Tres películas del 2024 que nos encantaron y no llegaron al Oscar

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Año tras año, los Premios Oscar dejan fuera de su lista de nominaciones películas que, por su originalidad, audacia o impacto emocional, merecerían un lugar en la conversación cinematográfica global. En este artículo, tres voces distintas - incluido el escritor Giacomo Roncagliolo - se unen para reivindicar aquellas joyas del 2024 que no lograron colarse en la competencia de la Academia, pero que dejaron una huella imborrable en la pantalla y en nuestros corazones. Desde relatos íntimos hasta propuestas visuales arriesgadas, estas son las películas que más nos gustaron y que, injustamente, quedaron fuera del radar del Oscar 2025.

Escrito por Giacomo Roncagliolo

Challengers de Luca Guadagnino

La película más sexy del año. Una fiesta de electrónica donde los sueños de grandeza y el hedonismo construyen juntos un juego de seducción de mil caras. Cuerpos al límite, sudor a chorros, belleza para todxs. También la ternura de los amores juveniles y las amistades masculinas, siempre al borde de la desesperación y la locura.

Un retrato efervescente y actual de lo que significa madurar y caer en las trampas de la gloria prediseñada. Hipnótica y lisérgica, Challengers aprieta cada botón de nuestro deseo, sacando provecho de las confusiones no atendidas, empujando el carro de las pulsiones inconscientes, activando el clímax. Por 130 minutos, Luca Guadagnino amarra la épica de los deportes de alto rendimiento a un triángulo amoroso irregular y tóxico. Sus protagonistas, Zendaya, Josh O’Connor y Mike Feist, son niños intentando gobernar una aventura de adultos: sujetos ciegos, a merced de caprichos indignos y absolutamente irresistibles.

Como coach tirana e implacable, la banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross los presiona para que se amen, para que se odien, para que peguen cada vez más fuerte. El peso de un destino grandioso los condena, sea que lo abracen o intenten escaparlo. Y al otro lado de la pantalla, quienes atendemos a sus inminentes caídas, a su vez nos vemos inyectados por la droga audiovisual. Pocas películas de esta reciente temporada han sido capaces de hacer estallar tal cantidad de estímulos. Su ausencia en los Premios Óscar no hace sino confirmar el mal aire que se respira en la Academia.

Escrito por Rodrigo Ahumada

El club de los vándalos de Jeff Nichols

Una de las últimas películas que he visto en estas semanas de carrera a los Oscar y que alborotó el espíritu rebelde y anárquico que llevo dentro fue El club de los vándalos. Al terminar de verla aparecieron inmediatamente las preguntas: ¿Por qué no ha sido nominada? ¿Por qué Tom Hardy y Austin Butler no figuran en ninguna categoría? ¿No fue suficiente el homenaje a James Dean y Marlon Brandon? ¿Es que la Academia se rehúsa a vincularse con a la energía agresiva de un grupo de motociclistas? ¿Los espíritus rebeldes y anarquistas del pasado ya no son relevantes?

Esta delirante obra de Jeff Nichols, que según revistas especializadas es uno de los directores más subvalorados en el cine gringo actual, ha pasado desapercibida por lo que se considera el premio más relevante de la industria del cine en Hollywood.

Una historia que revive el aliento de películas como Easy Rider de Dennis Hopper (1969), El Salvaje de László Benedek (1953) y La ley de la calle de Francis Ford Coppola (1983) o la impresionante crónica escrita por Hunter S. Thompson sobre la jauría de motociclistas de California llamada Los Ángeles del Infierno (1967). Personajes sumergidos en ambientes violentos, vibrantes, rebosantes de malicia y comportamientos inexplicables para la sociedad.

Pero que en el caso de Nichols, director que rechaza las estructuras narrativas convencionales, el punto de vista que narra la mayor parte de la historia es una mujer. Una joven que comparte un vínculo con un Austin Butler (actor que me sorprendió como el villano en la segunda parte de Dune) que nos recuerda a James Dean en un estupendo homenaje a esta cultura sobre ruedas. Es la crónica sobre el ascenso y la decadencia de una pandilla que fluye como la sangre derramada de una ciudad que no los entiende y los condena. Esta cinta fusiona el relato de la vida criminal con una suerte de western motorizado, vemos cómo pasa el tiempo y los personajes van de la euforia a la nostalgia.

Si bien podemos reducir la cinta a un relato sobre una sarta de rebeldes sin causa que viven dejándose llevar por sus brutales impulsos y que conviven al aire libre sobre sus motos, golpeándose unos a otros y consumiendo muchas sustancias, El club de los vándalos es un verdadero homenaje a los espíritus libres que ya son parte un tiempo que se quiere olvidadar.

Escrito por Hebaristo Sauce

La habitación de al lado de Pedro Almodóvar

Si tuviera que señalar el momento exacto en que descubrí mi bisexualidad a través del cine de Pedro Almodóvar, diría que fue viendo La ley del deseo (1987). No fue solo una película, fue una revelación. Recuerdo cómo me sentí viendo a Pablo (Eusebio Poncela), un director de cine atrapado entre el deseo y la obsesión, entre la libertad y el miedo a sentirse vulnerable. Pero fue Tina (Carmen Maura), con su feminidad desafiante y su historia de transformación, la que me hizo darme cuenta de algo que hasta ese momento no había entendido de mí mismo. No solo deseaba a las mujeres, sino que, en cierto modo, también quería ser ellas. No en un sentido literal, sino en esa intensidad emocional, en esa manera de habitar el mundo con una pasión que parecía consumirlo todo.

La cámara de Almodóvar no juzga ni explica, solo muestra la verdad de los cuerpos y los sentimientos. Y yo, sentado en la oscuridad de mi habitación, con la luz del televisor iluminando mi rostro, entendí que el deseo no era una línea recta. Era un fuego que podía arder en más de una dirección.

Disculpen, yo sé que me pidieron hablar de su última película, pero escribir sobre Pedro es como abrir un diario íntimo. Su nombre ha sido anunciado en varias ocasiones entre los competidores a los premios de la academia. Su primera nominación fue en 1988 por su película Mujeres al borde de un ataque de nervios. Pero fue en el 2003, por Hable con ella, con la que obtuvo la estatuilla en la categoría a Mejor Guion Original. Sus historias no han sido ajenas a este espectáculo comercial.

La habitación de al lado, ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia, reafirma su impacto en el cine contemporáneo. Pero esta vez no figura en ninguna categoría de los Oscar. ¿Dónde están Tilda Swinton y Julianne Moore con sus extraordinarias actuaciones? ¿Por qué no están nominadas a Mejor Actriz y Mejor Actriz de Reparto?

Yo que he seguido el cine de Almodóvar fielmente, siento que esta película me ha ofrecido una última relevación: el amor y la identidad no solo como una cuestión de género o deseo, sino de la manera en que nos relacionamos con los demás en los momentos más vulnerables.

Está película marca una evolución en su cine al estar completamente en inglés e interpretada por dos actrices estadounidenses. A pesar del cambio de idioma y contexto, la esencia del director se mantiene firme: explora emociones intensas, retrata Nueva York con una mirada íntima - no como un turista - y el diseño de producción hace que los colores hablen por sus personajes. Si bien su enfoque en las relaciones humanas y en los diálogos minuciosamente elaborados mantiene su sello personal, no llega a ser como sus películas en español. Pero nos regala dos nuevos rostros en el imaginario de las chicas Almodóvar.

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