El complejo retrato de una memoria que está por extinguirse

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Pensar en el cine peruano en la actualidad es contemplar un avance no solo en cantidad, sino en calidad. Entre el 2014 y el 2024 se han estrenado aproximadamente 849 películas peruanas, gran parte de ellas regionales. Contemplar el cine del Perú hoy también es pensar en el Estado que (no) nos avala. El estado que permite un presente corrupto, caótico e injusto. Ese mismo estado que envuelve las calles con peligro, mafia y tristeza. El que provoca furia. 

Hace poco tuve la oportunidad de ser invitada en Cine Quilca para conversar acerca de la película Casos Complejos (Trujillo, 2018) de Omar Forero. Un cineclub sin fines de lucro ubicado en pleno Centro de Lima, que, dentro de su programación, organizó un ciclo de cine peruano contemporáneo, visionando obras como Peso Gallo (Huancayo, 2022), Manco Capac (Puno, 2021), Casos Complejos (Trujillo, 2018), Dias de Santiago (Lima, 2004), entre otras. 

Al verme frente a este largometraje, se despertó en mí mucha inquietud y sobre todo perturbación. ¿Cómo es posible que esta realidad retratada siga siendo parte de nuestro presente, e incluso, esté potenciada a niveles extremos? ¿Hasta cuándo vamos a ser espectadores de un sistema imparable de dominio y corrupción? ¿O es acaso algo inmortal para lxs peruanxs?

Me sentí culpable, ¿debo ver cine para recordar fuertemente el problema que arrastramos desde tiempos inmemoriales?

Casos complejos narra la vida de un fiscal que aún conserva la esperanza de lograr cambios en la sociedad y un joven sicario que no tiene otra opción que matar para vivir. Situada en el norte del país, esta obra fue una ruptura o salida sobre las producciones de comedia que se venían dando en esa época, como Asu Mare, Loco por ti, La peor de mis bodas, entre otros títulos de películas de "humor" en el cine peruano. 

¿Cómo filmar un tema cotidiano que tiene saturado al país? Omar encontró la combinación perfecta: una onda de sátira y humor negro sobre una realidad tan triste y fuerte como la corrupción. Es muy interesante ver cómo el tono utilizado logra, en un inicio, "desdramatizar" el problema, pero esto solo termina siendo un efecto rebote para subrayar el dolor que este tipo de situaciones nos trae. Te relaja, envuelve y divierte, hasta que te das cuenta de que estás chocando con tu propia realidad. Una realidad que, al parecer, es inquebrantable.

La elección rebuscada de la trama mezclada con humor, la fotografía, tal como un policial diurno, la música extradiegética, los intertítulos, entre otros recursos, hacen de esta obra una propuesta sumamente original. Tomar la herida y transformarla en una pieza que llegue a todxs, sin importar quién o qué, es un arte del cual no deberíamos prescindir. Es historia, es el Perú.

Lxs personajes que nos presenta este universo son verosímiles y concretos, desde la forma en la que hablan, utilizando jergas en los diálogos, hasta cómo son retratados, con una cámara que básicamente narra la historia y está al servicio de ellxs. En Casos Complejos tenemos a mafiosos que sienten, tienen miedo, vomitan al matar, dudan antes de disparar y, también a líderes de la justicia que cometen múltiples errores, se dejan llevar y no afrontan su cargo con pureza y lealtad. 

Es muy interesante ver el esqueleto de la historia, y como el fiscal bardales (protagonista) nunca se llega a cruzar físicamente con el sicario (figura “antagónica”). A diferencia de un policial hollywoodiense, estos dos sujetos, que se encuentran conectados directamente uno con el otro, y estando tan cerca, jamás llegan a entrelazar caminos. Y es que seguimos estando tan lejos de toparnos con lo justo, que encuadrar lo contrario sería alejarnos de nuestro cotidiano. 

En esta obra, tampoco termina por triunfar el bien, a pesar de los esfuerzos del fiscal, la película muestra cómo, debido a la corrupción, lxs delincuentes pueden ser liberados en el sistema judicial, dejando al espectador con una sensación de frustración y reflexión sobre la realidad del sistema de justicia. 

Entre humor negro y realidad expuesta, Omar Forero nos conduce a un camino sin final. A un eterno retorno al centro de la corrupción. Este 2025, Casos Complejos cumple siete años. Hace unos días se aprobó la “ley Anticine”, un intento del Estado por filtrar, elegir y sobre todo controlar los financiamientos y, por ende, la realización cinematográfica de nuestro país. En tiempos como estos, esta ley ataca directamente a la memoria colectiva y al patrimonio cultural del país. ¿Cómo reflejamos entonces la historia, el duelo y las secuelas? ¿Cómo resurgimos de la herida sino es construyendo a raíz de ella?

El constante baile entre la verdad vs. el olvido. El cuerpo como testigo y la memoria como tesoro al cual volver. De ahora en adelante es imposible no cuestionarse, ¿Será factible seguir teniendo producciones como Casos complejos, que solemne y creativamente hablen de nuestro contexto político-social?

El cine no solo es un arte, sino un recurso, retrato y herramienta para el no-olvido, para la sociedad, para el desarrollo y crecimiento conjunto de la historia. El cine refuerza quienes somos, y la ausencia de él no solo entristece, sino también impacta de forma directa al ataúd de cuerpos que aumentan diariamente. Estamos siendo presxs de un estado que año tras año intenta borrar su historia, para seguir creando algo aún peor.

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