Manifiestos Femeninos: Diálogos desde el cuerpo y el territorio

© Fedra Gutiérrez

Una exposición colectiva reúne artistas de Chile, Ecuador y Perú en el Monumental Callao, explorando corporalidades, territorios y el poder transformador del arte.

Entrevista realizada por Rodrigo Ahumada

La sala Diálogos desde el cuerpo en el Monumental Callao se ha convertido en el epicentro de una conversación visual potente que trasciende fronteras geográficas. Natalia Alarcón, curadora de esta muestra, junto a Fedra Gutiérrez, artista participante, profundizan sobre los alcances de esta sala, que se enmarca dentro de la exposición Manifiestos Femeninos y que reúne a diversas artistas mujeres y disidencias de Ecuador, Chile y Perú. La reunión se dio en el Beik Café de Barranco.

Tejiendo diálogos territoriales

Mi primera pregunta es para la curadora, me intriga saber cómo ha sido el diálogo visual entre las obras y las artistas, siendo de tres países distintos. "En cada territorio se van desarrollando temáticas similares pero diferentes, que abarcan la importancia de estos terrenos”, explica Natalia sobre la riqueza del diálogo visual entre obras de distintos países. “Por ejemplo, la primera vez que hice esta muestra en Ecuador, trabajamos con dos artistas (Alexandra Trujillo y Fernanda López) que hablaban del territorio, cómo hábitar la tierra, cómo utilizar las semillas, pero una lo hablaba desde la selva y la otra lo hablaba desde Chile. Entonces, se empiezan a generar posicionamientos, pero que están hablando de lo mismo, desde otras lecturas.”

Hay una emoción en su mirada al explicar el desarrollo de este proyecto. “Por eso me gusta que se vayan sumando más autoras de otros territorios. Hay una visión local, pero que nos atraviesa a todas. Siento que hay una lectura andina: se sigue hablando de las mismas complejidades: cómo transformar el cuerpo, cómo hablar de otras corporalidades, qué es ser cuerpo femenino en un territorio que genera mucha violencia."

La exposición evidencia que los andes tienen temas similares, pero específicos a cada contexto. Esta diversidad no sólo se manifiesta en las temáticas abordadas sino también en los lenguajes empleados: pintura, textil, instalación, video, collage y materiales sencillos que generan imágenes potentes.

Lo femenino como campo de exploración

Una de las preguntas centrales de la muestra es si el cuerpo de la mujer es atravesado por las mismas problemáticas en los tres países de la región. Fedra Gutiérrez ofrece una perspectiva que amplía la discusión: "Lo femenino, como tal, es una construcción muy compleja, no hay una forma de ser mujer, ni una forma de entender lo femenino. Yo prefiero hablar de los femeninos, incluso que de la mujer. Creo que hay una experiencia de lo femenino que nos atraviesa a todas y todes, pero desde miradas muy distintas."

Las artistas abordan temas desde la maternidad y el espacio doméstico hasta la relación con el territorio y la tierra como madre. Fedra enfatiza que hay muchas problemáticas que abarcan lo que significa ser mujer, haciendo más complejo reducirlo a ciertos temas convencionales.

Los cuerpos y sus posibilidades

“Si bien lo femenino atraviesa todo lo que hago, no es necesariamente sobre mi experiencia como "mujer" que se centra mi obra. Es muy complejo porque al romper los límites y fronteras del cuerpo individual, también estás rompiendo categorías. Rompe las categorías de hombre, mujer, heterosexual, no heterosexual, entonces para mí eso ya habla de una experiencia. Yo estoy colocando mi experiencia de lo femenino sin necesariamente tener que tematizar el rol de la mujer. Creo que las mujeres hoy, o quienes nos identificamos con ciertas cuestiones femeninas, estamos yendo siempre más allá de esa sola experiencia,” señala Fedra, subrayando cómo estos trabajos desafían categorizaciones estrictas.

La muestra representa toda esa complejidad de lo que es al final lo femenino. Algo que nunca acaba de ser, que está en constante mutación y eso se observa en los lenguajes de cada artista.

Un punto revelador es cómo muchas de las artistas evitan usar rostros en sus obras, ya que abarcan y piensan el cuerpo más allá del mismo, entendiendo una identidad completa, que puede ser usando solo extremidades, representaciones más figurativas o más abstractas. Como explica Fedra: "Cuando veo estos cuerpos que están ahí puestos, yo no puedo usar sus rostros porque no son míos, ¿con qué autorización agarro la cara de una persona para trabajarla? Entonces trabajo mucho con extremidades de cuerpo racializados."

