Ysabella Semiramis | 06.03.2025

Conversamos con Fabiola Reyna acerca de su labor como gestore cultural y la importancia de los espacios comunitarios de creación en tiempos de censura.
Escrito por Ysabella Semiramis
Fabiola Reyna cursaba sus últimos años en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos como Comunicadora Audiovisual cuando la virtualidad impuesta por la pandemia aún no había llegado a nuestra cotidianidad. Durante esa época ya estaba familiarizade con el feminismo y temas de género por lo que su búsqueda se centró en encontrar películas dirigidas por mujeres peruanas. 'Me di cuenta de que no había información suficiente. Recordé también que, al estudiar Audiovisuales, no se mencionó a ninguna directora peruana (...) vi que había varios festivales de cine en Latinoamérica, así que pensé: oye, acá se puede armar algo así', indica. Ante ese nebuloso abismo histórico, en Fabiola surgió una necesidad de conocer y posteriormente, difundir esta cara de la producción cinematográfica en el Perú. Fue así que, durante el 2017, empezaron los primeros preparativos para un ciclo de cine hecho por mujeres y disidencias que luego se convertiría en el Festival Hecho por Mujeres del Observatorio de Género y Cultura.
Pero la tarea fue más complicada de lo que se imaginaba, incluso hasta hoy. 'No existía registro formal (de largometrajes y cortometrajes hechos por mujeres y disidencias)', comenta. Mucha información aún no estaba disponible en Internet y el trabajo tuvo que direccionarse a una investigación aún más profunda. En ese entonces, la única manera de llegar a participantes de festivales anteriores era creer en el ''boca a boca'' y realizar visitas a cineastas, artistas y gestores; así como viajar a distintas partes del país en búsqueda de conversaciones que facilitaran los permisos respectivos para las proyecciones. Además, hacer y mover cultura en el Perú no es cosa fácil. Conforme el proyecto se materializaba, el manejo de las responsabilidades se volvía cada vez más pesado y 'no sabía cómo hacer un festival', recuerda Reyna. Y es cierto, la formación profesional en gestión cultural se limita a instituciones de paga. Ante esto, gran parte de divulgadores y gestores culturales trazan su camino en el mismo andar.
Sobre la existencia de estos proyectos la crítica siempre está fiscalizando. Mucha gente tiene en mente que realizar un concurso solamente para mujeres y disidencias es añadirles la etiqueta de 'diferentes' y separarlas entonces de una competencia de igual a igual con los hombres. Aunque estas reflexiones fomentan una discusión interesante, para elle se trata de poner directamente sobre la mesa algo distinto: la visibilización de las manifestaciones culturales y artísticas propias de las minorías sociales (mujeres, personas LGTBIQ+, pueblos originarios, comunidades afrodescendientes, etc.). Una forma de mitiguar las brechas que, por muchos años, han censurado y excluido explícitamente a estos grupos sociales, tanto empírica como académicamente.
Pero estas interpelaciones no vienen únicamente desde el diálogo abierto, sino también del control 'cucufato' y 'asolapado' que rige las 'buenas costumbres' del país. Fabiola indica que desde el 2023, la censura desde la esfera pública y otras instituciones ha incrementado. A raíz de los asesinatos en Puno por las protestas contra Dina Boluarte, actual mandataria del Perú, los eventos que surgieron en rechazo y concientización sobre el salvaje accionar del Estado han sido direccionados por instituciones asociadas a reemplazar palabras como 'asesinatos' y 'dictadura'. Más adelante, Reyna menciona que surgiría la misma presión por parte del Estado para investigar por qué se les había otorgado el financiamiento a proyectos y creaciones que hablen o sean realizadas por personas mujeres y personas LGTBIQ+ o de temáticas políticas y sociales. Recordemos que hace no mucho el alcalde de Lima y potencial candidato presidencial, Rafael López Aliaga, reiteró su propuesta de eliminar el Ministerio de Cultura, aludiendo al financiamiento otorgado a obras que impliquen temáticas de género y diversidades.
Fabiola se cuestiona si ser confrontative o cuidarse para seguir existiendo: 'No debería pasar esto de estar cuidándonos, pero también pienso en ¿cómo perdemos más?''. A través de estas medidas de poder, muchas organizaciones pequeñas son excluidas de ser partícipes en la difusión cultural peruana; o sea, de ser visibilizadas, que es lo que más se necesita para crecer.
La intención de diversas organizaciones que apoyan a estas comunidades ha sido y es poder darles visibilidad a las personas transgénero que 'viven violencia toda su vida, tienen que sobrevivir constantemente y esto no da espacio de desarrollarse en otras áreas como las artes', indica, pues 'es un derecho poder plasmar tu historia o expresarte'. Además, agrega que una gran parte de los retratos audiovisuales hacia las disidencias es abordada desde el dictamen 'vas a morir solo, estás destinado a eso, a que nadie te quiera', por lo que abrir estos espacios invita a repensar el imaginario, derribar los relatos de terror y violencia que parten de la realidad de muchas personas trans y son utilizadas por personas CIS que se atribuyen el derecho de contar una historia desde la voz ajena.
Dentro de las limitaciones, Fabiola asegura que 'ver pelis es una excusa para el encuentro, seguir denunciando lo que pasa y procurar trabajar en red dentro de lo que se pueda'. Como parte de este objetivo Reyna menciona que el Observatorio de Género y Cultura planea organizar un espacio expositivo virtual; y elle, publicar su reciente investigación académica Participación de personas LGBTIQ+ en el cine peruano. Asimismo, contó que el Festival Hecho por Mujeres y Disidencias apuntaba a proyectase en el sur del país para sus futuras ediciones.
Conoce la programación completa de las proyecciones del Festival en Lima.
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