Johanna Hamann: “El cuerpo es el que marca la imagen de la idea del tiempo”

Johanna trabajando en su taller. Foto: www.johannahamann.com

El cuerpo ha sido una constante dentro de las reflexiones de artistas de todos los tiempos, y Johanna Hamann (Lima, 1954) no se ha escapado a este influyo. La escultora peruana ha regresado una y otra vez a este concepto, cuestionando la idea de cuerpo desde su composición, su exaltación, su fragilidad, su entorno, su imagen, su transición en el tiempo y su innegable relación con otros sistemas naturales. Recientemente, Johanna Hamann presentó una exposición antológica en la galería del ICPNA. Una coartada perfecta para conversar sobre su obra.

P. El tema del cuerpo está muy presente en tu obra. ¿Hay algún punto de partida de este proceso?
R.
Sí, esta vocación de trabajar a partir del cuerpo, ya sea con elementos figurativos o mediante abstracciones, parte de la cabecita de mi hijo en el año 1977, cuando nació. A partir de ahí, empecé a configurar mi imaginario artístico. Luego viene el cuerpo que también es de mi hijo, las barrigas que aluden a la maternidad, al proceso de la existencia de estos elementos y es por eso que continúo trabajando con el cuerpo.
Mi intención era que el espectador pudiera identificarse directamente con la obra en sí. Que no tuviera que preguntarse tanto lo que es, sino que su primera sensación de confrontación con el trabajo fuera simplemente el reconocimiento de un cuerpo; y a partir de ese cuerpo, sus mutilaciones y sus puestas en escena. A lo largo de todo mi trabajo escultórico, expongo una reflexión en relación a la vida, a la muerte y a la fragilidad del cuerpo como materia.

P. Hay también en tu obra un punto en el que pasas de la materialidad externa del cuerpo a una serie de sistemas que aluden al interior de él. ¿Cómo llegas a eso?
R.
Eso sucede a partir de la exposición Cuerpo blasonado, con estas cuatro figuras femeninas en diferentes posiciones ante la vida, siendo la última, Transición, la más desmaterializada, aunque con piernas y huesos, aludiendo todavía a una organicidad del cuerpo y a una maternidad en el sentido de nutrición. La obra está dentro de un gran marco de madera que remite a un umbral hacia la desmaterialización, y evoca el límite entre algo que parece estar muerto, pero aún vive.
No he tenido una conciencia prefigurada de cómo paso de un punto a otro, pero existe una coherencia con Estallido, que es un cuerpo suspendido en el aire realizado en metal, donde se perciben partes del cuerpo como un cascarón que se abre y estalla en el espacio y que forma también parte de la propuesta.

P. Actualmente se vive una cultura del cuerpo. ¿Cómo percibes esta idea?
R.
Yo creo que el cuerpo es el protagonista de la vida y la muerte. Es el que marca la imagen de la idea del tiempo. Está muy presente, sí, la belleza, el narcisismo, pero todo eso está representado en un cuerpo fotografiado, que es imagen y que funciona como una máscara. Por eso yo contrapongo a esto el interior del cuerpo como contenedor de la idea.
Yo también podría pensar que en el arte contemporáneo existen muchos artistas que utilizan su propio cuerpo para ir transformándose en diferentes personajes. Por ejemplo, mediante la performance. Lo que yo hago con el cuerpo en realidad es algo diferente, lo veo desde la naturaleza, la existencia como elemento cuerpo-creación orgánica, y que utilizo como metáfora para expresar.
 

P. ¿Cómo influyen dentro de tus procesos creativos técnicas como el dibujo y el grabado?
R.
Yo me expreso a través de las disciplinas que tengo interiorizadas desde mi formación como artista en la Escuela de Artes Plásticas. Hay dibujos previos y durante la creación de las esculturas, hay grabados que aluden al mismo pensamiento del problema que se trata en la escultura o no, pero que siempre aluden al cuerpo. Está el Libro de artista, que fue un homenaje a Santiago Ramón y Cajal, un científico que estudió las neuronas, sus conformaciones y sus diferentes formas, tiñéndolas con un líquido especial de alto contraste para poder identificarlas y dibujarlas. Es a partir de estos dibujos, que yo me acerco a estos elementos, iniciando así una exploración plástica escultórica.

P. ¿Y la escultura de la col en tu retrospectiva? ¿Qué relación tiene con el cuerpo?
R.
A partir del Libro de artista, mi interés en ese momento era ya ir más allá de la configuración perceptible a primera vista. Era descubrir que finalmente el artista puede tener la capacidad de invocar y evocar silenciosamente ideas a través de elementos que pone simultáneamente en el mismo ambiente. Entonces, en mi exposición Ese nudo sutil está la col y está el cerebro porque en la col encuentro, siendo de una familia vegetal, un tipo de estructura con nervaduras que relaciono visualmente con la estructura de las arterias cerebrales. Es como dejar en el espacio abierto esa pregunta de hasta qué punto, siendo capaces de mirar el mundo, todos los elementos se pueden relacionar a nivel de estructuras que provienen de diferentes esferas: la humana, la vegetal, la astrológica… Veo esos paisajes aéreos como los que toma Evelyn Merino Reyna, y veo también arterias que incluso con la lluvia o el viento se han formado como ramificaciones arteriales de los circuitos circulatorios, que están también en los vegetales.

P. Ver parte de tu obra reunida te dará nuevas percepciones que no habías notado estudiándolas individuamente. ¿Quizás una evolución?
R. Yo creo que no es la obra la que evoluciona, sino la persistencia de la idea que se manifiesta. Uno la ve de una manera y de otra, y la aborda de diferentes formas. Lo que yo sí he podido ver es, por ejemplo, que hay muchas piernas, casi todas verticales. A pesar del contraste entre lo duro y lo blando, mis obras se siguen manteniendo erguidas. Hay una resistencia en seguir manteniéndose de pie.
He descubierto también que, en mi obra, el cuerpo suave, resbaladizo y visceral se da con la piedra, mientras que en la estructura, lo hiriente es el fierro, pero finalmente lo que estructura es lo blando y no lo duro. Son como alternancias entre lo blando y lo duro, lo vivo y lo muerto. Ahí veo actitudes ante la vida, ante la desmaterialización que podría asociarse con la muerte porque vas de un estado a otro; una forma de evolucionar como seres humanos en el mundo en el que estamos.

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