Pilar Fonseca | 16.11.2017
Artículo escrito por Pilar Fonseca
Nací el trece (de mala suerte) del cuarto mes del año. Mi padre era norteamericano y mi madre peruana. Al enterarse que yo venía él se marchó (como si mi nacimiento se tratase de un mal augurio) y ella se quedó madre y soltera. Como no pudo hacerse cargo de mí (era 1924 en Lima, una ciudad conservadora y pacata), me dio en adopción. Crecí en un hogar donde aprendí el rigor, la ternura y la música; en ese orden.
Me dediqué a leer a los clásicos de la literatura; sobre todo, poesía en inglés y francés. En el colegio todo era muy pro hispánico y europeo. Sin embargo, tenía un profesor de Lengua y Literatura con quien luego me reencontraría en la Universidad de San Marcos en donde yo estudiaba como alumno libre. Él, y yo sin saberlo por aquel entonces, marcaría un camino importante en mi vida. José María Arguedas fue este profesor que me abrió los ojos a una realidad que no era la capitalina, me introdujo al mundo cultural limeño (porque notó algo especial en mí) y, sobre todo, me acercó a las culturas precolombinas que luego, sin saberlo también, se convertiría en una fuente de inspiración en mi trabajo.
Años más tarde Arguedas se molestaría un poco conmigo y nos distanciamos, yo quería ver el mundo y conocer qué se estaba haciendo afuera. Él, supongo, esperaba otra cosa de mí.
Otra persona que muy importante para mí (en este camino de la vida) fue Javier Sologuren, poeta y sobre todo amigo. Él me recomendó con Jorge Basadre, quién tenía una revista llamada Historia, para publicar mis poemas en forma de separata, el cual llamaría Reinos.
Para 1945, Javier envío Reinos al Premio Nacional de Poesía. Me enteré que participaba cuando me avisaron que había ganado. Tenía sólo 21 años.
Luego todo llegó, para el 48 ya había ganado el Premio Nacional de Teatro por mi obra Maquillaje. Verán, no sólo me dediqué a la poesía como han de suponer, sino a experimentar en la escritura y no sólo con ella. Y así también, en ese año estaba exponiendo mi primera muestra junto a Fernando de Szyzslo. Viajé a Francia, gracias a una beca. París abrió mis ojos y todos mis sentidos, me dediqué a pintar, a jugar y a experimentar.
Gracias a esta curiosa necesidad gané una beca de la UNESCO y fui a Suiza, donde seguí jugando con la poesía para convertirla en algo más libre y lúdico.
No me detuve. Performances en los espacios públicos. El Quipu de las Naciones. La música. La escultura.
Si bien no volví a vivir en el Perú, siempre estuve muy ligado a esa cultura oriunda que son infinita inspiración, no sólo con los quipus sino también los chamanes y cómo olvidar el mar (Poesía en A Mayor).
Arena de Lima enviada a Italia, tela, huesos, alambre, ropa y hasta cabello humano. Todo es válido para la creación sin olvidar nunca el cosmos, la NASA es testigo de eso.
Romper los moldes y experimentar para jugar/crear porque a medida que se avanza en la investigación estética, todas las barreras caen y cualquier división entre los géneros (como poesía, novela, pintura, escultura, recitación, teatro, música, etc.) aparece artificiosa y académica.
Mi vida física acabó cuando tenía 81 años de edad (2006). Muero en Milán y lo que llaman mis restos reposan junto a mi compañero de toda la vida, Michele.
Esta voz impertinente es la mía (Pilar Fonseca), pero no hay Eielson sin experimentación y estas pequeñas libertades son las que deberíamos considerar (siempre).
Para suerte nuestra, Eielson no sólo quedará en estas líneas. El Museo de Arte de Lima (MALI) trae una exhaustiva retrospectiva de los diversos campos de trabajo del artista. Una oportunidad para que se animen a experimentarlo personalmente.
MÁS INFORMACIÓN
Título: Eielson
Lugar: MALI, Museo de Arte de Lima (Paseo Colón 125, Parque de la Exposición)
Fechas: Del 17 de noviembre de 2017 al 4 de marzo de 2018
Horario: De martes a domingo de 10 am a 7 pm | Sábados hasta las 5pm | Cerrado los días lunes, Día del Trabajador (1 de mayo), Navidad (24 y 25 de diciembre) y Año Nuevo (1 de enero).
Precio: General: S/30 (peruanos y residentes S/15); Reducidas (estudiantes, mayores de 65 años, docentes y personas con discapacidad): S/15 (peruanos y residentes S/5); Ingreso gratuito: Todos los jueves desde las 3 pm y “Una noche en el MALI” (primer viernes de cada mes) de 5 a 10 pm.
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