'Infortunio': Wagner, Pulp Fiction y la fatalidad de un amor imposible

Katherine D'Onofrio y Eduardo Camino protagonizan esta puesta en escena. | © Difusión

Crítica de teatro por Javier Gragera

En la apertura de los tres actos que estructuran la obra de Infortunio, escrita por el peruano Gino Luque, la puesta en escena hace referencias directas a Tristán e Isolda, ópera escrita por el compositor alemán Richard Wagner a mediados del siglo XIX. Estos guiños nos ubican inmediatamente en la senda por la que transcurrirá Infortunio: la del drama mayúsculo cuyo protagonista absoluto no es ninguno de sus personajes, sino aquello que anhelan y todos quieren conquistar: el amor. Pero no nos engañemos. Infortunio no es una historia romántica, sino una tragedia contemporánea. Aquí el amor no es una emoción que genera estabilidad, consuelo o dicha; sino que alimenta el fuego de la frustración, de la vergüenza, de la traición. El amor es una enfermedad voraz que ataca al corazón.

La historia real que hay detrás de la composición y el estreno de la ópera Tristán e Isolda es ya de por sí un increíble melodrama. Wagner cambió de pareja hasta en tres ocasiones entre que empezó a trabajar en la obra y esta finalmente se estrenó en la Ópera de Múnich (Alemania) en 1865. En la primera lectura en público del poema de Tristán, Wagner estuvo con estas tres mujeres en la misma sala. Pareciera que la realidad se había empecinado en superar a la ficción usando a Wagner como fantoche de sus propios amoríos y así alimentar de buena chismografía los libros de historia. Porque de eso trata la historia de Tristán e Isolda: de triángulos pasionales y amores imposibles que de ninguna manera pueden acabar bien. ¿O sí?

Los personajes de Infortunio son herederos de esta estirpe de la narrativa trágica universal, aunque vistan como nosotros. Al igual que Tristán e Isolda, los dos amantes de esta historia, Amaia (Katherine D’Onofrio) e Iker (Eduardo Camino), han bebido juntos la poción del amor, aquí representada por un vaso de absenta, y ya no pueden hacer nada para oponerse a esa fuerza incontrolable del destino, que los mantiene secuestrados y los pone permanentemente al borde del abismo. El suyo es un universo radical y violento, donde galopan por el mismo campo de batalla la sinrazón, el sexo, la retórica poética y la pasión desbocada.

La puesta en escena, en manos del peruano Mikhail Page, sorprende por la audacia que demuestra al hermanar productos culturales tan abigarrados, y en principio incompatibles, como la ópera lírica del Romanticismo europeo y la estética filmográfica del realizador norteamericano Quentin Tarantino. Porque hay mucho de Tarantino en esta obra, como por ejemplo el perfil de los dos personajes masculinos (que remiten a la pareja de sicarios que protagonizan Pulp Fiction), el hecho bizarro de que una de las mujeres del elenco (Karina Jordán) use un anacrónico parche negro en el ojo, o la estética y la coreografía de los bailes en pareja que se desarrollan en el interior de un bar (que nuevamente nos recuerda a Pulp Fiction y el icónico baile entre John Travolta y Uma Thurman).

Todo esto suena a pastiche, ¿no? Pues sorprendentemente encaja o al menos no chirría demasiado y permite sazonar la historia con ingredientes que son del gusto de un público heterogéneo, y también sacan a la obra del sopor de una historia esencialmente reiterativa y que de otro modo tal vez resultase difícil de digerir. De hecho, merece destacar positivamente las conversaciones que los dos amigos y sicarios mantienen antes de cada encargo (antes “de volver a sus personajes”), que rompen radicalmente con el tempo y la atmósfera claustrofóbica del resto de la dramaturgia, y dan un merecido respiro al espectador. Y de paso también alguna sonrisa.

Infortunio es una propuesta que explora diversos lenguajes escénicos para sacar al melodrama de sus inevitables lugares comunes, y se agradece ese esfuerzo. No obstante, en la obra hay un exceso de gritos, de lágrimas, de bofetones y de escenas de cama, y uno termina por sentirse saciado de tanta emoción visceral y sentimiento desgarrado. La cumbre de intensidad es cada vez más alta a medida que avanzan las escenas, y entonces los actores deben llorar o gritar o reírse con más ahínco, para golpear con más fuerza la empatía del público, que a mitad de función se ha vuelto inmune, y ya no hay lugar para la hiriente sugestión que se propone. Y cuando eso sucede en teatro es frustrante, porque al mirar la sangre que mancha la mano del asesino ya no vemos sangre, sino salsa de tomate.

Infortunio es una obra que muestra marcadas debilidades y fortalezas. Los cuatro miembros del elenco están dentro de las notas positivas de la propuesta, al igual que la audacia de sus realizadores para acercar un género tan endogámico como el melodrama a un público más vasto y exigente. Vayan a verla y saquen sus propias conclusiones.

INFORTUNIO
Dramaturgia: Gino Luque
Dirección: Mikhail Page
Elenco: Katerina D'Onofrio, Eduardo Camino, Karina Jordán y Sebastián Monteghirfo
Sala: Teatro de Lucía
Temporada: Del 1 de junio al 17 de julio 2017
Horarios: Jueves a lunes 8 pm, domingos 7 pm
Precio: General S/50, Jubilados S/35, Estudiantes S/25, Lunes popular S/30

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