Miguel A. Vallejo Sameshima | 30.09.2016
Autor de casi ochenta libros entre poesía, teatro, educación, crítica literaria y de arte, Manuel Pantigoso (Lima, 1936) es también periodista y gestor cultural hace seis décadas. Sin embargo, su obra no ha tenido la difusión merecida, pues sus ediciones han sido siempre objetos de arte, a precios que dificultaron su masificación.
Ante ello, celebramos la aparición Piel de la palabra, una antología de su obra poética realizada con el cuidado de las anteriores publicaciones, pero a un precio más accesible. Piel de la palabra recorre los diecisiete poemarios escritos por Pantigoso, desde Salamandra de hojalata (1977) hasta Los siete uni/versos del jardín de Magdalena (2015), en una compilación realizada por Antonio Sarmiento (Premio Copé de Poesía 2015). A su vez, aparecen textos publicados en otras antologías e inclusive poemas inéditos. A propósito de esto, conversamos con Pantigoso.
P. Usted ha declarado ser un poeta que trabaja a partir de la intuición. ¿Cómo es su proceso creativo?
R. Me dejo llevar por la emoción que va surgiendo del propio texto que voy escribiendo, es este quien va encontrando su propia orientación y su propia forma. Trato de evitar que el concepto se sobreponga y trato también de lograr que lo ambiguo se parezca más a lo que el poema quiere decir.
P. Hay poemas suyos que buscan captar el instante, en escenas, mientras en otros trabaja aspectos universales. ¿Cómo conciliar esas búsquedas en poesía?
R. La conciliación se da en la propia lectura, en la manera en que lo pequeño y simple puede alcanzar la trascendencia, y viceversa. La lectura es, básicamente, un fenómeno de recreación, de asociaciones y correspondencias entre el lector y el texto.
R. En algunos de sus poemarios, como Los siete uni/versos del jardín de Magdalena, emplea conceptos de la física a la vez que conceptos orientales. ¿Hay un orden en ese vínculo?
R. Hay una evidente expansión del corpus poético para encontrar otras posibilidades expresivas de la trascendencia que está también en la ciencia. La física es formidable para ello por su directa vinculación con las leyes de los fenómenos naturales.
P. ¿A qué se debe una producción tan prolífica como la suya, con diecisiete poemarios?
R. A una necesidad permanente de búsqueda más allá de lo material; y a una posibilidad de emocionarme y de reflexionar sobre ello ante los hallazgos de la escritura.
P. ¿Qué ha descubierto sobre su propia obra a partir de la antología Piel de la Palabra?
R. Más bien he ratificado ciertas constantes: la poesía como autoconocimiento, el amor por la aventura o la travesía, la búsqueda de la atmósfera del poema, la esencialidad estética y filosófica de la palabra, la melancolía del tiempo, la integración de las artes en el poema.
P. Como crítico literario ha analizado la obra de poetas de la primera mitad del siglo XX. En contraste, ¿cómo encuentra la obra de los autores jóvenes?
R. La obra es un continuum. Ella se alimenta y retroalimenta constantemente. Los jóvenes, aunque iconoclastas por naturaleza, vuelven a lo antiguo para encontrar la modernidad.
P. ¿Qué tan justo es el canon académico de la poesía peruana?
R. En poesía, y en el arte en general, no existen reglas, preceptos, normas. Lo académico solo funciona para el estudio y la investigación, no así para el fenómeno de la creación, en donde la libertad es esencial.
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