Kanaku y el Tigre: Walk on the folk side

© Kanaku y el Tigre

Hace unos años, esta historia probablemente hubiese arrancado hablando de cómo Bruno Bellatín (Kanaku) y Nico Saba (El Tigre) se hicieron amigos en la infancia, para tomar destinos separados y reencontrarse en un momento en que los dos tenían muchas ganas de hacer buena música. Hablaría sobre el proyecto Tigre de Nico, que consistía en tocar con músicos callejeros de distintas ciudades que visitaba, o el estudio Kanaku (Fuego en quechua). De cómo armaron Caracoles (2010), su primer disco, y lo comenzaron a presentar en espacios pequeños. Hace unos años, ésta sería la historia de una banda con un sonido distintivo que pareciera estar haciendo las cosas bien.

La historia, en cambio, comienza en una calle de San Isidro en la que Nico (El Tigre) y yo comenzamos a caminar, dando un paseo por ese lado folk que ellos han abierto en la música peruana y que hasta ahora ha dado dos discos, el ya mencionado Caracoles (2010) y Quema quema quema (2015), a los que se suma un tercero en camino, múltiples presentaciones dentro y fuera del país, además de tocar en espacios cada vez más grandes.

“Mi parte favorita es la de componer. Crear las canciones es lo más emocionante”, deja caer Nico cuando comenzamos a hablar del crecimiento y la consolidación del último par de años. Pero también es precisamente la más exigente, la que se va haciendo más densa con cada nuevo disco, “siempre lo primero que haces con un proyecto es como cosas que te salieron de la cabeza y ya", admite mientras seguimos paseando. "Después, cuando quieres hacerlo de nuevo, tienes que zambullirte más profundamente, y mientras más lo vas haciendo tienes que ir más adentro y buscar más”.

Un sonido más festivo

El compositor no intenta negar que ese crecimiento ha influido en la producción de la banda, cuyo segundo disco fue mezclado por Matías Cella en Buenos Aires y Tom Baker en Los Angeles, además de contar con Liniers en las tapas, pero aclara que más que de “fama”, se trata de influencias y experiencias distintas que alimentan el proceso, “Cuando pasas de tocar de un circuito a otro, ese otro circuito también viene con influencias, te expone a música a la que no estarías expuesto”; sin embargo recuerda que “tu influencia más grande es la vida que estás viviendo”.

La consolidación ha traído consigo una forma distinta de afrontar la música, a partir de su relación con el espacio. Caracoles no fue un disco pensado para ser tocado en vivo, sólo querían compartirlo con los amigos, así que las presentaciones iban en esa frecuencia. Con Quema quema quema, en cambio, “comenzamos a tocar en bares y el show en vivo creció un poco y ahora estamos tocando en escenarios grandes, y estamos queriendo hacer música que vaya acorde con eso”.

En ese proceso creativo, dice Nico, siempre hay un riesgo inherente. “Ahorita estamos haciendo cosas en el estudio con las que digo ¡Carajo! No sé si a la gente que le gusta Bicicleta le va gustar esto”, pero defiende la importancia de seguir ese camino que se trazaron desde el comienzo, de hacer la música que desean tocar y no quedarse en la zona de confort, “no tiene sentido hacer siempre lo mismo, ni para mí ni para Bruno, porque ya no somos esas personas, no es emocionante”.

El nuevo disco, en el que han comenzado a trabajar el pasado año, busca un camino más festivo, más bailable, “está muy africano, mucho más africano que antes. pero con influencias ya no tan antiguas, las que tenemos ahora son más afrobeat, un poquito más modernas”.

Pese a las constantes búsquedas y experimentaciones, Nico tiene claro el núcleo de Kanaku y el Tigre y sabe que, al lugar que vayan en términos musicales, seguirá estando ahí, “yo creo que Kanaku tiene una melancolía, camuflada en el primer disco, más a flor de piel en el segundo, pero con este otro lado luminoso, creo que eso no se va a perder nunca, esa semitristeza, eso se va a quedar ahí”.

Esta historia se pausa, que no termina, luego de una hora paseando por ese camino que a su vez es el punto de partida de muchos nuevos senderos, con Nico dándome sus audífonos para poder escuchar lo que va del primer disco, con la emoción de quien le muestra a un "pata" su primera canción. Tal vez eso es lo que está en el centro de esta banda, el placer de hacer música, y de compartirla, de llevarnos a dar un paseo por ese lado folk de la música peruana.

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