Javier Gragera G. | 24.03.2017
Crítica de teatro por Javier Gragera
Los hechos de ‘El Baguazo’ han marcado a fuego la historia contemporánea del Perú. Es lógico, por tanto, que esta traumática experiencia nacional haya sido en los últimos años germen de numerosos productos culturales: libros de investigación académica, trabajos de corte periodístico, obras enfocadas a la interpretación de estos sucesos desde las artes visuales… Solo era cuestión de tiempo de que las artes escénicas también lo tomaran por asalto, de que ‘El Baguazo’ asumiera su necesario protagonismo en los teatros peruanos. Una responsabilidad que se han atrevido a asumir los creadores de Ausentes – Proyecto Escénico, un título que trae a escena este doloroso conflicto social para traducirlo a un nuevo lenguaje y ponerlo al alcance de nuevos públicos.
Pero no nos engañemos: Ausentes rehúye desde un primer momento de ser entendido como un trabajo documentalista o de no-ficción centrado en los hechos de ‘El Baguazo’, y su libreto se niega a contar una historia anclada de manera irrefutable a la realidad. De hecho, en ningún momento de la puesta en escena se pronuncia la palabra 'Baguazo' o Curva del Diablo, y el nombre de ninguno de sus protagonistas remite directamente a ninguna persona de carne y hueso. En esta decisión hay claramente una intención de universalizar el discurso, y así armar una metáfora atemporal y omnipresente de una problemática aún latente y que afecta a tantos pueblos y territorios del Perú y del resto del mundo: la de los conflictos sociales derivados de la implementación de proyectos mineros cuando existe la oposición de una parte de la población civil. No, Ausentes no trata sobre ‘El Baguazo’, al menos superficialmente, pero al mismo tiempo es inevitable establecer paralelismos entre los sucesos ficticios que son narrados en esta obra y los sucesos que ya son parte de nuestra historia y que desembocaron en los enfrentamientos violentos entre la policía y los manifestantes aquel trágico 5 de junio de 2009.
El principal acierto de Ausentes, una producción de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP, es su puesta en escena, que descarta la tradicional división del teatro entre escenario y patio de butacas, y nos mete a todos, a actores, actrices y público, en el mismo espacio: un territorio sin butacas ni fronteras aparentes donde viviremos codo con codo cómo se desarrolla la historia. Ausentes apela no solo a reacciones emocionales, sino también corporales. La escenografía nos pondrá en medio de la disputa; tal es así que el conflicto acabará por estallar delante de nuestras propias narices. Resultará entonces imposible mantenerse al margen, todos somos parte ya de lo que está en juego: nos rodean manifestantes y policias, se nos echan encima los personajes, hay voces, tensión, incomodidad... Nos sentimos agredidos por la violencia, que no solo nos obliga a movernos (para salir ilesos de la amenaza de un golpe, por ejemplo), sino que también nos tienta a involucrarnos. ¿Cómo evadir nuestro impulso de ayudar a alguien que está siendo víctima de una agresión a escasos metros de distancia? ¿Cómo no querer hacer algo para impedir que lo que está por suceder suceda?
Si pensamos en la propuesta escénica, llama la atención que Ausentes se esté reponiendo en la Casa-Teatro Yuyachkani. Resulta nuevamente inevitable trazar aquí otro paralelismo, e identificar los múltiples elementos narrativos y escenográficos que vinculan Ausentes con Sin Título, Técnica Mixta, clásico contemporáneo del teatro peruano y obra emblemática de Los Yuyas. La narración fragmentada y por momentos performática, el collage escénico y su naturaleza multidisciplinar, la cercanía del público al accionar de los actores y actrices… Ausentes se presenta así como un digno heredero de Sin Título, que ha sabido asimilar muchos de sus recursos y los ha reinterpretado de manera acertada para contar su propia historia.
La puesta en escena de Ausentes, en líneas generales, cumple con las expectativas de profesionalismo y calidad que se le puede exigir a cualquier producción teatral de primer nivel. No hay ni rastro de amateurismo, y uno se siente inmerso en un espectáculo de alta factura, tanto a nivel técnico como interpretativo. Rodrigo Benza asume la dirección de esta obra de creación colectiva, detrás de la cual hay involucrados más de 40 profesionales entre bailarines, actores, músicos, artistas visuales y productores. Las danzas y la música, inspiradas en el acervo cultural de los Shapis de Chupaca (Huancayo) y los Shacshas de Huaraz, destacan positivamente, al igual que las solventes actuaciones de Alberick García, Ricardo Delgado y Melvin Quijada, que logran dar aliento a los arquetipos que se han visto obligados a interpretar.
La obra, que no niega en su tramo final su intención de trasmitirnos una moraleja, conmueve, inspira, nos saca de nuestra zona de confort. Ausentes es una propuesta escénica que logra hacer del teatro una emocionante experiencia que remueve conciencias. No olvidemos que el Perú sigue teniendo por resolver múltiples conflictos sociales que tienen que ver con asuntos ambientales y proyectos mineros. El aplauso del público subraya el final de Ausentes, pero queda flotando en el aire una densa sensación de amargura. Esta es una historia que lamentablemente continúa vigente fuera del teatro.
Ausentes – Proyecto Escénico va hasta el 27 de marzo 2017, en la Casa-Teatro Yuyachkani, con funciones de jueves a lunes a las 8:30 pm. Precio de entrada: General S/40; Estudiantes y Jubilados S/30; Estudiantes PUCP S/20
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