Salto de fe: Reseña de Todas las tardes que nos robó el fuego (EP)

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Escrito por Marco Yanayaco

Nota: 7.8/10

Cataratas en Siberia llegó a mi radar de manera inesperada, cuando recién empezaba a ir a eventos en los que las bandas ya iban consolidando a sus públicos y fanaticadas; sin embargo, eso no impedía que hubiera recomendaciones ni un buen trato hacia otros artistas o proyectos.

Por eso me llamó la atención que el EP que sacaron haya pasado de boca en boca: no apareció gracias al glorioso algoritmo que satura la mente y asfixia cada vez más. Ha sido el propio público quien se encargó de propalar lo que quizá sea el EP más revelador de una banda peruana este año: Todas las tardes que nos robó el fuego.

Cataratas en Siberia es una banda que está dando de qué hablar, sobre todo ahora que se preparan para sus próximas fechas en Argentina y Chile. Un recibimiento más que merecido, considerando el trabajo increíble que vienen realizando en tan poco tiempo. Partiendo desde la propuesta contenida en el propio nombre que eligieron. Una alegoría a lo frío, lo visceral y lo calculado, y es justamente todo lo que ofrecen en sus canciones porque incluso el frío puede arder y dejar una marca.

Math rock, Midwest emo y post-hardcore son algunas de las referencias e influencias que los alimentan, provenientes de bandas nacionales e internacionales de talla alta, como ellos mismos han mencionado en alguna oportunidad. Entre ese puñado se encuentran Kinder, La Ciencia Simple, Toe, Tortuganónima, Nadar de Noche, American Football, entre muchas otras. Pero la banda no se limita a sumergirse en las aguas de estos géneros ni a imitarlos: logra apropiarse de ese sonido con una rapidez y una desenvoltura poco vistas en proyectos con tan poco tiempo de existencia.

La frescura de los temas, tanto como la propia temática que quisieron abordar en Todas las tardes que nos robó el fuego, que tiene que ver con el mítico salto del fraile, y que al mismo tiempo cuenta una historia de un amor imposible entre un fraile y una joven de familia aristocrática, está marcado por un carácter y una personalidad bastante notoria. La guitarra, altamente melódica y precisa, marcada por una batería elocuente y explosiva, junto a unos vocales y bajo que, cada vez que irrumpen, parecen expulsar una parte de su alma para dársela a quien lo escucha.

Los cinco temas que contiene el EP no giran en torno a contarte una historia literal, sino que apela a aquello que hace a la música tan única: trasmitir las sensaciones y emociones.

Las letras, que reflexionan sobre la muerte, la fugacidad y las decisiones fatales o extremas, se articulan a través de un leitmotiv, una frase recurrente que marca la tendencia y le da sentido a todo el álbum. En otras palabras, este EP es una historia que inicia y concluye en un suicidio; y, como breves ataques de luz en la oscuridad, las ideas emergen desde el borde del abismo donde el protagonista está a punto de tomar su última gran decisión.

Es ahí donde empiezan a desprenderse esas preguntas duras: ¿cómo? y ¿por qué? Las motivaciones detrás de este EP tienen una consistencia singular, pues toman algo cotidiano, algo que todos hemos visto alguna vez, y lo llevan a un plano más íntimo y extremo. Solo queda dar un salto de fe.

Musicalmente, y hablando propiamente de los temas, estos están más que a la altura de su apartado narrativo, si es que no lo superan. El EP abre con el instrumental Memento mori, uno de los tópicos latinos más importantes de la literatura, traducido como “recuerda que has de morir algún día”. La guitarra dulce y cargada de nostalgia, junto a una batería que inicia con suavidad, va transformándose poco a poco en algo más ruidoso y desesperante, en el mejor sentido, como si al final todo se volviera confuso. Con ello provocan exactamente lo que sugiere el título: sentir la desesperanza y la fugacidad de la vida misma. Para sus apenas dos minutos de duración, la canción se extingue antes de que podamos notarlo, cumpliendo así con recordarnos lo inevitable que es que todo tenga un fin.

