100 años con Bukowski: Algunos recuerdos sobre el viejo indecente

Detalle de la portada del libro "Se busca una mujer". Ilustración Ángel Jové | © Anagrama

Qué jodido es hablar de Bukowski. Este viejo indecente sigue haciéndonos perder la paciencia porque hasta el día de hoy, su actitud beligerante y visceral escapa de toda regla y control. ¿Llegará el día de su censura? 

No lo sé. Pero sus cuentos, poemas y pensamientos son pan de cada día. Pan que alimenta una parte de su figura como escritor pero olvida esa parte de hombre-bestia que era. Porque Henry Charles Bukowski era una bestia, una bestia llena de ternura y humanidad. Un animal “desalcachofado” que no evitaba decir lo que pensaba por temor a herir susceptibilidades. Desalcachofado porque no había nada que cubra esa esencia mezquina, irónica y procaz. No hay capas de cortesía o diplomacia, de políticamente correcto, que adornen sus conductas y vicios. Si era machista, misógino, conflictivo y un desadaptado total, ¿por qué escribir sobre Bukowski?

SE BUSCA UNA MUJER
La primera vez que leí algo suyo fue en una clase de la universidad. Antes de cumplir los 18 años entraba a un aula en donde Jorge Eslava era el profesor. Este autor de libros para adolescentes tenía la clara intención de despertarnos de nuestro letargo literario, consecuencia de las lecturas escolares donde nos presentaron autores buenitos y correctos. Leer ese cuento me cambió el panorama completo.

La historia es sobre un tipo llamado Henry Chinaski (alter ego del autor). Poeta al que invitan a una lectura en San Francisco, la meca de la contracultura en Estados Unidos. Se ha vuelto conocido por sus escritos, directos y sin floro. Todos dentro de un ambiente de hostilidad, marginalidad y mucha obscenidad. Chinaski, que es un borracho que bebe hasta el vómito durante toda la historia, está siendo filmado por un grupo que quiere exponer hasta sus órganos.

Este cuento contiene una lucidez que permite conocer al escritor que ha alcanzado la fama y que ahora no se quiere dejar vencer por las adulaciones y los regalos. Un escritor que no va a permitir que un momento de gloria le haga olvidar que la vida sigue siendo ruin y complicada.

En medio de toda esta violencia uno encuentra luces de la condición humana. Aquella que se deja ver en la rutina diaria presa de caos y el orden. Leer a Bukowski es acercarse a una ternura agresiva, producto de un corazón acorazado por el sistema que oprime al individuo para convertirlo en un perrito obediente. Bukowski es todo lo contrario. Es un perro ladrando a las puertas del infierno. 

Conseguí la antología de cuentos al que pertenece esta historia en una feria hace 11 años. “Se busca una mujer” (1973), título que también es nombre de una de las 27 historias que componen este libro. La portada medio rosada y la mujer, con las manos detrás de la cabeza y los senos en alto, fueron un anzuelo para el muchacho que era.

Las narraciones produjeron en mí diversas reacciones. Desde el enojo y la decepción, hasta la risa que pasa por la sorpresa y termina en espanto. Este abanico de historias para adultos, que bien podría entrar en la categoría de pornográfico, está lleno de realismo sucio encurtido en drogas, licor y mucho sexo. Este libro fue publicado cuando ya había alcanzado cierto reconocimiento. En ese entonces, Bukowski contaba con su columna que dio título a otro libro llamado “Escritos de un viejo indecente” (1969), pero esto es parte de otra historia.

Poco a poco descubrí otros libros de cuentos, novelas y más poesía. La producción de este viejo borracho es delirante. Escribía todo el tiempo. Cinco relatos a la semana, según él mismo cuenta. Hizo todo lo posible para poder dedicarse solo a escribir. Lo logró. Alcanzó la fama tarde, pero lo logró.  

VAGABUNDO, BORRACHO, ESCRITOR
Heinrich Charles Bukowski, nació en Alemania el 16 de agosto de 1920. Tuvo un padre difícil, violento y distante. Una relación que el escritor plasmó en varios cuentos y que nos da una pista de la influencia que moldeó este perfil de hombre rudo y machito. Alcohólico. Con un rostro que más parecía un pedazo de carne molida y un caja torácica amplia como un ropero.

Pasó casi toda la década de los 40 deambulando por Estados Unidos. Bukowski estaba en búsqueda de experiencias  para conseguir esa “frase dorada” que lo llevaría a la fama. Fue mendigo, lavaplatos, cartero, obtuvo cualquier trabajo que pudiera darle un poco dinero para pagar la renta, el trago de la noche y poder escribir a sus anchas. No compraba libros, porque si algo tiene de bueno gringolandia, es el acceso a sus bibliotecas públicas.