Esta decisión estética también refleja una postura ética y política sobre la representación del cuerpo, especialmente de cuerpos históricamente objetivados.

El arte como espacio de resistencia

La muestra "Manifiestos Femeninos", dentro de la cual se encuentra la sala “Diálogos desde el cuerpo” no es casual en su título. Como explica Natalia: "Es importante, y tiene que seguir siendo importante, que muestras solo de mujeres o disidencias, donde no entre lo masculino, sigan teniendo lugar... porque a pesar de que pareciera que seguimos usando los espacios, aún faltan más. Estas plataformas siguen siendo igual de necesarias."

Las artistas reflexionan sobre la precarización que enfrentan en el mundo del artístico: "Muchas veces las mujeres, por la falta de fondos en el mundo del arte, no tenemos grandes materiales, o sea grandes obras monumentales, porque no tenemos a veces el capital para poder hacerlo."

Sin embargo, esta limitación material se transforma en una expresión de resistencia: "Son lenguajes entre comillas más simples, pero no por eso menos complejos. Son obras muy potentes a nivel visual."

El valor del trabajo colectivo y el cuidado

Un aspecto fundamental de esta exposición es cómo se gestó el montaje. Natalia no se considera una "curadora" en el sentido tradicional, sino más bien una "cuidadora" de las obras y las artistas: "No tomo las decisiones sola. Compongo y construyo con las artistas, les voy preguntando si les parece adecuado cómo se pensó la sala. Quién se ubica a lado de ella y al frente, para crear un diálogo. En esta muestra, al ser diferentes artistas, se da la posibilidad de poder construir un diálogo diferente, donde el recorrido de la sala sea saltando entre diferentes materialidades, formas, territorios y temáticas.”

Esta metodología colaborativa marca una diferencia en la forma tradicional de montar exposiciones. Como señala Fedra sobre su experiencia: "El hecho de exponer con personas que yo conozco... por ejemplo, con Sharon, que me dijo 'yo te ayudo, luego tú me ayudas.' Esta cuestión es muy bonita porque yo siento que quizás con hombres a mí no me pasaría de la misma manera."

Las artistas destacan que, aunque la falta de presupuesto podría verse como una limitación, también genera dinámicas de apoyo mutuo: "No es por romantizar lo precario, pero en cierto punto el hecho de no tener montajista y todo eso, nos hace que tengamos que resolver desde el apoyo."

El cuidado como práctica política

A lo largo de la entrevista, el concepto de "cuidado" emerge como una praxis política fundamental. No se trata simplemente de ayudarse entre artistas, sino de crear metodologías alternativas de trabajo que desafíen las lógicas individualistas y competitivas del mundo del arte.

"Pensarnos desde el cuidado, no un cuidado maternal, porque la palabra cuidado siento que es muy compleja cuando se dice, pero para mí cuidarnos es respetar a los otros, sus espacios, sus formas, sus límites," reflexiona Natalia.

Fedra complementa esta idea desde una mirada más crítica sobre la horizontalidad: "Nosotros venimos de un contexto muy urbanizado, y dentro de este, la comunidad no es algo que tengamos en nuestro ADN, el individualismo es lo que prima. Hay muchos espacios que plantean una horizontalidad, un cuidado, pero desde lo teórico, desde la aspiración, y otra cosa es lo cotidiano y lo práctico."

Arte que transforma realidades

¿Puede el arte inventar otro cuerpo? ¿Un cuerpo libre? Estas preguntas recorren toda la exposición. Para Natalia, la respuesta es afirmativa: "Es totalmente posible. Creo que por eso tiene sentido seguir haciendo esto, porque es posible. No me convence del todo la palabra libertad, pero sí la posibilidad de crear otras corporalidades, o al menos en que nos inviten a cuestionarnos algo.”

Fedra complementa: "A nosotres se nos imponen narrativas que muchas veces no elegimos. El arte es una posibilidad de inventarnos otras formas de pensarnos, otras narrativas sobre nuestras vidas, otras mitologías. No aspiro a una objetividad  médico-científica, una verdad sobre quiénes somos, pero es una posibilidad de inventarme lo que a mí se me da la gana."

¿Crear es un acto lúdico?

Hay una pintora peruana que se llama Tilsa Tsuchiya que explica en una entrevista que para ella “pintar es como jugar, que si no juego no pintaría”. Abordando temas tan complejos como los que estamos mencionando, consideran que su acto creativo se puede percibir como juego.

