Redacción | 24.08.2018
Entrevista por Laslo Rojas
Si el año pasado tuvimos la película sobre la captura de Abimael Guzmán, este año llega una cinta sobre la captura de Vladimiro Montesinos, el infame asesor de Alberto Fujimori. Conversamos con Eduardo Guillot Meave, experimentado realizador y productor audiovisual, con una extensa carrera en la televisión y la publicidad, en el Perú y el extranjero. Guillot ha estrenado esta semana su opera prima, Caiga quien caiga, película basada en el libro del mismo título escrito por José Ugaz, el ex procurador anticorrupción para los casos Fujimori-Montesinos.
El filme está protagonizado por Miguel Iza, quien se transformará en el ‘Doc’; Eduardo Camino, que interpreta al tenaz José Ugaz; ambos acompañados por un variado reparto que incluye a figuras como Víctor Prada, Jackelyn Vásquez, Sandro Calderón, Karina Jordán y Kukuli Morante.
Eduardo, ¿de dónde nace el interés por llevar al cine la historia de la captura de Vladimiro Montesinos?
A mí me interesa mucho el tema de la justicia, me apasiona, siempre me ha gustado ese cine de directores como Sidney Lumet o Costa Gravas. Creo que ese interés tiene que ver con cómo viví mi país de chico, un país muy injusto. Entonces, estuve buscando filmar sobre un tema peruano, empecé a leer algunos libros de autores que tenían que ver con esa época de los años 90, hasta que un amigo en común me recomendó el libro de José Ugaz.
En este caso, Ugaz se enfrenta a una maquinaria establecida de corrupción y eso le da un sentido dramático muy interesante, yo creo que esa fue la primera premisa para escoger Caiga quien caiga. El interés de José Ugaz en apoyar esta película es más pedagógico, pues esta historia ha sido un caso que inclusive él presentó a Harvard. Creo que nunca le han reconocido este logro, creo yo, o la gente no puede creer que existe una persona que es así de transparente.
¿Qué te llevó, en este momento de tu carrera como realizador audiovisual, a lanzarte a hacer cine?
Creo que fue en estos últimos 11 años en los que me interesé seriamente en hacer algo de cine. Provengo de la televisión, aunque ese es un medio al que yo ingresé de casualidad. De joven estudié cine en Los Angeles, luego regresé a Lima, y aquí conocí a Robles Godoy. Estudié en su taller de cine, él me ayudó a entender el famoso “lenguaje misterioso”, como él le llamaba. Tenía un respeto muy grande por hacer cine, seguía postergando este sueño, es ese respeto que los de mi generación teníamos hacia el cine. Eso actualmente no es así, ahora agarras una cámara, filmas y ya está.
Hacer cine cuando yo empezaba era muy difícil. Así que ingresé a la televisión a hacer telenovelas, publicidad y documentales para la TV, durante muchos años. Eso fue hasta el 2007, cuando hice el docudrama La historia de Liz Rojas, que ganó un premio en un festival de Boston. Ese fue un punto de quiebre para mí, a partir de ahí decidí dedicarme más a mis proyectos de cine. Después de haber vivido mucho tiempo en EE.UU., decido volver a Perú y aquí empecé a trabajar en una historia basada en la vida de Javier Heraud, algo que me tomó varios años. Con este proyecto, En busca de Javier, gané el premio de Ibermedia y también el concurso de DAFO. En busca de Javier es mi primera película, antes que Caiga quien caiga, aunque aún no la termino. Para esa película me falta completar una etapa más, espero que sea en este año.
Entonces, para efectos prácticos Caiga quien caiga será tu primer largometraje. Uno de los protagonistas, Eduardo Camino también debuta aquí en el cine. ¿Cuáles fueron los mayores retos a superar en este debut?
El primer reto fue conseguir que la gente apueste por el proyecto. Esta es una historia que nadie apoyaba, nadie se arriesgaba, hay mucho miedo aún, durante mucho tiempo no conseguía ningún auspiciador. Pero después conocimos algunos productores que sí se sumaron, como es el caso de Aman Kumar [N.E.: Kumar es socio con Guillot en Amaranta Films, la empresa productora de la película. Kumar es además gerente general de Star Films], de Latina que tiene los derechos de televisión, y entraron además dos productores ejecutivos, uno de ellos es peruano, Carlos Cárdenas Baldwin, y otro estadounidense. Eso es cuanto al reto como productor.
En el caso de la realización, no creo que haya sido un reto pues me he sentido muy cómodo trabajando con Eduardo [Camino], él es un actor sólido, versátil, con fuerza, entendió el personaje de Ugaz perfectamente. Eduardo me hace acordar a actores de Hollywood de los años 40, es un actor muy clásico, muy fino.
¿Cómo fue la decisión de elegir a Miguel Iza como el indicado para ponerse en la piel de Montesinos? Su nivel de caracterización es uno de los puntos altos del filme.
