Javier Gragera | 11.03.2016
Es un ritual de los musicales: antes de cada función, los actores calientan la voz. Sobre la tarima del auditorio del ICPNA, y ante un patio de butacas vacío, Patricia Barreto y Ricky Tosso ensayan todas las canciones del repertorio de Ay, amor, una comedia musical al estilo del Café Concert. “Una cosa es hablar y otra bien distinta es cantar”, me explicará Patricia Barreto. “El calentamiento de voz sirve para afinar el volumen de los micros, para que la voz no esté fría al empezar la función”. De esta manera, la dupla de actores, que aún viste sus ropas de calle (Patricia un vestido veraniego a rayas azules y sayonaras), canta y se divierte mientras le van lanzando comentarios puntuales al encargado de sonido. Es un momento de íntima complicidad, donde todo el artificio del teatro queda desarmado para mostrar a unos amigos que más bien parecen haberse retado frente al micrófono de un karaoke. Todavía son ellos mismos los que habitan sus cuerpos mientras sus voces poco a poco se van metiendo en el personaje. Momento idóneo, tal vez, para conversar con Patricia Barreto sobre la obra.
P. ¿Cómo describirías Ay, amor?
R. Esta obra narra los cincuenta años de vida en común de una pareja, cuya relación se inicia en la Lima de la década de 1940. Viven, por tanto, su historia de amor en un contexto social y políticamente convulsionado. Ay, amor es una obra romántica, una comedia divertida, pero también es una obra que reflexiona sobre cómo la realidad social de un país puede afectar la intimidad de las personas y poner en vilo cualquier relación amorosa. El cuestionamiento que te plantea es: ¿Cómo hacer para que el amor se mantenga vivo con el paso del tiempo? ¿Cómo hacer para que las parejas sigan adelante en su palabra de estar juntos a pesar de todo? Aquí no damos ninguna respuesta, solo exponemos la pregunta: ¿Qué harías tú?
P. Esta obra apela directamente al espectador.
R. La base de que funcione Ay, amor es la identificación con el público. Muchos limeños y peruanos han pasado por lo que contamos en la obra, y los que vienen a vernos se identifican mucho con el contexto, con los referentes sociales, con las cosas que le suceden a la pareja. Nuestro público objetivo es de la generación de los años 40 y 50, señoras que llegan con sus esposos y se agarran de la mano en sus butacas porque recuerdan la música, porque recuerdan cómo se enamoraron.
P. A mí me llama mucho la atención que en la obra se toca mucho el tema de la represión sexual en una Lima ultraconservadora. ¿Era tan difícil enamorarse en aquella época?
R. Yo no me lo creía al principio, la verdad. Antes era realmente difícil conocer a alguien en la intimidad. La sociedad te decía cómo debías comportarte y marcaba los pasos a seguir para iniciar una relación. Por eso, para mí ha sido difícil representar una Lima que fue, pero que ya no es de mi generación. Como proceso personal, la obra me ha permitido encontrar la esencia de cómo sería entablar una relación sin saltarme ningún tipo de etapa, sin ir tan deprisa como ahora. Aunque en aquella Lima conservadora también había una doble moral. Por fuera todo era muy lindo, pero por dentro se ocultaban muchas cosas horribles.
P. En Ay, amor, el sexo se presenta como un tema tabú.
R. Sí, pero eso es algo que tampoco ha cambiado tanto. Yo soy de los noventas, y estudié en un colegio de monjas donde la sexualidad también era un tema tabú. Allí no se hablaba del cuerpo del hombre, y no existía ningún tipo de educación sexual. En ese sentido, yo sí me identifiqué con mi personaje en cierta manera.
P. Pero cuando hablamos de amor, no solo estamos hablando de sexo.
R. En la obra no se juzgan las formas de amar, sino cómo tú asumes el compromiso de amar a otra persona. ¿Cómo haces para comprometerte realmente con alguien? Si quieres profundizar en la temática de Ay, amor, además de reírte y pasar un buen rato recordando cómo eran antes las cosas en Lima, te acabas haciendo este tipo de preguntas.
Patricia Barreto y Ricky Tosso durante el calientamiento de voz. / Foto: Javier Gragera
P. ¿Cuáles han sido tus referentes para crear tu personaje?
R. Me he documentado mucho para conocer el contexto histórico de aquella época. Pero si me preguntas por referentes de carne y hueso, te digo mi mamá y mi abuela. Las cosas que decía mi abuela eran de temer cuándo yo quería salir de fiesta. Mi mamá me decía: “Cuídate, hijita”; mientras que mi abuela me decía: “¿Vas a salir así, mostrando el ombligo? ¿Qué andas buscando?” [Patricia imita la voz de su abuela y ríe]. Mi abuela y mi madre me ayudaron a ubicar a algunos personajes, pero mi referente principal para preparar esta obra ha sido la Historia del Perú.
P. Tu anterior trabajo escénico fue Piaf, donde también tenías que cantar y actuar. ¿Entraba en tus planes enfocar tu carrera en el teatro musical?
R. El canto siempre fue un deseo presente que a la vez iba postergando. Antes de Piaf trabajé en un par de musicales donde hacía ensambles, pero nunca había asumido el reto de tomarme en serio mi voz, trabajar el canto y sentirme realmente actriz-cantante. Ahora creo que ya tengo las herramientas y estoy preparada para asumir la responsabilidad de trabajar en musicales. Después de Ay, amor voy a trabajar en proyectos que no implican cantar, pero mi deseo es seguir combinando teatro y música.
P. ¿Qué nuevos proyectos tienes?
R. Ahora tengo tres proyectos en marcha. El más inmediato es en el Microteatro de Lima, donde estreno una joyita de 15 minutos [Perderle el miedo a la noche], dirigida por Ruth Escudero y con música en vivo. También estoy preparando una obra en el Teatro Británico, Nunca llueve en Lima, que es una suerte de comedia dramática dirigida por Alberto Ísola. Y, por último, estoy trabajando en La Plaza, donde participo en una obra para niños de uno a tres años.
Patricia Barreto desea seguir trabajando en más musicales. / Foto: Javier Gragera
P. ¿Se puede decir que ha habido un antes y un después en tu carrera tras el estreno de Piaf?
R. Personalmente, sí hubo un antes y un después. Piaf me expuso muchísimo y ahora más gente conoce mi trabajo, lo que me ha abierto muchas puertas. Mi carrera está construida a fuerza de subir escalones, escalones y escalones, que cada proyecto sume algo, y así seguir trabajando. Eso no lo ha cambiado Piaf, pero sí me ha dado mucha visibilidad y también mucha más responsabilidad ante el público.
R. Parece que ya nada te podrá sacar del teatro…
R. Yo vivo del teatro. Siento que respiro, consumo, veo, mi instruyo, leo teatro. Creo que esa es mi profesión, que soy una artista escénica. Me cuesta sudor y lágrimas, pero lo hago con mucho gusto, y creo que ahora no podría ser más feliz que trabajando en el teatro.
Ay, amor va hasta el 13 de marzo 2016, en el auditorio del ICPNA de Miraflores, con funciones de jueves a domingo a las 8 pm.
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