Carina Moreno | 01.11.2018
Escrito por Carina Moreno
Al celebrar los 24 años del inicio de las investigaciones en Caral, la doctora Ruth Shady Solís, Directora de la Zona Arqueológica Caral (ZAC), anunció que se han recuperado importante información acerca de la implementación de altares en los edificios públicos de la Ciudad Sagrada de Caral, ubicada en el valle de Supe-Barranca, reconocida como Patrimonio Mundial.
Se trata de los siete Altares del Fuego construidos en los edificios públicos piramidales de mayor importancia de la ciudad y en espacios próximos a las residencias principales, a los que sólo tenían acceso determinadas autoridades religiosas, políticas y sociales. Estos altares se han localizado tanto en la cima como en la parte baja de las edificaciones y en espacios cercanos a algunas residencias. Además, estos altares dan testimonio de los conocimientos en ciencia y tecnología logrados en Caral. Fueron los espacios donde se incineraban ofrendas, como cuentas, fragmentos de cuarzo, peces, moluscos y productos agrícolas. Tienen forma circular o cuadrangular, en relación, posiblemente con las diferencias de género, con muros de piedra y de quincha. En cada altar acondicionaron un sistema de ventilación subterráneo que insuflaba aire y aceleraba su velocidad en determinados puntos; un efecto físico que hoy se conoce como el principio de Venturi.
La doctora Ruth Shady presentó los valores sociales y culturales alcanzados para generar reflexiones en la sociedad actual. También destacó los trabajos de investigación, conservación, difusión y desarrollo social que realiza el sitio arqueológico de Caral para generar un polo de desarrollo y contribuir a mejorar las condiciones de vida en la población rural y urbana del área norcentral del Perú.
MÁS INFORMACIÓN
La Ciudad Sagrada de Caral se ubica a la altura del kilómetro 184 de la Panamericana Norte, a 4 horas de Lima, en el valle de Supe, provincia de Barranca. Fue un centro urbano de gran importancia durante el Periodo Formativo Inicial, entre 3000 y 1900 a.C. Está conformada por una zona nuclear con 32 edificios públicos y varios conjuntos residenciales, y dos zonas periféricas, una de ellas limita con el valle de Supe. Ocupa un espacio aproximado de 68 hectáreas. El sitio arqueológico recibe cerca de 70 mil visitas anuales, entre estudiantes, jóvenes y adultos, de diferentes partes del país; así como también turistas extranjeros.
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