Invitadxs EnLima | 10.05.2025

Escrito por Paloma Pulisci
Desde la práctica artística y la maternidad, encuentro siempre el día de la madre como una fecha en la que me sumerjo en la introspección. Es un recordatorio anual de cómo los aspectos de mi vida se cruzan desde diferentes ejes y se intersectan con la maternidad. No hay área en la que no haya invadido mi espectro maternal y, que, desde allí, aborde mis expectativas y realidades.
Es por ello que, a veces me pregunto si la maternidad me aleja o me acerca al arte. Si es que la exploración artística se ve desde el foco de lo maternal o tan solo se distancia de ella sin algún tipo de conversación. Insisto, ¿la maternidad me aleja del arte o me obliga a mirarlo desde otro lugar? ¿Me roba tiempo o propone otros ritmos? Lo cierto es que, de no haber elegido maternar, muchas de las preguntas que hoy me constituyen, aunque a veces me alejen de mi práctica, nunca habrían llegado. Y son esas preguntas las que me acercan más a la exploración de lo esencial sobre lo humano, una exploración en la que intento entender el sentido y desde donde parten las cosas. ¿Podemos decir entonces que esta exploración cuenta como práctica artística, cierto? ¿O tal vez no existan maneras concretas de poder medir la producción artística en sí bajo esta nueva realidad que afrontan las mujeres que maternan?
Durante décadas, la práctica artística y la maternidad fueron dos posiciones que parecían incompatibles. Se trataba de territorios que no solo no conversaban entre sí, sino que parecían excluirse mutuamente. Esto hizo que se afianzara la brecha entre el ser artista y el hacer arte. Como señaló Adrienne Rich en Of Woman Born, “la maternidad como institución sirve al status quo, pero como experiencia puede subvertirlo”. La idea de la subversión desde lo íntimo, y con sus propias complejidades, propone nuevas formas de creación. Y es aquí, en la búsqueda de esta nueva configuración hacia la práctica, donde es fundamental comprender que el sujeto que materna se convierte en una especie de viajera entre tiempos. Una figura que habita una temporalidad discontinua, fragmentada, donde los ritmos del pensamiento se entrelazan con la interrupción constante y con la atención dividida. Crear desde ese lugar no responde a los modelos clásicos de productividad ni al mito del artista absorto en su mundo; por el contrario, implica adaptarse, reinventar rutinas y aceptar fisuras.
Sobra la experiencia en la que se sumergen las mujeres, la fotógrafa Moyra Davey, denomina esta configuración como un nuevo estado mental en donde sostiene que la maternidad le robó la concentración que antes tenía, pero a su vez, le ofreció otro tipo de atención; una más caótico, más vital. Cambiando así, por completo, su proceso creativo a un estado más adaptativo.
Bajo la misma premisa, la psicoanalista Lisa Baraitser, en “Maternal Encounters: The Ethics of Interruption", plantea que la idea que el tiempo maternal no es lineal ni progresivo: es un tiempo interrumpido, donde la atención está siempre desplazada.

Lisa Sorgini - “IN-PASSING”
Para artistas como Lisa Sorgini, la maternidad es tanto radical como implacable. Es una forma de trabajo no remunerado e infravalorado que sustenta a las sociedades, pero sigue siendo ignorado por las políticas y los marcos culturales en cuanto a sus desafíos. Por lo que rechaza tajantemente el mito de que el sufrimiento materno es inevitable, esto podría cambiar, transformarse. Siempre y cuando se reconozca la carencia del sistema como verdades, pero, hasta que esto no pase, la maternidad seguirá siendo una lucha individual más que una responsabilidad colectiva.
Mientras tanto, la artista Elinor Carucci se centra en el acto performático de la fotografía, en donde encuentra, a veces, una especie de culpa en la que, al fotografiar su propia realidad, elige el acto fotográfico antes que su rol como madre… “una fracción de segundo en la que descuidaba a mis hijos, una fracción de segundo en la que pensaba en la luz y la composición”.

Elinor Carucci - "MOTHER”
Por último, la artista Ana Casas propone espacios de evidenciación en los que la maternidad completa una atmósfera atemporal, por más que sus registros estén contemplados en acciones, la noción del tiempo se tergiversa desde la percepción de ella misma en el espacio que habita, ya que, con la maternidad, sostiene que la mujer se llega a convertir en otra cosa hacia afuera. Haciendo que su existencia maternal sea un proceso en el que presente y pasado se entrelazan todo el tiempo.
Entonces, ¿qué tipo de madre, o qué tipo de artista debemos ser para mantener ambas realidades en un mismo espacio-tiempo? ¿Cómo compatibilizar la maternidad y el arte como si no fueran dos esferas separadas?
Tal vez se trate de resignificar ese tiempo de interrupción y desvío como un tiempo fértil para la creación. Un arte que no se escapa de la experiencia materna, sino que emerge desde ella, no solamente como tema, sino como forma. Haciendo que no se trate solo de una observación sobre la experiencia de la maternidad, sino de una clave para repensar las formas en que concebimos la productividad, la creación y la presencia.
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