Seguimos con Soñé que era inmortal, un tema que desde ya huele a clásico instantáneo. Un grito desgarrador abre la canción, seguido de un caos instrumental acelerado que luego logra calmarse para dar paso a uno de los riffs con picking más pegadizos que he escuchado. Y no solo eso: ese riff marca y colorea toda la pieza. Prodigiosidad y creatividad se juntan para convertir este tema en uno de los más importantes del año. Pero no se detiene ahí; la canción sigue escalando y añade más voces en los coros, otorgándole un toque onírico y etéreo que culmina en un torbellino de dudas, tal como comenzó.

Después, llegando a la mitad del disco, aparece Salto del fraile, el tema central, con un riff de guitarra acelerado acompañado por una batería y unas voces más punzantes e intensas que en las canciones anteriores. A medida que avanza, lo instrumental brilla en todo sentido: mientras la batería marca el pulso, la guitarra despega y juega con el coro, con las variaciones de las notas y con la propia intensidad de la canción.

Por otro lado, Soñé que era mortal funciona como la continuación del tema anterior, pero también como una respuesta al segundo. Aquí, la batería se convierte en la protagonista, pues establece la dinámica y resalta en todo momento. El riff y la voz, junto al coro que aparece y desaparece, avanzan mientras se despliega un juego intertextual entre los propios temas. Los gritos y la intensidad de las guitarras se disparan en todas direcciones, pero nunca chocan entre sí. Incluso en medio del caos o de la fuerza instrumental, se evidencia el manejo y el dominio que tiene la banda.

El disco termina con Todas las tardes que nos robó el fuego, el tema de mayor duración. Un punto a destacar es la fusión entre el Midwest emo y lo progresivo: comienza con una guitarra nostálgica, y poco a poco se van sumando un piano que acompaña la melodía y una voz suave, casi susurrada, que guía y crece junto a la canción. Todo contribuye a una carga emocional mayor, como si fuese el cierre de una película, con toda la grandiosidad que este momento suele ofrecer. Así se llega al clímax, donde los instrumentos se retuercen y alcanzan una épica melancólica. De esta manera concluye el EP.

Aunque el EP sea una demostración musical apabullante, hay que mencionar algunos aspectos que podrían mejorarse, especialmente en la producción y el sonido. Por momentos, el hi-hat y la caja de la batería no suenan tan nítidos ni tan limpios como en otros pasajes, e incluso da la impresión de que, al mezclarse, queda un ligero ruido en el producto final. En contraste, la guitarra y las voces destacan con mucha claridad; sin embargo, al ser la batería el instrumento que sostiene el centro rítmico de la banda, estas imperfecciones terminan arrastrando en cierta medida a algunas de las canciones.

Por otro lado, al ser un EP en sus propias condiciones, se siente cierto límite en lo que la banda puede proponer. Y no es para menos: detrás de toda esa música hay un mundo de creatividad y de ideas interesantes. Me hubiera gustado ver algo más arriesgado o que rompiera por completo con los moldes del Midwest emo o del screamo. En algunos momentos lo logran, pero quedan contenidos por la extensión del formato. Aun así, creo que este trabajo funciona como una antesala y, al mismo tiempo, demuestra de sobra que la banda posee un virtuosismo único que se manifiesta en cada instante.

Otro punto que quiero resaltar es cómo la banda, que inicialmente estaba conformada por tres miembros (Álvaro, Leo y Diego), fue creciendo poco a poco hasta integrar a Rafaela Riboty (voz), Fabrizzio Espinoza (teclados), Jusu (gritos) y César Gutiérrez (flauta). Y, a la par que aumentaba el número de integrantes, también crecían las ambiciones del proyecto. Aunque ya poseen la naturalidad, intensidad, frescura, creatividad y lógica suficientes para destacarse, deben seguir aprovechando todo lo que tienen a su favor para su futuro dentro de la música.

Dicho esto, no quiero perder la oportunidad de invitar a las personas a apoyar a las bandas nacionales, en especial a proyectos tan interesantes como este que están surgiendo. Pero, sobre todo, a asistir a las presentaciones en vivo de la escena: es una experiencia única, una atmósfera que no se repite en ningún otro lugar. Apoya tu escena local.

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