Pilar Fonseca | 06.12.2018
Escrito por Pilar Fonseca
Tenía ganas de conocerla. Había visto su trabajo y, como siempre, la curiosidad me movió hacia el encuentro. No sólo la charla sería posible sino aprender a través de la propia experiencia.
La experimentación
Sábado, 10 am. Lugar de la Memoria. Estoy entusiasmada. Las Tablas de Sarhua es arte tradicional del Pueblo de Sarhua de la provincia Víctor Fajardo en Ayacucho. Venuca Evanan Vivanco es la profesora del taller. Junto a ella está Teófanes Pomasoncco, más conocido como Richard, otro artista sarhuino que conoce la tradición del arte ayacuchano. Ambos nos explican sobre las Tablas de Sarhua y la cosmovisión que las acompañan.
La lista de materiales proviene de fuente natural. Los pigmentos vienen de la tierra, el cual se mezcla con la extracción del hervor de la pata animal, el colágeno le da la consistencia. La tabla es de molle generalmente, y es preparada con yeso, cola y pintura blanca. La tabla puede tener un largo de hasta de 4 metros, tiene secciones delimitadas que serán cuadros y separadas por grecas que guardan motivos geométricos o de la naturaleza.
Primitivo Evanan, padre de Venuca, es uno de los mayores impulsadores de este arte. Su madre, Valeriana Vivanco también es artista. En el 80 fundan una empresa comunal en Ayacucho para la autogestión del pueblo pero al año siguiente, la empresa comunal arde en llamas a manos de los militares. Tras la violencia desatada, la familia Evanan Vivanco huye a Lima. En 1982 Primitivo funda en Lima la Asociación de Artistas Populares de Sarhua (ADAPS) quienes pintaron la Piraq Causa o ¿Quién es el culpable? donde se muestran escenas de la vida en Sarhua entre la década de 1980 y mediados de los noventa.
Hay dos mesas con una tabla en cada una. Elijo pintar la de costumbres; la otra opción son tradiciones cotidianas. El orden de las imágenes no es aleatorio. Todo tiene su lugar y se leen de abajo hacia arriba. Primero la dedicatoria, la santa del pueblo, los dueños de casa, la familia más cercana y la más lejana y, en lo más alto el inti o sol trayendo bondades para la nueva unión. La ceremonia de entrega de la tabla terminada se llama Tabla de Apaycuy, la cual va amarrada entre las vigas del techo acompañado de dos magueyes o maman qeros.
Richard me cuenta que en Lima es difícil encontrar los pigmentos naturales, los que reemplazan con acrílicos y el molle también es intercambiado por una madera a la cual le estén dando una segunda vida. Sus herramientas son el palito y pluma de ave. La reutilización de recursos está ligado al respeto de la madre tierra. Se pueden usar pinceles pero aprender del modo tradicional mantendrá la tradición con vida.
Concentrada en lo que hago, dibujo flores para la greca, luego de haber practicado en papel para no arruinar la blancura de la madera. Pintar en ese espacio reducido con limites bastantes marcados y con un nivel de detalle requiere precisión, amor y mucha paciencia. Richard me ofrece pinceles pero prefiero hacerlo con el palito. Hacerlo así es nuevo para mí, es una herramienta que tiene una punta afilada retiene la pintura y permite cierta fluidez pero no, como la de un pincel. La mezcla de colores no resulta tan fácil tampoco por lo menos para mi inexperta mano.
Mientras pinto las flores, cinco personas más junto conmigo dibujan sus escenas. Esto es un trabajo personal pero también colectivo, una memoria viviente e identidad de un pueblo. Es un momento que me permite el intercambio de ideas y apreciar el trabajo ajeno. Mientras que estamos advocadas a está tarea suena Pompeyo Berrocal con alegres melodías sarhuinas.
El delineado es con pluma, una de punta rígida va a ser más fácil el trabajo de precisión. A mis hojas les falta la naturalidad, que Richard aporta con su trazo dándome los secretos. Las tablas se entregan en un ritual colectivo de celebración y baile, del cual también somos participes.
La artista
Venuca nació en Lima pero su entorno nunca dejó de ser sarhuino, y todas sus tradiciones también. Ella atribuye su amor a la pintura desde que estaba en el vientre de su madre y todo fue luego, un juego.
¿Cómo decides seguir los pasos de tu padre?
La decisión fue a los 21 años. Siempre pintaba en vacaciones y estando en el colegio porque necesitábamos un ingreso. Cuando me pregunté qué quería ser en la vida, decidí por el arte Sarhuino. Mi papá tenía 42 años cuando nací y estaba un poco triste porque decía: "quién va a heredar lo que yo deje". Somos 4 mujeres y la pintura de las Tablas de Sarhua es mayoritariamente masculina. Yo veo que hay otros pintores pero no están involucrados sentimentalmente con el arte de Sarhua, con mantener la tradición. ¿Quién va a promover ese arte? Ahí tiene que haber una gestora, una promotora y fue cuando decidí dedicarme a esto. Además, por un tema de ecología y cuidado, yo vivo sin hacerle daño a la tierra. Ahí me encamino.
¿Pensaste en dedicarte a otra cosa?
Estudié administración empresarial, carrera técnica. Postulé a Bellas Artes pero era muy introvertida, me faltaba autoestima también y no la cogí. Pintaba por las mañanas y por las noches estudiaba, pero igual ahora me sirve mucho aunque más me inclino por el arte. Cuando tienes amor por algo o alguien, lo entregas.