“El momento de creación se ve atravesado por distintas situaciones”, explica Natalia. “Hay disfrute, hay placer, me la paso bien pintando. No sé si la palabra sea juego, pero sí es un estado que pasa por muchas cosas, materialidades, formas, te alejas, te acercas, reflexionas, te sumerges en distintas emociones. A veces es súper frustrante. A veces el proceso no funciona y empiezas de cero."

Fedra, en su caso explica: “para mí el juego, lo lúdico, va muy de la mano de cómo construyo, destruyo, construyo y destruyo, como hacen les niñes. Me gusta mucho mi práctica. Yo vengo de la filosofía pura y dura, donde escribes un artículo académico y no tienes chance en muchos casos de salir de la estructura. Hay una exigencia que a mí me estresa. Yo necesito pensar de otra manera, entonces, ese acercarme a la materialidad, a lo plástico, sí lo encuentro muy divertido.”

Más allá de marzo

Las artistas reflexionan sobre la necesidad de que espacios como Manifiestos Femeninos trasciendan la temporalidad de marzo como "mes de la mujer". Natalia indica: "ojalá no sea solo un discurso que hay que hacer en marzo. Ojalá siga sucediendo."

Fedra sentencia: "El fascismo está avanzando muy rápido y está intentando cortar fondos a proyectos que justamente revaloran las artes. Este gobierno busca eliminar el rostro de la mujer o eliminar fondos que protegen ciertos proyectos que van hacia poblaciones vulnerables. Es importante más que nunca tener espacios de encuentro donde podamos dialogar desde el arte y seguir manifestando esa diversidad."

Espacio transformador

El valor del Monumental Callao como sede de la exposición también cobra relevancia. Su ubicación periférica respecto al circuito artístico tradicional de Lima abre la posibilidad de llegar a nuevos públicos: "Me gusta dónde está ubicada la muestra... me hace llamar la atención el hecho que el arte no tiene por qué estar solo en los lugares de siempre. Me parece interesante dónde está ubicado, que sea una zona que se active para los vecinos y que la gente se tenga que mover de distritos como Miraflores o Barranco", nos dice Fedra.

La muestra busca interpelar a todo tipo de público, no solo a quienes frecuentan galerías. "El arte es para todos, que interpele a toda persona, que moleste, que se pregunten, que se rían", comenta Natalia.

Procesos creativos y materiales

Tanto Natalia como Fedra comparten sus procesos creativos, que emergen de reflexiones profundas sobre el cuerpo, la raza y la identidad. Fedra trabaja con collage, deconstruyendo imágenes que históricamente han objetivado ciertos cuerpos: "¿Dónde están los cuerpos que son similares a mi? Están en National Geographic, en estas revistas donde los animales y ciertos humanos son equiparados desde una mirada colonial que los inferioriza. Una idea colonial de estos cuerpos que no son hegemónicos. A mí esto me interpela mucho, entonces desde ahí parte lo que yo hago, este proyecto que está en la muestra es una deconstrucción de un “catálogo humano”.

Fedra simula tener unas tijeras entre las manos y dice: “me llama la atención que en el 2025 la gente no se pregunte porqué es que ciertos cuerpos se siguen mostrando bajo el formato de un “catálogo humano”. Entonces yo agarro estas revistas y las destrozo, las corto, les meto tijera, les meto cuchillo, así mi acto es performativo. Para mí es una cosa reafirmante, me revitaliza cortar, como un ejercicio propio del collage.”

Natalia, por su parte, trabaja pintando cuerpos que deconstruye: "Le saco fotografías a cuerpos, los corto, los vuelvo a crear, no me importa de qué género sean, y vuelvo y los pinto. Me interesa que la pintura, la materialidad, la forma, deconstruyan y se vuelva a generar una corporalidad visible."

La invitación está hecha: es pensar cómo la gente se tiene que relacionar con las obras, con estas realidades sensibles para reflexionar sobre otras corporalidades, no necesariamente verse representadas, pero llegar al punto de inflexión en donde el cuerpo también puede ser así. Hay tantas posibilidades cuando hablamos de corporalidad y es importante que se pueda seguir hablando y reflexionando sobre este tema.

“Diálogos desde el cuerpo” no es solo una exposición; es un espacio de encuentro, resistencia y creación colectiva que desafía las lógicas tradicionales del mundo del arte. A través del cuidado mutuo y la exploración de nuevas corporalidades, estas artistas de Chile, Ecuador y Perú proponen formas alternativas de existir y crear en un sistema que históricamente ha marginalizado sus voces. Como concluye Natalia: "Espero que sigamos ocupando los espacios de otra forma."

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