Muki Sabogal: “Lo virtual está tomando el control de nuestras vidas, pero también nos da herramientas para ver de otra manera la realidad”

Muki Sabogal protagonizó 'Videofilia', film experimental peruano que se ha estrenado en cartelera / Foto: Eugenio Vidal

Actriz y cineasta encaminada a la búsqueda de un lenguaje experimental en el campo de lo audiovisual, Muki Sabogal captó todas las miradas tras su papel protagónico en Videofilia, un largometraje dirigido por Juan Daniel Molero. Esta película se convirtió en un hito del cine independiente peruano al ganar en el 2015 el Tiger Award (Holanda), uno de los premios más importantes del cine alternativo a nivel mundial. Tras un breve paso por Lima, donde Videofilia participó en el Festival de Cine Independiente, la película por fin regresa a nuestra ciudad, y se proyectará en un reducido circuito de salas comerciales y alternativas. Muki Sabogal nos convoca en una cafetería para conversar sobre la película, sobre el cine experimental en el Perú y sobre cómo las nuevas tecnologías están cambiando nuestros modos de vida. Hablamos cara a cara, uno frente al otro alrededor de una mesa, pero uso mi celular para grabar la conversación. Eso seguramente quiere decir algo.

P. Para alguien que aún no ha visto la película, ¿nos puedes explicar de qué trata?
R.
Básicamente trata de una adolescente de 16 años que acaba de terminar el colegio y está harta de sentirse rodeada de mentes cuadriculadas. El Internet es su punto de escape. Ella explora y siente curiosidad por todo tipo de material que encuentra en la web, y también le gusta contactar a gente. Así conoce a Junior, con quien empieza a tener relaciones sexuales vía webcam, hasta que deciden conocerse en persona. La película arranca ahí: cuando ellos deciden pasar del encuentro virtual al encuentro en la vida real, mientras que a su alrededor empiezan a suceder cosas raras y aparecen personajes muy locos de la Lima ‘clasemediera’ de distritos como Magdalena, Jesús María y Lince.

P. Y al mismo tiempo hay un virus que se expande en el mundo…
R.
Sí, algo sucede, aparece ese virus cibernético que va enrareciendo la película.

P. ¿Qué crees que ha supuesto la película para un público poco acostumbrado a este tipo de cine?
R.
Sé que para mucha gente de cuarenta años para arriba, Videofilia ha significado abrir los ojos ante cosas que ellos desconocían, pero que son absolutamente normales para la gente de mi generación. Para ellos, ver la película ha sido descubrir otra realidad, adentrarse en un nuevo mundo, y eso me parece muy importante. También ha significado la incursión de técnicas de cine experimental y videoarte en el formato de una película narrativa. Me parece genial eso porque en el Perú ese tipo de lenguaje audiovisual suele estar destinado a galerías de arte y de pronto también lo puedes ver en el cine.

P. En la película tiene una importancia capital la influencia que ejercen las nuevas tecnologías en los vínculos sociales. ¿Cómo afecta este nuevo paradigma en la forma que tienen de relacionarse las nuevas generaciones?
R.
La película no pretende dar ningún juicio de valor, solo exponer una realidad que existe y que nos afecta a todos. Desde un punto de vista personal, me parece relevante pensar tu pregunta como una cuestión que afecta directamente a la identidad de las personas. Por lo general, la gente ahora tiene distintos perfiles en las diferentes redes sociales que existen, como Facebook, Twitter, Instagram… En cada uno de ellos, nosotros proyectamos al mundo una imagen de nosotros mismos, y muchas veces esa imagen no coincide con lo que somos en realidad. Además, tampoco tiene que coincidir el perfil que tenemos en una red social y en otra. Eso genera una multiplicidad de identidades, una confusión, un conflicto permanente, hasta tal punto que lo virtual, nuestros avatares ficticios, acaban por imponerse a la vida real, y ocupan nuestro tiempo haciéndonos pensar cosas del tipo: ¿Cómo postearía esto? ¿Cuál de las fotos tendría más ‘likes’? Debemos estar atentos para que la ficción que proyectamos de nosotros no acabe por controlarnos, y consumir tanto de nuestro tiempo. Lo virtual está tomando el control de nuestras vidas, pero también nos da herramientas para expandir la mente y ver de otra manera ‘la realidad’. El Facebook, al igual que la telebasura, termina siendo una cortina de humo para que no indaguemos en las profundidades de Internet. Hay que estar inmerso, pero al mismo tiempo atento. Creo que eso me deja la película.

