Reseña: Deadbeat de Tame impala

Deadbeat - Tame Impala (2025)

Escrito por Marco Yanayaco

Nota: 4.5/10

Luego de un periodo silencioso de cinco años, Tame Impala (Kevin Parker) regresa con Deadbeat, su quinto álbum de estudio. Este esperado estreno ha desatado polémica, pues ha generado no solo sorpresa, sino también indignación entre muchos oyentes y fieles seguidores del proyecto que años atrás había ganado relevancia con Currents y The Slow Rush. Esta nueva etapa deja atrás el rock psicodélico y el dreampop acostumbrado para aventurarse hacia la música electrónica.

Partiendo de que la búsqueda del minimalismo atmosférico, junto a beats que invitan al baile y a la reflexión propios del género, no está del todo clara en este disco, lo que queda es una gran inseguridad en la propuesta, evidente tras escucharlo completo. Muchas de las canciones se sienten poco inspiradas, con elaboraciones endebles y poco pensadas. Aunque existen ciertos destellos como Drácula, con coros pegadizos y cortes rítmicos ingeniosos, o Loser, uno de los temas mejor trabajados, con ese encanto cínico y una base marcada donde además la letra resalta por su forma abierta y sincera de verse ante el ciclo de repeticiones y la paternidad de Parker, no se pueden dejar de lado los defectos que aquejan al álbum. El caso más concreto es Not My World, una suerte de intento de electrohouse o ambient que no logra emocionar ni con el beat ni con el break, condenando al tema a la sosería.

Al adentrarse en la segunda parte del álbum, después de sortear temas encajados en el ritmo básico del electrohouse y el EDM sin mucho brillo ni algo verdaderamente interesante que ofrecer, aparece Obsolete como un oasis: un riff acústico, una caja de ritmo sencilla y arreglos de sintetizadores juguetones que acompañan y dan algo de color al tema. También See You on Monday (You’re Lost), que presenta cierto carisma y una base más amable y nostálgica, logra ser un tema pasable. Como cierre, End of Summer intenta no ser olvidable, con momentos divertidos y efectos de voz más extraños que curiosos, pero aun así no logra separarse de los vicios y repeticiones de lo anterior, sellando un estándar bastante plano.

Luego de una carrera de aproximadamente quince años, este disco marca una extrañeza y deja un sabor agridulce a quienes esperaban alguna vuelta de tuerca o siquiera una experimentación más arriesgada que lo que aparenta ser un ejercicio o ensayo de iniciación al género. En un intento por destacar lo mejor, quedan algunas partes de las letras que narran la experiencia de Parker con la vida paternal, las repeticiones y las conexiones familiares; así como esa voz psicotrópica y ensoñadora que sigue siendo su sello distintivo. Sin embargo, no se puede tapar el sol con un dedo: el álbum, que pretende que se le preste más atención al apartado instrumental que a la letra, termina haciendo más visibles sus propias falencias y volviéndose aburrido de escuchar.

Para finalizar, Deadbeat irrumpe este año más por sus defectos que por sus virtudes. No cabe duda de que el salto hacia la electrónica iba a ser un reto, pero realmente ha dejado mucho que desear. Pocos artistas han logrado dar un giro tan arriesgado y salir airosos; uno de ellos fue Radiohead con Kid A, donde la influencia del IDM de Aphex Twin era notoria y, además, enriquecía lo que querían plasmar, expandiendo su horizonte musical. Este no ha sido el caso.

Añadir nuevo comentario