Tulio Mora ha cerrado los ojos pero su poesía seguirá latiendo

Artículo escrito por Rodrigo Ahumada

El poeta nacido en Huancayo el 15 de Febrero de 1948 partió en el último gran viaje de la vida; sucedió la madrugada del domingo en Lima. La noticia de su muerte nos sorprende cuando está por rendírsele homenaje con una Celebración por los 30 años de Cementerio General, su poemario más intenso y emblemático. Apenas el pasado 10 de enero se presentó, en Barcelona, la sexta edición aumentada con nuevos poemas.

Como todo joven que ingresa a la poesía, el descubrimiento de su obra me trajo consigo nuevos vientos. Cementerio General, su obra más importante, es un acercamiento a la violencia que transita la historia del Perú, un libro que está lleno de voces que el poeta rescata para que expresen sus vivencias, sus miedos y fracasos. Como un historiador, Mora nos introduce en la piel de los personajes que vivieron en la época de la independencia, las migraciones y los conflictos internos del país en el siglo XX, para que nos hablen desde la muerte con un tono lleno de decepción y desgarramiento. Y en sus palabras encontramos rastros de la realidad convulsa del país:

(El equilibrio de mi cuerpo indivisible
y el verdugo que quiere fragmentarlo,
¿no evoca el equilibrio suicida del Perú,
su imposible armonía?)

Extracto de poema Túpac Amaru del libro Cementerio General

Horazeriano
Fue miembro importante del grupo que marcó un antes y un después en la poesía peruana: Hora Zero. Movimiento poético en donde compartió su amistad con Enrique Verástegui, Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, Eloy Jáuregui, Manuel Morales, entre otros. Dentro de este grupo cumplió como investigador y curador, haciéndose cargo de registrar y documentar el desborde creativo de Hora Zero que azotaba como un mar tempestuoso en las orillas de la poesía peruana. En el 2009 publicó el libro Hora Zero: los broches mayores del sonido, en donde pone al descubierto la gran producción de estos poetas, donde también estuvo el autor de Los Detectives Salvajes (1998), Roberto Bolaño. Con este último mantuvo una amistad cuando vivió en México trabajando como editor. Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro, quienes formaron el movimiento Infrarrealista, se vincularon con Hora Zero, un acercamiento que nació a partir de la manera en cómo concebían la poesía y que se impondrían como una vanguardia en los años 70. Bolaño mantendría una comunicación con Jorge Pimentel a través de cartas y el autor de 2666 (2004) les rindió tributo a sus camaradas peruanos escribiendo el prólogo al libro Ave Soul (1973), de Pimentel.

En la última entrevista que le hicieron en la revista Caretas el poeta habló sobre cómo la renovación de la poesía peruana viene con las vanguardias, y que los miembros de Hora Zero eran hijos de aquellas vanguardias. También mandó un mensaje a los jóvenes pidiendo que creen sus propios grupos y funden sus vanguardias. Terminó comentando que actualmente la poesía está descomprometida. Para él la poesía es registro y en estos tiempos en donde hay bombas, hay tragedia, hay estafas, corrupción y pobreza, el poeta se pregunta: “¿Dónde está el gran poema trágico de estos tiempos? ¿Dónde está? No lo veo.”

Mora no dejó de publicar hasta los últimos momentos de su vida, en el 2018 salió a la luz Oncecielos, un extenso poema ambientado en el Perú de los noventa. Época recordada por su violencia política, la poca o nula libertad de prensa, la guerra interna, el narcotráfico y los diez años del gobierno de Fujimori. Nos plantea con sus versos que la violencia es el único filtro con el que podemos observar la realidad. Además, Tulio Mora, rescató como editor la obra poética perdida de Manuel Morales en un libro titulado Trapos Líricos, autor mítico que compuso el legendario poema Si tienes un amigo que toca tambor.

La muerte es el último sueño que nos toca vivir a todos. Por eso la partida del poeta, más que tristeza, deja una honda caricia en el corazón al saber que sus versos continuarán vigentes por muchos años.