P. ¿Qué hay de ti en el personaje que interpretas en Videofilia?
R.
A la hora de trabajar mi personaje le di muchas cosas mías, gestos muy míos y también parte de mis pensamientos. En la forma de hablar intentaba sonar más práctica y despreocupada de lo que soy, imaginando cómo habría sido yo de adolescente si me hubiera criado en Lima. Intenté proyectar un personaje femenino avezado, curioso y de mente abierta, no la típica víctima inocente. Si efectivamente los personajes de cine se vuelven ejemplos a seguir, quizás sea una manera de combatir la cucufatería heredada. Ahora, sin embargo, siento que ya no soy la misma después de este papel. En cierta manera, actuar es desprenderse de una parte de ti mismo, como si lo que le entregaras a un personaje como combustible dejara automáticamente de pertenecerte, lo dejas atrás, lo ofrendas para dar vida al personaje. Actuar es un acto de transformación permanente, que te constituye y te hace evolucionar a nivel personal. Se puede decir que Videofilia resolvió mis asuntos pendientes con la adolescencia, me sirvió para entrar en mi etapa de madurez como mujer, aunque siempre manteniendo el duende interior y la curiosidad que me caracterizan.

P. ¿Cómo entras en el proyecto?
R.
Conocí a Juan Daniel en una muestra a la que me invitó su curador, Alfredo Villar (quien luego también acabaría actuando en Videofilia), porque se exponía un cuadro de mi bisabuelo, José Sabogal. Ni bien lo conocí pensé que podríamos colaborar artísticamente, imaginaba hacer una performance con sus videos experimentales. Pero cuando finalmente nos juntamos para compartir material, Juan Daniel me pidió que actuara en su película. Necesitaba una actriz que aparentara ser menor de edad, que tuviera una mezcla de morbo e inocencia, y eso vio en mí. Dado que era un papel delicado yo no pensaba aceptar así de fácil, pero no me dejó ir hasta que aceptara, y me leyó los fundamentos ideológicos, políticos y hasta filosóficos detrás de la locura de Videofilia. Todo ese rollo conceptual me ató inevitablemente a la película y pensé: Si una actriz peruana debe hacer este papel, ¡tengo que ser yo! Y me entusiasmé un montón... Tanto así que terminé haciendo también producción en un inicio, fui segunda asistente de dirección, doblé audios y hasta ahora sigo involucrada en la difusión.

P. Se dice que muchas escenas de la película eran improvisadas, que todo el proceso de grabación y edición se fue configurando sobre la marcha, de manera espontánea. ¿Cuánto hay de cierto en esto?
R.
Juan Daniel había escrito un guion de más de sesenta páginas que nunca enseñó a nadie porque siempre reinventaba los diálogos y para no confundirnos decidió darnos simplemente una escaleta puntual antes de cada grabación. Ahí se mencionaba quiénes estaban en cada escena, qué pasaba y con suerte de qué se hablaba. Sobre eso, junto a él, fuimos descubriendo sobre la marcha cómo dar vida a su historia.
En este sentido, la creación de la película juega mucho con el azar y lo que cada integrante del equipo intuitivamente pudiese aportar. Juan Daniel sabe leer lo que va sucediendo en cada momento, ya sea durante la grabación como también a la hora de editar el material, y se deja llevar por las coincidencias, por la magia de la creación. Esas son cosas que también suceden continuamente en la vida cotidiana, aunque muchas veces no las tengamos en cuenta, y uno acaba por plantearse cuestiones como quién está creando a quién. ¿Somos nosotros los que creamos la película o la película nos re-crea a nosotros? Toda obra tiene también su vida propia, te habla, te exige cosas, y el creador tiene que aprender a escucharlas. Juan Daniel es muy bueno en eso, él sabe leer el azar.
De hecho, te puedo contar que en el guion de la película se replica un sueño recurrente que yo tenía desde pequeña. Eso fue pura coincidencia, ya que esa escena la había escrito Juan Daniel antes de conocerme. No te puedo contar ahora de qué trataba ese sueño porque sería hacer un ‘spoiler’ para aquellos que aún no han visto Videofilia. Lo que sí te puedo decir es que todo esto me hizo llorar de alegría, porque al materializarse mi sueño en la película, significó que me iba a librar de que me sucediese en la realidad, y mi sueño se habría convertido solo en el presagio de una ficción. Esa coincidencia me hizo muy feliz y le dio aún más sentido a que participase en este proyecto.

