'Nosotros, Robots'. Los autómatas nos cuentan sus secretos en Lima

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Como quien entra a la casa de un viejo amigo, somos recibidos en la exposición Nosotros, Robots del Espacio Fundación Telefónica. Se trata de una relación que cultivamos desde los tiempos de Aristóteles cuando, por pura curiosidad o entretenimiento, nos dedicábamos a la fabricación de autómatas, aquellos ancestros de los que hoy conocemos como robots. A través de un recorrido histórico en el que arte y tecnología no dejan de estrecharse la mano, conoceremos sobre una evolución que va más allá de su fabricación y utilidad. Porque todos tienen una historia que contar.

Por ello, aceptando la amable invitación de nuestras creaciones, vamos a visitarlas para que nosotros, humanos, aprendamos de ellas, y así podamos respondernos algunas preguntas, sean de rigor científico, histórico o existencial. 

ASIMO Y ERICA
Uno no lo imaginaría, pero Asimo fue una verdadera celebridad. Tenemos el honor que sea este pequeñín con pinta de astronauta y faz de emoticón quien nos dé la bienvenida. Su mano ha estrechado las de personalidades como el expresidente estadounidense Barack Obama o a los Reyes de España, Felipe VI y doña Letizia. El entrañable Asimo de Honda fue lanzado en el año 2000, y realizó exhibiciones de sus habilidades por todo el mundo con suma destreza y encanto. Aunque fue dado de baja el año pasado, su aporte a la ciencia y la cultura ha conseguido transcender. Pero ahora las pretensiones del ser humano van más allá de la utilidad o cordialidad de sus creaciones.  

Allí donde ASIMO expresaba la más absoluta simpatía, Erica nos despierta total desconfianza. Estuve parado frente a ella, frente a su imagen en video y, por un momento, la tomé como a una semejante. Pero su expresión de lunática que contempla el vacío terminó por delatarla. La creación es de Hiroshi Ishiguro, más conocido como: el hombre que hizo una copia de sí mismo. Erica es el doble de una amiga de Hiroshi, pero él también tiene el suyo… y los vemos interactuar juntos. Uno siente verdaderos escalofríos porque son idénticos. Hiroshi le ha puesto hasta su propio pelo. Según el científico japonés, todo influye. Lo que alguna vez, quizá, fue una pesadilla para el ser humano, para Hiroshi es un sueño: si no te cruzas a tu doppelgänger, puedes fabricarlo. Su propósito es explorar nuestra naturaleza para “llegar a conocer qué entendemos por humano”.

Tal vez, como a Hiroshi, los robots nos fascinan porque al contemplarlos reconocemos algo de nosotros. Poder ver de cerca a algunos de los miembros más emblemáticos de la robótica, tanto a los veteranos como a las creaciones más recientes, que han irrumpido en el siglo XXI dispuestas a transformar el futuro, es una oportunidad única. Los casos de Asimo y Erica son apenas dos de las más de treinta historias que aborda la exposición. Porque hay mucho más.

LA ROBÓTICA EN EL ARTE
Es el arte quien verdaderamente nos ha hecho explorar acerca de su naturaleza. Y el que más nos ha hecho delirar. Además de su utilidad o posibilidades (positivas o negativas), así como la forma que tenemos de relacionarnos con ellos, el cine ha marcado la pauta sobre cómo sería su apariencia y diseño. En este sentido, Nosotros, Robots es especialmente elocuente. El título de la exposición, por ejemplo, evoca a la película Yo, Robot (2004), aquella historia en la que un policía, interpretado por Will Smith, va tras los pasos de un robot sospechoso de haber asesinado a un hombre. Precisamente este robot, llamado Sonny, tiene un enorme parecido al modelo estrella de la muestra, el InMoov (2012), un humanoide que ha sido creado con una pequeña impresora 3D casera, lo que significa que puede ser fabricado en casa por cualquiera que le apasione el asunto.

