Claroscuro del ruido: Estampida sónica vol. 2

Foto de Brenda Lizarzaburu

Escrito por Marco Yanayaco

¿Qué es una estampida?

  1. Ruido fuerte y seco, como el producido por el disparo de un cañón.

  2. Resonancia.

De estas dos acepciones encontramos la primera parte de la fórmula para entender qué es una estampida sónica. En la escena emergente hallamos una serie de grupos que se distinguen entre sí, pero que al mismo tiempo comparten ese amor por la estridencia, por el sabor alegre y esporádico del ruido que vibra desde sus cuerdas furiosas y voces intensas. Esta forma de expresarse en la música no es fortuita: viene de una herencia, y busca también plantar su propio árbol.

Este festival de música alternativa es, precisamente, uno de esos hechos que nacen del amor, el trabajo y la necesidad de crear un espacio para este sonido. Un sonido que poco a poco se va metiendo en la mente de las personas, y que sin el esfuerzo y la autogestión de los involucrados —Sueño Púrpura— no hubiera sido posible.

Prepararse desde antes

Llegaba a Unión Central un poco cansado por el trabajo y la rutina de la semana. Creo que no había despertado de mi insomnio monótono hasta que estuve parado frente a la mesa de merch de la banda. Ahí estaban Jandy (Sueño Púrpura) y Anthony (MIMO), a quienes pude reconocer y comentarles un poco que venía a escribir. Compré un póster de Sueño Púrpura que quería desde hace tiempo, y también el fanzine de Mi mochila huele a semen.

Hasta ese momento, todo era tranquilo. Las charlas iban y venían, pero apenas habían pasado unos treinta minutos, el festival empezó. Tenía aún algunas conversaciones pendientes y, entre la gente, también aparecerían personajes curiosos que me encontraría en medio de este torbellino de ruido y energía.


Evas - Foto de Brenda Lizarzaburu

La primera banda en presentarse fue Evas, a quienes escuchaba por primera vez y de quienes me llevé una gran impresión. Con sus canciones instrumentales abrieron el festival con Math rock, y poco a poco la gente empezó a acercarse al escenario. Lo que destaco es que tanto la batería como las guitarras hipnotizaron al público. Hubo coordinación, pero también melodía; las notas eran precisas, pegadizas. Desde el inicio, la gente permanecía inmóvil, casi absorta, escuchándolos tocar. La apertura de un festival nunca es sencilla, pero lo lograron, e iniciaba lo que prometía ser una gran noche.

Luego subió Homi Homi, que regaló uno de los momentos más intensos de la jornada. No solo brillaron musicalmente: también invitaron a algunos miembros de Umi Murasaki para tocar un cover de Toe que fue, sin duda, de los mejores temas de la noche. Intensa, furiosa, una canción que no querías que termine porque parecía que podía seguir toda la noche, como si nunca se agotara.

Mientras el público seguía el ritmo a pie, movía la cabeza, el ambiente se encendía con cada golpe de platillos, cada redoble frenético de batería. Fue una chispa que se convirtió en incendio. De poder repetirlo, lo haría. Fue la valla que se marcó para el resto de la noche, y a partir de ahí cada banda tendría que subir un escalón más.


Homi Homi - Foto de Brenda Lizarzaburu

Siguió San Germán, banda a la que tengo cierto cariño, tanto por el nombre como por sus integrantes. Pude conversar con Hans y Augusto antes de su presentación, y además fueron de las primeras bandas que escuché en Estampida Sónica Vol. 1 en 2023. Los recuerdos de esa noche volvieron mientras tocaban, pero también noté algo nuevo: habían evolucionado. Su manejo de instrumentos era impecable. El sonido, pesado e intenso, pero controlado hasta donde ellos querían llegar.