Inicialmente yo tenía en mente a otro actor, que ahora ya no vale la pena mencionar. Lamentablemente él no pudo estar porque tenía otros contratos. Así fue que surgió la idea de Miguel Iza, un tremendo actor. Yo había trabajado con él en Matalache hace una punta de años, cuando él era bien chiquillo. Yo tenía muy claro quién era este personaje, y esa información se la trasladé a Miguel. Él ha hecho un trabajo de investigación por su lado también, yo le di de referencias algunas películas, pero él ha hecho un trabajo orgánico y técnico. Hemos cuidado durante todo el proceso de rodaje su acento, su tono. Nuestra premisa era: no vamos a hacer una caricatura o una imitación de Montesinos, y Miguel lo ha logrado. Para mí ha sido una satisfacción, un goce trabajar con él.
¿Y cómo fue el casting de los otros roles de personajes reales, de Eduardo Camino, Jacky Vásquez, Kukuli Morante, entre otros?
El más difícil de elegir fue el de Eduardo Camino. Teníamos una terna de actores como opciones, y ahí mi feeling al final fue por Eduardo, tomé la decisión y estoy muy contento con él. Por los demás, puedo decir que para mí todos los roles son importantes, utilizar buenos actores es mi premisa, a todos los trato con el mismo respeto y el mismo empeño.
¿Con quién trabajaste el guion?
Lo trabajé con Alejandro Maci, un escritor argentino. Lo conocí porque él había adaptado la serie In Treatment de HBO para Argentina, con el título de En terapia. Alejandro es un dramaturgo que hizo cine, trabajó como asistente de María Luisa Bemberg, una conocida directora argentina de los años 80 y 90. Lo que buscaba con él era alguien que pueda generar una dramaturgia, me interesaba que alguien que no fuera del país viera esta historia desde otra perspectiva, no con el apasionamiento que tenemos nosotros, que estamos muy marcados por esa época.
La película se basa en buena parte en hechos de la vida real, pero también ficciona algunos eventos. ¿Cómo fue ese trabajo de insertar aspectos creados para la película?
El libro de Ugaz es una crónica, y yo tenía claro que la película debía tener información que le faltaba, y mostrar el poder que tenía Montesinos en ese gobierno y cómo se manejaba el país. Era importante crear estas situaciones, esas escenas donde se presenta el poder de Montesinos, a pesar de que el tipo ya estaba de salida. Al personaje de Montesinos había que darle una dimensión humana, él tiene una posición y un credo que él mismo profesaba. En su cabeza, Montesinos siempre creyó que el fin justifica los medios.
¿A qué se debió que en la película la presencia de Fujimori se redujo a algunas imágenes de archivo y un par de breves apariciones?
Esa fue una decisión mía. Encontrar un actor que interprete a Fujimori hubiera sido más complejo, teníamos ya una carga muy fuerte con lo de Montesinos. Entonces, Fujimori en verdad sí está presente en la película, lo ubicamos como un personaje real en la televisión, en la radio, habla por teléfono con Montesinos, y aparece en esta escena que ya has visto, cuando Fujimori consulta con una adivina del tarot, que es realmente algo que él hacía.
Hay que precisar que la película solo llega hasta la captura de Montesinos, pero luego vino lo de la fuga y la renuncia de Fujimori, no hay que olvidarnos de eso. Esa conferencia de prensa de Fujimori que escuchamos al final de la película la verdad que es patética. Y notemos que al final de la película mostramos esos carteles, indicando la condena que también recibió Fujimori, y además señalamos quien lo indulta luego. Esta es nuestra propuesta, una película que no pretende ser una clase de historia, para nada. Pero por lo menos rescata una parte de nuestra memoria y eso sí me parece importante.
En un momento de la película Montesinos dice cínicamente algo como: “¿Acaso creen que porque me capturen esto va acabar? Yo no trabajé solo”. Un cinismo que, a ojos de lo que vivimos estos días con los casos de Lava Jato o Lava Juez, parece ser desgraciadamente certero. ¿Cómo lo ves tú?
Sobre eso tengo algunas cosas que decir. En el libro, el mismo Ugaz dice que las ramificaciones de la corrupción todavía están ahí, hay que cortarlas. Recordemos que en esa época, en el 2001 hubo una voluntad política muy importante de Valentín Paniagua para acabar con la corrupción, y Ugaz es ratificado como procurador. A partir de ahí cae mucha gente presa. Estamos hablando de una dictadura de 10 años que tenía copado todos los poderes del Estado y los medios de comunicación. Era distinto a esta época. Hoy estamos viendo esta corruptela en el Poder Judicial, no quiero creer que todo ahí esté corrupto, debe haber gente proba también. Y lo que hemos visto antes de esto es algo muy grave también, la caída de un presidente que tiene que ver más con un tema político, hemos visto el caso de Odebrecht, hemos visto a Toledo acusado de recibir millones, a Humala entrar a la prisión. Esos son hechos muy serios, en la época de Fujimori y Montesinos era impensable ver denunciado o apresado a un presidente o a un juez.
Ahora la película se estrena en un centenar de salas, al parecer con la mira en lograr una buena taquilla. ¿Qué expectativas tienen ustedes?
Las más grandes, en el sentido de poder tener una satisfacción que esta película le guste a la gente, que los chicos la vean. Hemos hecho una película con mucho empeño y esfuerzo, y esperamos que eso se valore. Eso es lo que nos interesa. Eso, y poder seguir produciendo, terminar En busca de Javier y hacer otras cosas.
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