Además, el nombre de la película Yo, Robot viene de la literatura, al estar inspirado en un conjunto de cuentos del mismo nombre, y cuyo autor es un maestro de la ciencia ficción: Isaac Asimov, quien estableció las tres leyes de la robótica. Aparecidas por primera vez en el relato Círculo vicioso (1942), en una de las paredes de la muestra, podemos leer:

  1. Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe cumplir las órdenes de los seres humanos, excepto si dichas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que ello no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

Este breve y laberíntico conjunto de principios éticos, donde la paradoja está impuesta con rigor científico, nos hace preguntarnos: ¿los robots de la vida real funcionan bajo estas leyes de la ciencia-ficción? Podremos descubrirlo en la muestra. 

Para los más fanáticos del cine, también hay reservada alguna sorpresa. A través de esculturas reales, podremos conocer a algunos de los robots más famosos de la pantalla grande. Como al fiel compañero y sacrificado R2D2 o al ‘esqueleto’ del famoso exterminador T-800, ese que vino del futuro en dos ocasiones, una para a matar a Sarah Connor a causa de su hijo, y otra para protegerlo. Además, atrapada en una de las pantallas, vemos levantarse, una y otra vez, a la primera y más famosa robot de la historia del cine, esa intimidante escultura de hierro llamada María, de la obra cumbre del cine expresionista alemán, Metrópolis (1927), de Fritz Lang. 

EL PRIMER HUMANOIDE DE LA HISTORIA
Y ya que hablamos de arte, resulta especialmente atractivo el Caballero Mecánico, pieza clave de la exposición. Es tosco y arcaico, como sacado de algún sótano de la antigüedad, más cercano a la Edad Media que al siglo XXI. De hecho, tiene más de 500 años, aunque la versión que ahora tenemos delante la hayan construido y ensamblado hace apenas un año, precisamente para ser exhibida en esta exposición. Su creador fue Leonardo da Vinci (¿quién si no?), indiscutible precursor de la ciencia ficción, que en uno de sus innumerables procesos de incontinencia imaginativa se le ocurrió diseñar un autómata mecánico a imagen y semejanza de un caballero de la antigüedad, con yelmo y armadura de hierro incluidos.

Se desconoce si el prototipo original llegó alguna vez a ser construido por el propio da Vinci ni cuál fue el propósito de esta creación, pero Andrés Ortega, curador de Nosotros, Robots y autor del libro La imparable marcha de los robots, lo tiene claro: el Caballero Mecánico “es el primer robot propiamente dicho que se conoce de la antigüedad y también el primer humanoide de la historia”. Con este diseño, el maestro del Renacimiento dio el pistoletazo de salida de lo que estaba por llegar.

Y es que los robots ya están aquí, eso es indiscutible; hace tiempo que dejaron de ser una quimera para volverse una pujante realidad. Bonitos y feos, inteligentes y torpes, intimidantes y agradables, asombrosos y decepcionantes; vengan de algún pasado remoto o futuro imaginado, ya sea para ayudarnos a realizar tareas difíciles o desagradables, o para hacernos compañía en nuestra soledad humana, o, cuándo no, para retarnos cual Prometeo de la posmodernidad, los robots nos esperan para contarnos sus historias y plantearnos nuevos e increíbles desafíos en la muestra Nosotros, Robots del Espacio Fundación Telefónica. ¿Te atreves a conocerlos en persona?

La robótica no es solo el arte de fabricar robots. Para algunas personas es una lucha por conseguir hacer máquinas que puedan pensar y actuar como nosotros, máquinas capaces de hacer lo que nosotros hacemos, seres mecánicos sensibles.
Robots Humanos
Documental de National Geographic

Nosotros, Robots se puede visitar hasta al 17 de noviembre 2019, con horario de visita de martes a sábado de 10 am a 8 pm y domingos de 12 a 7 pm. INGRESO LIBRE

VISITAS COMENTADAS
Martes a viernes, de 4:30 a 8 pm
Sábado, de 10 am a 1:30 pm y de 4:30 a 8 pm
Domingo, de 3:30 a 7 pm

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