P. ¿Qué ha significado para ti Videofilia?
R.
Siento que ha sido como una bala que atravesó el hielo grueso del cine peruano reconocido hasta hoy, y que a través del agujero que ha dejado pueden pasar a la luz muchas otras creaciones que habrían sido minusvaloradas por no seguir los cánones. Videofilia ha abierto esa puerta, y a los creadores y realizadores “alternativos” nos ha dejado la esperanza de que sí se puede. Que es posible hacer cosas distintas y tener libertad para expresarte a tu manera. Con esos ánimos terminé de editar mi tercer cortometraje experimental el mes pasado.

P. La primera vez que se presenta Videofilia en Lima fue durante el Festival de Cine Independiente, en el año 2015. Ha pasado más de un año hasta que por fin habéis logrado entrar en las salas comerciales. ¿Por qué tanta dificultad?
R.
Desde aquella primera presentación, hemos proyectado la película en distintos espacios de Lima, como en el Galpón Espacio, pero siempre de manera alternativa y sin fines comerciales. En primer lugar, hemos tardado tanto en dar el salto a los cines comerciales porque se necesita una Ley del Cine en el Perú que defienda las producciones nacionales. Hasta el día de hoy no tenemos herramientas para que las salas de cine comercial difundan nuestro cine, te ponen muchos obstáculos, como precios muy elevados de tasa para aceptar tu película o te dicen que no podrán proyectarla hasta dentro de muchísimo tiempo. En el caso de Videofilia, siento que estas trabas han sido una manera encubierta de censura. Porque a pesar de que hemos ganado el Fondo de Distribución del Ministerio no hemos podido colocar nuestra película más que en una sala comercial y dos salas alternativas en Lima, y algunos espacios en provincias. Es una pena porque estoy segura de que Videofilia podría tener una buena acogida y convertirse en algo viral entre jóvenes y adolescentes.

P. A nivel personal, has actuado en más de una veintena de cortometrajes, además del papel protagónico en Videofilia. ¿Tienes proyectado involucrarte próximamente en proyectos de mayor alcance, como participar en algún largometraje?
R.
Sí, ahora estoy trabajando en dos nuevos largometrajes de producción nacional. Por un lado, El año del Apocalipsis, de Rafael Arévalo, una película sobre zombis en Lima; y por otro, La Era Olvidada, un film épico protagonizado por Pietro Sibille que hemos rodado en Cerro de Pasco y cuyo tráiler ya está en Internet. En realidad, ya estoy un poco harta de participar en cortos. Al principio, me emocionaba con cada proyecto y siempre quería involucrarme. Pero con el tiempo me he dado cuenta que muchos de estos proyectos no tienen ningún tipo de difusión porque el director solo los mueve por festivales, en el mejor de los casos, y ni siquiera los comparte en la web. Eso me desespera porque si me decido a participar en un proyecto, es para que sirva de algo, para que al menos la gente pueda ver y sentir la obra. No quiero seguir trabajando para películas que no saldrán del cajón del director. Ahora solo acepto proyectos que realmente me motiven, además de tratar de incursionarme más en el cine y en el teatro, mientras genero mis propios proyectos audiovisuales, otros de performance y sigo explorando con mi voz en la música experimental.

Videofilia se proyecta a partir del 18 de agosto 2016 en las salas CineStar Breña, Sala Armando Robles Godoy del Ministerio de Cultura (Av. Aviación con Javier Prado) y la sala del MALI - Museo de Arte de Lima.

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