Uno de sus poemas más famosos es aquel titulado “The burning of the dream” (El incendio de un sueño), en el que cuenta cómo el fuego destruye la biblioteca que le abrió tantas puertas mentales. “Maravilloso lugar / la Biblioteca Pública de Los Ángeles / fue un hogar para alguien que había tenido / un / hogar / infernal (…) / la vieja Biblioteca Pública de los Ángeles / muy probablemente evitó / que me convirtiera en un / suicida”, dice uno de los versos. Bukowski fue animal salvado por la literatura. Un escritor que apostó la vida por su obra. Una obra con carácter, de frases cortas y puntos seguidos. Una conjunto de páginas cargadas de una visceralidad sincera, de un escribir desde los testículos y esto hace que no se compare con nadie.


Capitán buenvino. Bukowski escandalizó a todos cuando apareció bebiendo en el programa "Apostrophes" de Bernard Pivot. 

BORN INTO THIS
Otra forma de conocerlo es a través de los primeros diez minutos de este documental estrenado en el 2003, dirigido por John Dullahan, y que pueden encontrar completo en YouTube. Después de estas primeras declaraciones, seguir viendo este material es puro morbo. He vuelto a verlo muchos años después y puedo confirmar que Bukowski es para lectores desprejuiciados y desobedientes. Él es un personaje que se burla de todos, empezando por sí mismo.  En este documental podemos ver lo que en verdad pasó sobre la historia de Chinaski cuando lo invitan a leer a San Francisco. Quizá la realidad no lo deje bien parado, pero como él responde “dentro de mis historias yo soy el héroe”.

En cierto momento del documental confiesa ante la cámara sin asco: “Las cámaras han llegado muy tarde. No te rías de mí de esa forma. Es verdad. Han llegado muy tarde, pero soy muy fuerte. Los dioses me dieron una coraza. Realmente que sí. Me han puesto en el momento justo en el sitio exacto. Y todavía son buenos conmigo.”

Este sujeto convirtió su vida "fracasada" en parábolas que abordan con algunas certezas los comportamientos más atroces de la cotidianidad. Bukowski logra entregarle un pedazo suyo al lector. Un trozo de su desencanto, de su visión escéptica frente al arte, de su tedio. Lo hace penetrando en lo profundo a partir de frases aparentemente sencillas. Es por eso que con él encuentro en un mismo plato el desagrado y el goce, lo miserable y lo generoso. Nos recuerda que somos humanamente imperfectos. Es duro y triste, pero real. Y no hay nada mejor para quitarnos el velo de la humanidad ponzoñosa llena de falso altruismo.

EL HÉROE DE SUS HISTORIAS
Conversando con una amiga por redes sociales, me suelta una frase que no puedo dejar de ponerla en este texto. “Como él hay tantos huevonazos con talento”. Le había comentado sobre mi conflicto para hablar sobre este escritor y cómo hacer para no avalar sus actitudes y a la vez mencionar lo que me gusta de él. Creo que dio en el clavo con su expresión.

Escribir sobre él ha sido como reventar un grano. Sabes que no debes hacerlo pero hay un placer escondido en esa acción. Es una metáfora perfecta para mí, porque como Bukowski, yo también me vi afectado por el acné a muy temprana edad. En este escritor encontré a un par, pero ese par que termina siendo un amigo que no quieres ver siempre porque te cansa su actitud de mierda. Es un tipo que te cae bien de lejos y por ratos. Pero no puedo ser ingrato con él.

Gracias a Bukowski conocí a Miller, Fante,  Celine, Jeffers, Dostoievsky, a muchos otros. Algunos de ellos te gritan cuando abres sus libros porque solo conocen el camino de la desesperación. Pero estar desesperado todo el tiempo cansa. Miller lo sabía bien, es por eso que en una carta escrita desde su casa en los valles californianos de Big Sur, le sugiere a Bukowski que se deje de huevadas y empiece a ordenar su vida. Que deje la bebida y disfrute. Bien podemos encontrar una respuesta a esta carta cuando el ‘Buko’ visita la casa de Henry Miller y lo primero que encuentra es una pileta y mil curiosidades dignas de una lugar lleno de lujos. “¿Acá vive el hombre que gritaba “Hambre” en sus novelas?”, se pregunta renegando.

¿Llegará el día de su censura? No lo creo. El pan de cada día del que hablaba al inicio de esta nota es un meme que alimenta a todos los que se encuentran en sus versos, en sus cuentos y en sus historias. Bukowski convertido en algoritmo. El viejo ha encontrado su nicho virtual y de ahí nadie lo saca. No es sorpresa que siga haciendo de las suyas para ser el centro de atención y el héroe de sus historias. 

Comentarios

No me puedo sentir más identificado con tu artículo: leí 4 novelas de Bukowski durante este verano, tenía 19 en ese entonces no 18; luego, asistí a clases virtuales del profe Eslava y los dos llegaríamos a conversar sobre Bukowski en alguna sesión, un crack.

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