Luciana Fonseca | 14.06.2018
Entrevista por Luciana Fonseca
No esperaba encontrarme con una persona tan cálida y centrada. Con Pepe Hevia me di cuenta de que un coreógrafo con su trayectoria no necesariamente tiene que ser frío. En el marco del XXX Festival Danza Nueva, el coreógrafo cubano nos presenta Vitruvio, una obra basada nada más y nada menos que en uno de los genios de la historia de la humanidad: Leonardo da Vinci. Y eso solo lo puede hacer alguien que, al igual que el maestro renacentista, no se centra solo en una disciplina, sino que le interesan todas las artes con que lo reta la composición coreográfica. Un maestro frente a otro maestro.
¿Por qué Vitruvio?
Vitruvio viene del dibujo El Hombre de Vitruvio que a su vez viene de los estudios del filósofo romano Marco Vitruvio Polión. Él fue quien empezó a trabajar las proporciones del ser humano y el hombre como centro de todas las cosas. El arte renacentista, que es de la época de Leonardo Da Vinci, retoma mucho de esta época de los griegos y de los romanos, los hacen renacer; entonces, él hace un dibujo que para mí es el dibujo que más me ha marcado toda la vida, que es este hombre en una imagen superpuesta con otro hombre enmarcado. Todos lo hemos visto, pero quizás no sabíamos que se llamaba El Hombre de Vitruvio.
De hecho, en el arte renacentista este dibujo es una de las piezas más importantes y de ahí parte toda la coreografía. Para mí, la mejor máquina que se ha creado es el cuerpo humano, la mente humana, las células, todo ese mecanismo que es maravilloso, pero que además es imperfecto porque a veces se usa terriblemente como ya sabemos. Sin embargo, sigue siendo la máquina más interesante. Entonces, es ese juego de somos esa máquina, pero al final somos el creador que componen sus propias máquinas. Eso está marcado coreográficamente.
¿Qué relación encuentras entre los bocetos de Leonardo y la coreografía?
El de Leonardo es un mundo muy bello entre la matemática y el arte. Yo tengo muchos diarios con sus dibujos donde él desglosa cuadros, cómo marca las diagonales, es lo mismo que la composición en el escenario porque este es un gran lienzo donde dibujamos con un número distinto de bailarines, pero al final son las proporciones, el equilibrio, la simetría para llegar a una asimetría preciosa. Hay tanto en común con este hombre que tocó la composición coreográfica desde su visión. Por eso yo quería trabajar sobre él. Es lo que pasa con trabajar sobre genios: te obliga a hacer algo muy bueno. No solo moverte, el bailarín ha de estudiar, ha de saber quién es este hombre, todo lo que tocó, cómo lo tocó, en fin, está siendo un trabajo precioso.
¿Y cuánto tiempo te tomó hacer Vitruvio?
Estuve con descanso obligatorio un mes en Barcelona (España) por unos meniscos rotos. En ese mes, mis bailarines siguieron estudiando lo que les deje, lo que habíamos estructurado un mes antes. Tres meses tomó hacer esta pieza. Muy intenso. “De diez días a la semana”, como dicen ellos que se ríen de mí, ellos me adoran, pero trabajamos tantas horas… mínimo 4 o 5 horas diarias. El tipo de trabajo que hacemos es muy riguroso. Uso mucho material, aunque hay escenas donde al final te lleva a la simplicidad porque el espectador necesita descansar el ojo, emocionarse de otra manera. Pero, por encima de todo, el lenguaje es lo más importante en la danza; es lo primero que veo cuando hago de espectador, es lo primero que busco. ¿Cómo se están moviendo esos cuerpos? ¿A dónde los ha llevado ese creador? ¿Qué fórmulas están usando? Cuando veo las mismas fórmulas inmediatamente me aburro, cuando veo las mismas fórmulas trabajadas de manera inteligente me enamoro. Creo que soy un público terrible [risas].
¿A que te refieres cuando hablas de ‘movimiento inteligente’?
El bailarín a veces se acostumbra a sentir, a no pensar. Entonces, cuando el bailarín unifica la idea con el punto emotivo y con su cuerpo, se convierte en algo maravilloso. Además, cada bailarín debe saber lo que está haciendo el resto mientras baila. No solamente tienes que saber la parte que te toca a ti; tienes que saber la parte de lo que está haciendo el que está atrás, qué movimiento tienen en común que se empastan con el tuyo para que cuando tú estés bailando sepas que ahí hay una conexión energética. Ahí se crea un algo compacto que yo siempre lo he trabajado, pero en esta obra les estoy dando la idea de que somos piezas, somos una maquinaria que tiene que funcionar. Y para eso todos necesitamos saber que está pasando con todos.
¿Por qué te quedaste en Perú?
He ido fluyendo y me he ido enamorando. Normalmente es muy complicado empezar. El ser humano es complicado: le tiene miedo a lo diferente y tiene miedo de lo que algunos pueden hacer. Por eso, las personas trabajamos para ser más felices, más valientes, para ser mejores en lo que hacemos. He sentido la conexión con algunos compañeros de la ciudad que me han dado mucho aliento; entre ellos te puedo decir José Avilés que, sin conocerme de nada, me abrió los brazos. Siento que en esta ciudad la danza contemporánea no está explotada como debería y yo puedo enriquecerme muchísimo de esa cosa oculta.
¿Cómo ves la movida en la danza contemporánea en Lima?
Yo creo que hay mucha gente talentosa, pero todo el mundo lo está haciendo en un agujerito. No lo comparte con el otro. Los que dominan la técnica tienen miedo a la exploración y los que hacen exploración tienen miedo a la técnica. Hacen un rechazo tremendo a la evolución. Las grandes compañías del mundo, como Netherland Dance Seattle, van desde lo más neoclásico hasta lo más alternativo y lo que bailan lo defienden de una manera desprejuiciada… Por eso le digo a los chicos y chicas: los prejuicios hay que dejarlos fuera. Esa es la belleza. Y si ahora toca elevar una pierna, hay que hacerlo bien técnicamente. Porque es el cuerpo. Si ahora te estoy pidiendo un abrazo, ese abrazo tiene que tener una belleza y una naturalidad como la que tenía Pina Bausch. Entonces, hay que estar abiertos y saber pasar por estos registros. Esa es la esencia de lo que no pasa aquí. Están encerrados en su historia, no se vienen a ver, no disfrutan de lo otro. Yo les digo a mis bailarines que ellos son mis maestros y elaboro todo un lenguaje que tenemos muy particular, que es un lenguaje Heviano, y sobre eso yo le doy pequeñas variaciones a mis bailarines que tienen un elasticidad y vitalidad que yo no tengo. Yo creo que el atraso está en la no comunicación.
MÁS INFORMACIÓN
Título: Vitruvio
Compañía: Hevia Dance Company
Dirección: Pepe Hevia
Fechas: 21 de junio 2018, a las 8pm [Auditorio ICPNA – Lima Centro, Ingreso Libre] y 28 de junio 2018, a las 8 pm [Auditorio ICPNA – Miraflores, Entrada: S/20 a S/40]
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