Volver (deseo)

Lo que quiero generar a partir de ahora es un vuelo tranquilo, al lado de la ventana, mirar las nubes... / Foto: Javier Gragera

Escribo esto desde la zona de embarque el aeropuerto Velasco Astete, en Cusco. Son las 9.21 de la mañana del 8 de setiembre. Viajo a Lima. Parece que tanto extrañarla me lleva de vuelta, al menos por diez días, a gozar de su belleza, su locura, su mar y su clima húmedo que tanto me agrada.

Generamos nuestra realidad, solo que a veces lo olvidamos. Creamos todas nuestras situaciones, las chéveres como éstas e incluso las incómodas, aunque nos cueste creerlo. Creamos peleas y desencuentros tanto como besos, nuevos trabajos, viajes y dinero. La vaina es que los que sabemos eso nos olvidamos y generamos de todo, desordenados.

Es otra historia, pero en la mañana generé problemas en mi vuelo (casi no viajo), perdí mi tarjeta de debito en el cajero por estar desconcentrado. Lo generé también. ¿Cómo y por qué? No sé, confío que todo funciona de forma misteriosa y hay una razón de ser.

Lo que quiero generar a partir de ahora –para que no le queden dudas al universo– es un vuelo tranquilo, al lado de la ventana, mirar las nubes, ver el Apu Ausangate desde arriba, luego tomar mi café instantáneo y snack mientras leo un libro. Luego ver, cuando esté a la altura de la costa, la línea de mar (cómo me emociona aquello) por un lado, y al fondo, de muy lejos, la pared de la cordillera de los andes, para no olvidar que el Perú, como tú y yo, tenemos dos lados que se encuentran, se completan y embellecen.

En los diez días en Lima quiero lo siguiente: encuentros y abrazos con mi madre, mis hermanos, con mis amigos, visitar a mis dos abuelas y gente que amo pero nunca saludo. Comer muchos y ricos ceviches, parihuelas, pescados en todas sus formas, lomo saltado, pollo a la brasa y demás deliciosas patadas al estómago antes de volver a mi correcta dieta en Urubamba.

Deseo hacer música, componer, tocar frente al mar, hacer jammings con mis broders, aprovechar a forro el internet de mi casa para bajarme discos nuevos. Deseo también tomarme un Cartavio con Coca Cola con mi hermano en su cuarto, de noche, hablando de la vida mientras ponemos todas las canciones que nos gustan en YouTube. Deseo visitar a mi viejo en el cementerio, deseo montar bicicleta por Chorrillos, ir a la Herradura, hacerle una oración, ir al Salto del Frayle, caminar de noche por el malecón, tomar un helado zambito aunque haya niebla.
 


La playa Makaja, en la Costa Verde de Lima, lugar para surfear. / Foto: Javier Gragera

Quiero encontrarme con gente creativa y fundar –o seguir fundando– el camino hacia nuevas cosas creativas y conscientes, donde hagamos todo como si fuera la última chance y darnos la mano con tanta presencia que, si la cagamos, seguiremos juntos. Deseo empilarme de nuevas y buenas ideas, encontrar socios para ideas dementes, cerrar puertas, abrir otras.

Deseo dormir en mi viejo cuarto y recordar, antes de dormir, mientras sueñe y cuando despierte, todas las cosas que he hecho, pensado, sonado en ese cuarto, toda mi vieja esencia. Deseo ver más de un atardecer, algún día de esos, completamente solo, fumar un cigarro sin pensar en el cáncer, sino en la vida y en toda su belleza abierta a mí. Deseo ver el documental de Nina Simone en Netflix.

Deseo ir a San Bartolo, donde mi hermano, dormir con la ventana abierta para escuchar el mar y que ningún zancudo me pique. Cuando despierte, me gustaría tomar un desayuno poderoso, hacer jugo de frutas, tomar un buen café y correr olas. Deseo que el mar no esté tan frío y que ese día salga mucho sol. Luego me tomaré una cerveza cusqueña heladaza.

Deseo extrañar Cusco, a mi familia ahí, mis hermanos de música, mis wayquis, mi vida lenta, Urubamba, mi aire frío de la plaza, mis tocadas, mis ideas, nuestras ideas. Deseo refrescarme, descansar de Ande, llenarme de mar, ser abrigado. 

Deseo escuchar música en vivo, caminar la avenida Larco, sapear discos en Phantom, ver guitarras en Music Market, ir al Centro, tomar el Metropolitano, cruzar el boulevard de pazos, de día y de noche, leer y terminar el libro que estoy leyendo, inspirado. Deseo que alcance tiempo para todo esto.

Deseo todas estas cosas que parecen muchas pero son solo una: volver y cobijarme. No nos dijeron que podemos pedir lo que queramos. Al contrario, nos dijeron “no-puedes-hacer-lo-que-te-de-la-gana”. Tal vez ese sea el problema y creamos realidades adversas por no saber pedir. Bueno, a partir de ahora, quiero pedir solo las cosas que quiero para mi vida y por ahora, estas son. ¿Qué pedirías tú?