no tiene límites y nos permite bilocarnos. Son Rubén y Willie Colón y un ring ring ring. El inconfundible timbre de un teléfono de disco. Rubén, como Julita Ross, tampoco quiere que lo llamen. Pero no está despechado. Solo está harto de una chica. Harto de la presencia distante constante. Loco porque mucho lo marcan. Le pide a su abuelita que, por favor, desvíe la llamada: “No, Rubén dice que no está”.  Cuántas fans le habrán reventado el teléfono.

Volvamos a Cuba. Ya entramos al nuevo milenio, superamos una gran profecía del fin del mundo y los celulares empezaban a vibrar en nuestros bolsillos. Suenan Juan Carlos Alfonso y su Dan Den. La timba cubana tiene el misterioso poder de crear inmediatamente atmósfera de fiesta. Por Teléfono, no es ese tema al que nombras cantando. La letra es simple pero potente. Ya fueron el floro y el romanticismo, la timba es pragmatismo: Si quieres conocerme / si tú quieres tocarme /¡deja el bla bla bla!. Los soneos confirman esta necesidad de presencia para concretar una relación. Los de Dan Den no se andan con rodeos: Vuélveme a llamar / márcame a mi celular / para fijar el lugar / donde te voy a citar. Plin. Listo. De una.

¿HACER EL AMOR POR EL TELÉFONO?
La última parte de nuestro tour comienza en una localidad en específico: Carolina, en Puerto Rico. Resulta que Héctor el Father y Don Omar son paisanos. Y los dos sacaron rolones que marcaron a toda una generación. Héctor el Father, con El Teléfono, cantó al amor prohibido y nos invitó a hacer el amor por el teléfono. El Rey Don Omar, con Wisin y Yandel, lamentaron el ghosting sin saberlo. Empezábamos a usar redes sociales y es a través de la música que podemos hacer arqueología del internet: Ya no sé de ella ni por Myspace (no sé de ella). Con las redes sociales, viene el tráfico intenso de fotos y de fotos sexis. Cantan Plan B y Ozuna sobre sexo por teléfono, sexting y nudes.

No podemos terminar el periplo sin pasar por Bad Bunny. Con una rolita que linda con el romantiqueo. En "A tu merced", su demostración de amor es no darles bola a las otras chicas que lo llaman. Esta canción tiene una estrofa genial:

Mami, concédeme esta pieza
No somos na'
no somos na', ey
Pero con un perreo se empieza
No sales de mi cabeza.

Hacemos un cambio de ruta y nos trilocamos: De Puerto Rico a Estados Unidos y Colombia. Terminamos con tres genios que logran hablar de Instagram y de sexo por videollamada sin dejar de ser tiernos. Anuel AA y Karol G cantan "Follow", una canción sobre dos que hace tiempazo que se tienen ganas, se stalkean, pero no se siguen. Arcángel cierra este viaje musical por el Caribe (y un poco más allá, y un poco más acá) con “Videollamada”, devolviéndonos a nuestro tiempo-espacio actual: Qué intenso esto se pone cada vez / Que te deseo y no te puedo ver / ¿Qué hacemos con las ganas? Dígame / Dale a video llamada y sígueme.

Hoy hemos aprendido que desde Pedrito Junco hasta Arcángel, el amor (con sus múltiples caras) y el sexo siempre encontrarán un medio para comunicarse y hacerse sentir. Que son juegos de ausencia, distancia, presencia e intimidad. Espero que alguna parte de sus cuerpos se haya movido a lo largo de esta playlist narrada. Que vivan las músicas. Que siempre se escuchen sin prejuicios. Que vivan aún mucho más en tiempos de crisis, sonando alto.

Comentarios

Excelente viaje. Sin duda la distancia es un tema recurrente en la música popular. En nuestra música nacional también podemos citar algunos, como cuando Chabuca nos cuenta "de la injusta distancia del amante" en el vals Puente de los Suspiros. En fin, muchas gracias por tan bonito viaje y felicitaciones por el excelente trabajo.

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