Rolling Stones: El lado B del Rock and Roll

The Rolling Stones / Foto: Ken Regan

Tienen más de 50 años tocando juntos, desde 1962, con casi la misma cantidad de álbumes -entre estudio y en directo-, sin contar los recopilatorios, EP, remasterizaciones... Han tenido más de dos mil presentaciones en vivo, desde los pequeños bares de sus inicios en el Reino Unido, hasta The Big Bang Tour, que ostenta el récord guinness como la gira más exitosa de todos los tiempos. Han ganado toda clase de premios y son miembros del Rock & Roll Hall of Fame desde 1989.

Esta semana, después de verlos pasar de largo desde Argentina hacia Brasil varias veces, los Rolling Stones aterrizan en Lima, y lo hacen para dar un concierto en el Estadio Monumental de Ate. Y sí, hay que escribirlo con todas las letras para creerlo, para aceptarlo.

Como el dinosaurio de Monterroso, parece que cuando despertamos, cuando abrimos los ojos al mundo, los Stones ya estaban allí. En realidad, para la mayoría de nosotros en este subcontinente donde la media de edadregional no llega a los 35, ellos siempre han estado allí, y siempre han sido mayores.

Hay dos historias en los Stones, la suya como banda y la nuestra con sus canciones. La primera es más o menos común, más o menos oficial, la segunda la cuenta cada una de esas 80.000 almas que harán fila el domingo en el Monumental y, por supuesto, el resto que se quedará fuera. La historia de la banda también tiene dos maneras de leerse, la del ascenso meteórico, la invasión británica y la consagración. La Banda arquetipo de todas las bandas. Los RockStar en su más pura esencia.

The Rolling Stones / Foto: Ken Regan
The Rolling Stone. / Foto: Ken Regan

Pero también tiene un lado B, ese que nos recuerda que 50 años atrás el mundo era un lugar bastante distinto, demasiado acicalado y ordenado para que Mick Jagger y compañía fuesen recibidos sin reticencias. En el que James Dean se burló abiertamente de ellos, Ed Sullivan los vetó de su programa y el London Evening News les cocía la letra escarlata con aquel “¿Dejarías que tu hija se case con un Rolling Stones?”. Eran demasiado negros y eso no abría puertas.

En ese lado B están también los roces con Brian Jones y su muerte, Keith Richard inhalando las cenizas de su padre mezcladas con cocaína, los Hell’s Angels en el concierto de Altamont Speedway Free Festival y la ambigua sexualidad de Mick Jagger que hasta hace poco aún incomodaba a unos cuantos.

En parte por mercadeo, claro, pero en parte porque no podían ser de otra manera, los Rolling Stones fueron los tipos malos del mundo donde los Beatles eran los buenos, y no sólo lo aceptaron sino lo aprovecharon para hacer una música con identidad propia, con el enorme talento de todos sus miembros, pero con un aura completamente distinta, con una fuerza y una rabia que abriría el camino para tantos que vinieron después y se apagaron unos kilómetros más adelante.

Cassette / Foto: Alamy
El lado B / Foto: Alamy

El resto de los mitos, esos que se irán a agolpar al borde del escenario el domingo para corear cada canción, son hijos de esta historia con lado A y lado B. Para algunos los Stones están en esa parte de la memoria donde van a parar las borracheras y los excesos de los 15, los 20 o bastante más allá, para otros, esos primeros balbuceos en una lengua extraña que de a poco fueron cobrando sentido; hay quien irá para recordar a sus viejos, al abuelo, los hermanos y los primos, todos sentados frente al televisor mientras Paint it black daba entrada a Pelotón. Irá quien aún tiene la guitarra donde practicaba con esmero los acordes de Angie. La que se desvistió por primera vez frente a un extraño con (I can´t get no) Satisfaction. Estarán todos, cada uno con su pedazo de historia, de ese TDK de 90 que traía por la cara A a los Beatles y por el B lo mejor de los 5 vagabundos de Londres.

 

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