BLU - Heladería

Escrito por Javier Gragera

Vender helados en el desierto se antoja una buena idea de negocio. Pero si además los helados que vendes respetan la tradición italiana de elaboración artesanal, el éxito está asegurado. Prueba de ello son los fines de semana en la heladería Blu: su pequeño local en el Jr. 28 de Julio, a la vuelta del Parque Municipal de Barranco, está siempre a reventar, sin importar que afuera el cielo gris y húmedo limeño invite más a tomar una bebida caliente que llevarse a la boca algo frío.

El secreto, según Nicolas Palma, fundador de Blu junto a su amiga de toda la vida Laura Lucangeli, va más allá de la calidad de unos helados que ellos mismos elaboran en el backstage del local, justo detrás de una vitrina de cara al público, y se encuentra en todas y cada una de las personas que forman parte de esta gran familia heladera. Blu logra vender helados hasta en invierno gracias a la calidez y el trato cercano de su equipo humano.

Helados con mucha fruta
En vitrina, Blu ofrece una variedad de 16 sabores distintos (maracumango, menta-muña, gianduia…), los cuales se eligen según los gustos de la gente y las frutas de temporada, ya que sus helados se elaboran solo con insumos frescos. La leche, por ejemplo, que junto a la fruta representa el 50% de lo contiene cada helado, es suministrada por un establo que gestiona la Universidad Agraria de La Molina, y llega a la heladería prácticamente después de ser ordeñada.

Luego, en lo que Nicolás y Laura han bautizado como su ‘laboratorio’, ellos elaboran y experimentan con sabores según procedimientos artesanales, lo que da como resultado un producto único, que se realiza en pequeñas cantidades y que le imprime un carácter especial a cada helado. Además, ellos se preocupan por ofrecer un helado saludable, sin conservantes ni colorantes y bajo en azúcar, en un proceso cuyo principal favorecido es el sabor.

“Oye, este helado sabe realmente a plátano”, les dicen los clientes. No creo que exista mejor cumplido para un heladero.