¿Cómo es para ti pintar lo vivido? Recordar lo bueno y lo malo.
La técnica de las Tablas de Sarhua me ha permitido expresarme, sea bueno o sea malo como dices. Lo que viví con mis familiares… simplemente me dejo llevar, lo que aparece en mi cabeza y en mi corazón lo voy armando, bocetando, plasmando. Para mí es una forma de desahogarme, no solamente como un ingreso sino para sacar lo que tengo acá (mientras lo dice junta sus manos y las coloca en el centro de su pecho).
¿Qué pasó por tu mente cuando dijeron que las Tablas de Sarhua son apología al terrorismo?
Fue terrible y yo no he vivido ese tiempo, cómo se habrán sentido las personas que vivieron esa época tan sangrienta, tan dolorosa. Hay historias terribles que todavía no se han pintado aunque la mayoría sí se han retratado. Estaba pintando unas réplicas que están en Canadá y otras en España. Tuve que esconderlas debajo de mi cama porque me asusté, pensé que iban a venir a tumbar la puerta de la Asociación y querer llevarse las tablas. A raíz de todo esto, pinté la obra 24 de Enero Manchay Puncha. Ahí está qué medios fueron los que realmente difamaron, qué es Piraq Causa. Ellos pusieron las imágenes más no los textos. Yo lo hice al revés: puse las imágenes pequeñas y escribí los textos bien grandes como para que lo lea hasta el más ciego. Pinté a mi papá y a las personas que están muertas. Porque eso para mí fue una burla, personas que murieron sin estar involucradas ni con uno ni con el otro. Están dibujadas ahí con un cuadro en la mano, figuras. Esa es la voz de la gente que ya no está presente y mi papá sigue ahí presente con su tabla, difundiendo el arte peruano, el arte de Sarhua. Al pintar eso me liberé porque sentía angustia.
¿Cómo te ves como artista?
Pinto desde niñita. Mi papá me enseñó a ser muy respetuosa con la forma de pintar de cada uno, de su forma de expresión. Me gusta pintar sin caras. Tomo como referencia las tablas de 1800-1900 pues no tienen caras pintadas. Son figuras humanas donde pinto la ropa y la cara es blanca. Me encanta eso porque también plasmo que todos somos iguales, que el color no tiene porqué diferenciarnos: en mi tabla todos tenemos la misma piel. Voy adaptando mi pensar, mi sentir inspirándome en las tablas tradicionales. Nada de desigualdad.
¿Cómo conociste a Richard?
Vino a la casa. Su papá también es pintor, su mamá borda. Llegó para aprender también de pintura, ahí nos conocimos. Trabajamos juntos en pintura. Aprendemos de ambos y ahora lo estoy animando a dictar talleres y enseñe lo que sabe.
¿Qué tal tu experiencia en Art Lima?
Me invitó el curador David Flores Hora. Yo no sabía qué era Art Lima. Me negué varias veces, no tenía piezas, pero me siguió insistiendo. Finalmente, acepté cuando supe más de lo que se trataba. El día de la inauguración VIP me puse mi traje, piezas únicas de diseñadores de Sarhua, que hacen que me sienta contenta y orgullosa. Cuando nos invitan a exposiciones, siempre voy con mi traje. Llegamos a la puerta y el vigilante nos pedía nuestro DNI con insistencia, mientras que los otros pasaban sin problemas. Se lo comenté al curador y también se sorprendió. Después, la misma Ministra nos presentó como expositores. Pasee por todos lados y recibí algunas miradas malas. Yo respeto el concepto de cada uno pero lo vi así. También hubo cosas buenas, personas que me explicaron sus trabajos. La pintura que hice es sobre la obra de una mujer llena de pelos, la artista me contó que su trabajo está inspirado en que la mujer debe ser libre y esa es su forma de contradecir a los medios, a la sociedad. Me gustó y por eso lo pinté. También vi esa diferencia entre lo que llaman arte popular y arte contemporáneo. Poco a poco fui aprendiendo, y por eso pinté lo de Art Lima. Yo no sabía que iba a tener tanta resonancia.
¿Cómo es el ejercicio de verse a sí misma?
Lo que yo quise retratar es el asombro porque vi muchas cosas, todo me sorprendía y que me hayan invitado rompiendo esa brecha entre los artistas egresados de academias y una artista que ha aprendido de forma autodidacta en el día día. Eso lo quise retratar ahí. Los que estamos en Sarhua también tenemos que pensar, plasmar. Cada uno tiene su trazo. Para mí, es sólo mi asombro de pintar en Art Lima.
¿Qué diferencia hallas entre esa chiquilla de 21 años y ahora, luego de 10 años?
Muy diferente. Empoderada, con confianza en mí, me amo mucho y ese amor que siento por Sarhua y su gente, por mis abuelos. Quiero que ellos también sean reconocidos, valorados. Además, de impulsar y empoderar a las pintoras porque la labor de la mujer sea visibilizada. Si bien hay una estructura machista donde los hombres solamente pintan o ellos van adelante y la mujer detrás. Ya es tiempo que no solo la mujer se dedique a cuidar la casa o a los hijos sino también a otras cosas. También quiero aprender otras formas de pintura pero siempre haciéndolo a mi modo.
El próximo 15 de diciembre 2018 Venuca Evanan ofrecerá el taller Tablas de Sarhua en el contexto de la Venta Navideña de Sheila Alvarado.
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