Cada tema era como un hachazo en la cabeza: certero, sin remordimiento alguno, pero que en lugar de noquearte te despertaba. Tocaron también su single La marea alta, que por ahora es el único tema que han subido, pero estoy seguro de que será el primero de muchos. Incluso una turista brasileña, que por azar llegó al evento, me dijo luego que quedó impresionada por su presentación.


San German - Foto de Brenda Lizarzaburu
Continuó Mi mochila huele a semen, o MIMO para los amigos, banda de la que se está hablando mucho y que recientemente volvió de dar conciertos en México. Si hay algo que los caracteriza, es el uso de vientos: flauta y saxofón en vivo no como un adorno, sino como parte fundamental de la estructura musical. No están solo para el clímax, sino para crear atmósferas, para preparar el terreno antes de la explosión.

Su sonido es experimental, dinámico, furioso por momentos. Fue un baile vicioso, lo que la noche necesitaba. Era la primera vez que los escuchaba en vivo, y me dejaron con ganas de más. Como una droga adictiva que induce al grito, al caos, a moverse. ¿Sacarían pronto nuevos temas? Ojalá que sí. No creo ser el único esperándolo.


MIMO - Foto de Brenda Lizarzaburu

Como plato final, Sueño Púrpura, la banda que no había podido escuchar en vivo desde hacía un año. Tenía expectativas altas luego de su presentación en Estampida Sónica Vol. 1, y esta vez no solo las cumplieron: las superaron. Fue una entrega total, de principio a fin. Empezaron con Luz inerte, luego tocaron su single más reciente La niebla, estrenaron un tema nuevo y cerraron con un pogo inolvidable que no creí que se daría, pero que condensó toda la energía acumulada en ese último baile estrambótico.

A pesar de que eran casi las 3 a. m., todos seguíamos de pie, marcando el paso, tarareando, moviendo la cabeza. ¿Qué podía esperarse de los anfitriones de esta cocina ruidosa? Una presentación impecable, con la voz de Jandy y los coros de Rodolfo, acompañados perfectamente por la guitarra. El uso de sintetizador fue un acierto: un agregado que armoniza y endulza su sonido noise rock/shoegaze. Era lo que esperaba, pero más aún. Una propuesta sólida que no deja de experimentar, creando pasajes de agresividad, dulzura y paz, difíciles de lograr en equilibrio, pero que esta vez lo consiguieron.

Entre risas y amistad, incluso alguien coreó el “feliz cumpleaños” a Rodolfo durante una pausa entre canciones. Una experiencia acogedora, íntima y feroz al mismo tiempo.


Sueño Purpura - Foto de Brenda Lizarzaburu

Antes de esta presentación pude conversar con una turista brasileña que, por azares del destino, había visto una publicidad del evento y decidió entrar. Me dijo que no era música común en Brasil, donde predomina otro estilo, pero que le encantó la propuesta de cada banda. Algo que me dijo y que se me quedó fue que los vientos aportaban muchísimo al sonido, y que es raro verlos en bandas independientes. Creo que se llevó un grato recuerdo. Y no solo ella: todos los afortunados que estuvimos ahí también.

Cumplido el ritual de los conciertos, uno piensa que estas experiencias solo se dan en ciertos momentos. Y eso las hace especiales, sobre todo cuando hay tan buenas bandas reunidas. ¿Superaron su propuesta del año anterior? Sí. En demasía.

Estoy ansioso por escuchar lo próximo de los proyectos que tocaron esa noche. La escena debería juntarse más seguido y masificar eventos cada vez más grandes. Claro, pedirlo es fácil. Pero detrás hay un trabajo pesado que debemos visibilizar para seguir apoyando. Recoger los cables, llevar instrumentos de un lado a otro, alquilar locales, lidiar con una organización que a veces no se cumple del todo... todo eso y más son los aspectos invisibles para el público.

Y es parte del oficio de hacer música desde la autogestión. Mencionarlo es justo: la calidad que ofrecen lo merece. No es magia, es dedicación. Y sobre todo, resistencia.

Solo quiero que ese ruido sea eterno.

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