Mateo Chiarella: “Un búnker es un lugar donde aislarte para no estar obligado a recordar”

Mateo Chiarella posa en el escenario del Teatro Ricardo Blume. / Foto: Javier Gragera

En Búnker, la nueva propuesta escénica de Teatro Aranwa, los que manejan los hilos detrás del telón son padre e hijo. Jorge Chiarella Krüger la dirige en base a lo que ha escrito Mateo Chiarella Viale, su hijo. Mateo Chiarella nos cuenta que se crió con el teatro metido dentro de casa, y que fue para él un gesto natural dedicar su vida a la creación de ficciones sobre las tablas. Lo que no se hereda, no se hurta, dice el refrán. Justo después de dirigir un taller, y mientras Mateo Chiarella le mete cuchara a una lonchera antes de irse corriendo a la universidad, el dramaturgo nos concede una entrevista en un patio al aire libre del Teatro Ricardo Blume. Indagar en las motivaciones de su última obra nos hace hablar de Lima, de la sociedad que la habita, y de cómo la palabra ‘búnker’ es una metáfora que puede darle significado a muchas cosas.

P. ¿De qué trata Búnker?
R.
En realidad no te puedo hablar de la obra porque es una historia de intriga que tiene muchos giros inesperados en la trama. A grandes rasgos, Búnker cuenta la historia de un abuelo italiano que viene a visitar a su nieta que vive en un sótano de un edificio de Miraflores en 1992. Al llegar a una Lima asediada por la violencia, el abuelo revive los peores momentos de su pasado como combatiente en la II Guerra Mundial. Esta historia nos permite también acompañar al abuelo en su propósito de investigar cómo murió su hija, que supuestamente había fallecido por enfermedad años atrás.

P. Al llegar a Lima, el abuelo italiano rememora la violencia que vivió como soldado. ¿Lima es un lugar para redimirnos de nuestras guerras internas?
R.
Pensemos en el Lugar de la Memoria. Ese edificio demoró muchos años en ser construido porque hubo mucha gente, fuerzas políticas incluidas, que se oponían a este proyecto. Ellos no querían recordar, era como una negación de la violencia en nuestra memoria. De esto también habla Búnker: no solo de encerrarte en  un sótano para protegerte, sino también de aislarte para no estar obligado a recordar. Ese tipo de encierro para negar la memoria colectiva denota una falta de sensibilidad porque nuestra sociedad tiene aún muchos deudos y muchas víctimas que no han logrado cerrar ese capítulo de nuestra historia.

P. ¿No es un recurso trillado usar la época de violencia política como contexto para ubicar una historia de ficción en Perú?
R.
La violencia es universal, y ubicarla como elemento propio del terrorismo es solo una de las posibilidades. Ahora también vivimos la violencia en las calles, pero de la mano del sicariato. Una de mis alumnas del taller de teatro nos ha contado que el otro día atacaron el restaurante de su padre, donde asesinaron a un hombre. La violencia no es propiedad exclusiva del Perú y se puede expresar de muchas formas, como lo hemos visto con la foto del niño sirio ahogado en la orilla. Los humanos somos el único ser pensante sobre la Tierra, y somos también el único que no sabe vivir en paz.

P. Búnker puede entenderse como una metáfora de la manera en que, ante situaciones de violencia, las personas tendemos a enclaustrarnos en busca de protección. ¿Muchos limeños viven hoy escondidos en su búnker por seguridad?
R.
Hace poco mi esposa estaba andando en bicicleta y se cayó. Entonces llega a su altura una camioneta, el conductor baja la luna y le dice a mi mujer: «Soba, mierda». Luego sube la luna y se va. Después de esta experiencia me ha dado por pensar que ahora no basta con encerrarte y darle la espalda al mundo, sino también desde tu lugar tienes que apuntar y disparar. Eso es la devolución de la violencia, y ahora por desgracia se está haciendo común en Perú.

P. Si vivimos encerrados en un búnker nunca podremos resolver los problemas porque nos alejamos de ellos sin proponer un terreno neutral. ¿Hasta dónde tenemos que exponernos para encontrar un punto de encuentro?
R.
El problema es tan grande, de unas dimensiones tan atroces, que ya ni siquiera hacemos el esfuerzo de resolver nada porque no nos sentimos capaces. Tratamos simplemente de acomodarnos en la vida como podemos, y eso también es un búnker: nuestro espacio de confort.
 


Búnker es una thriller que se desarrolla en un sótano de Miraflores en 1992. / Foto: Difusión

P. En esta obra, los protagonistas hunden sus raíces familiares en Italia. Eso me remite a la sonoridad italiana de tus apellidos: Chiarella Viale. ¿Es esta una obra autobiográfica?
R.
Mi abuelo es hijo de italianos, y en una ocasión hice un viaje con mis padres para buscar nuestras raíces en Chiavari, en el norte de Italia. Sentí una gran sintonía con todo lo italiano, y desde entonces he sentido un deseo por profundizar en mi identidad desde allá, y rastrearla hasta acá. En las seis obras que he escrito hasta el momento siempre hago guiños o trato de explorar los rasgos culturales de Italia, y muchas veces ni siquiera es algo premeditado, sino que de repente surge y me dejo llevar por ese impulso.

P. ¿Por qué han traído a Augusto Mazzarelli desde Uruguay para protagonizar esta obra?
R.
Con Augusto ya trabajamos el año pasado en la puesta en escena de La controversia de Valladolid, y nos fue muy bien con él, así que nos comprometimos a volver a hacer juntos otro proyecto esta temporada. Luego también teníamos a Mayra Couto, con quien queríamos estrenar una obra. Así que decidimos sacar adelante una puesta en escena que estuviese protagonizado por ambos. Antes de la obra ya estaban los actores y yo escribí la historia en base a sus perfiles, lo cual ha dificultado todo un poco más.

P. Tu padre dirige la obra que tú has escrito. ¿Cómo es trabajar en teatro con tu padre?
R.
Para nosotros es algo de lo más normal. Antes ya ha sucedido a la inversa: yo he dirigido una obra que él había escrito. Mi madre también está metida en el teatro: ella es dramaturga y actriz. Yo he crecido con el teatro en casa. De hecho, los dolores de parto le vinieron a mi madre en un teatro cuando ellos estaban a punto de estrenar una obra. Para mi padre y para mí trabajar juntos ha sido siempre muy natural.

Javier Gragera es periodista y fotógrafo de formación, y actualmente edita Enlima.pe

Búnker va del 8 de octubre al 21 de diciembre, con representaciones los jueves, viernes y lunes a las 8 pm, y los sábados y domingos a las 7 pm, en el Teatro Ricardo Blume.

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