Diego Arévalo | 25.08.2017
Artículo escrito por Diego Arévalo y Hans Alejandro Herrera
Probablemente sea una de las muestras más ambiciosas de la museología peruana hasta la fecha. Con más de 300 piezas procedentes de diversas colecciones privadas y públicas, la exhibición de piezas inéditas (cuatro fardos funerarios extraídos de una misma tumba) y el empleo de diversas tecnologías que recrean la estética de la sociedad de artesanos más importante de la américa precolombina hacen de Nasca un evento de paradero obligatorio.
Por primera vez en su historia, las cuatro salas del MALI están dedicadas a una única muestra. Nasca es especialmente significativa porque, en palabras de la curadora encargada de las colecciones del MALI, Cecilia Pardo, anteriormente “todo había quedado entre los arqueólogos y los especialistas, y no había sido dado a conocer a través de un producto accesible a todos los peruanos”.
A medida que recorremos las galerías, uno se siente un poco extraviado –por la cantidad de objetos preciosos que hay por mirar y no saber por dónde empezar– y al mismo tiempo se siente fascinado. Las numerosas piezas dispuestas contra la pared y que ocupan los cuatro lados del recinto, envueltos en una iluminación que nos remite al color de la arcilla, crean el ambiente necesario para la contemplación de los ceramios. Sucede que los Nasca son reconocidos por ser los artesanos, en el mejor sentido de esta palabra, de la cultura precolombina. Y en esta ocasión “son más de 300 las piezas que se reúnen aquí. Es una de las muestras más grandes que se han hecho. Ha tomado dos años prepararla y lo conseguimos gracias a la colaboración con el Museo Reitberg de Zurich (Suiza)”, nos cuenta Cecilia Pardo.
En un pasillo ancho y largo que antecede a la segunda sala, el visitante se encontrará con un tambor enorme con grabados de una divinidad; instrumento atávico para celebrar a los dioses en el desierto hasta el amanecer. A los extremos, dos ecrans enormes. En ellos, uno de los ceramios más complejos por su forma y detalle cobra vida digitalmente. Se trata de animaciones que desarticulan todos los elementos que están en la vasija y que nos hace notar cómo cada trazo, dibujo o figura tienen vida propia.
“Este espacio–explica Cecilia Pardo– no nos habla del entorno natural sino más bien del entorno sobrenatural. Acá la divinidad principal es este ser mítico quien aparece con una diadema, esta máscara bucal, que vuela y que toma cabezas trofeo. La tenemos representada en varios soportes: de forma escultórica y también la tenemos en un tambor donde aparece como deidad tutelar”. Gracias a la tecnología vemos proyectado a este ser sobrenatural sobre las pantallas. Se trata de una verdadera fusión del presente y el pasado en perfecta simbiosis.
Si lo sacas de contexto no tendría sentido
Lo más interesante y enriquecedor de esta muestra, sobre todo patente en la sala de los textiles, se debe a que “por primera vez sabemos que en este fardo de acá, que este textil con esta piel de zorro, esa esclavina y ese faldellín, pertenecían a un mismo individuo”, comenta Cecilia Pardo. “Nunca se habían mostrado de esta manera. Tenemos tres fardos funerarios distintos, pero no tenemos todos los objetos. En este fardo probablemente había más de cincuenta. Nosotros hemos tratado de incorporar dentro de diez y quince, pero por lo menos sabes que esto viene de lo mismo. Para el arqueólogo toda la diferencia está en estudiar todos los hallazgos en contexto, porque si esto lo sacas de contexto y lo estudias como un objeto individual, la información que pierdes es muy grande. Por esto es que lo arqueólogos luchan tanto contra el huaqueo, por eso la riqueza de las excavaciones. Al reconstruir el contexto vas a poder saber y estudiar la estructura anatómica del personaje que portó esto a la hora de morir. Si lo sacas de contexto no tendría sentido”.
Además, esta exposición nos invita a replantear nuestra concepción histórica de los Nasca que aprendimos en los libros de historia ya que se trata de “una muestra súper ambiciosa, pero también arriesgada. Lo que la gente va a decir al entrar a la sala de los textiles va a ser: esto es Paracas. Paracas es parte de toda nuestra memoria colectiva de lo que aprendimos en el colegio; porque lo que hacemos los arqueólogos es crear calificativos y nombres a todo lo que encontramos”.
A la pregunta de si hay un nexo de continuidad entre los Nasca y Paracas, Cecilia Pardo nos responde: “Totalmente. Eran la misma gente. Se ha probado con ADN mitocondrial y hay una prueba de migración a inicios de nuestra era y, probablemente, se trata de la misma gente que talla toda esta mitología que vemos en las imágenes Paracas hasta los Nasca”.
Sobre las paredes de la sala de los textiles también se pueden apreciar fotografías testimoniales del tiempo de la excavación y delicados dibujos de estos fardos que el arqueólogo Julio C. Tello mandó hacer para su estudio. Entre estos cuadros se cuela una pantalla digital: Recreación del proceso de enfardelamiento del fardo funerario 378 de Wari Kayan, es el título de esta animación 3D muy bien conseguida y que nos muestra dicho proceso. En el video, se usan los mismos fardos que podemos ver bajo las vitrinas, es decir, las tenemos en vivo y en digital. ¿Se puede pedir algo más? Solo queda decir que nunca antes la muerte nos había parecido tan sagrada, colorida y armoniosa.
La gente bailaba sobre las Líneas
Ingresamos –esta vez acompañados por un grupo de colegiales de primaria– a la tercera sala donde se exhiben las famosas Líneas de Nazca a través de fotografías en blanco y negro, registros hechos en video y mapping (proyección digital sobre un relieve real). “Es una cultura enigmática, sí, –continúa Cecilia– por la fama que han tenido, por la asociación y por el no poder explicar de alguna manera cómo se hicieron. Pero a la hora que das a conocer y explicas la estructura de estas pampas y cómo fueron intervenidas, entonces todo el mito y la relación con lo sobrenatural se cae. Porque esta gente fue quien hizo las Líneas de Nazca. Imagínate un huayco gigante que viene desde las montañas en algún momento del periodo glaciar y cubre todo el valle medio. Y no pasan porque hay una cordillera costera que las retiene. La composición de estas pampas tiene dos niveles principales: la que está en el nivel inferior que es una arenilla amarilla y encima tienes un cascajo oscuro que se ha ido oxidando por la temperatura que viene de los cerros. Entonces, a la hora que haces una línea se expone la capa amarilla de abajo. Además, es un territorio donde no llueve. Por ello, las líneas se han mantenido al tiempo”.
Sobre las Líneas de Nasca el arqueólogo Hernán Amat Olazábal nos cuenta: “Ahí están los cuatro elementos propiciadores del agua: el mono, la araña, el colibrí y la orca. ¿Qué es el colibrí? Considerada un ave mágica, es propiciadora del agua. Apenas llegada la primavera los colibríes comienzan a aparecer: signo de que ya llegan las lluvias. Como esa zona es árida, los Nasca siempre están pensando en captar el agua a través de las crecidas de los ríos y por eso construyen canales subterráneos y captan la filtración del río Nazca, por ejemplo. También está el mono con la cola enrollada. En la selva, cuando los monos aúllan es lo mismo: ya vienen las lluvias. La tercera divinidad es la araña, o mejor dicho la tarántula, también propiciadora del agua. En la selva, cuando las tarántulas se comienzan a movilizar, también es signo de que vienen las lluvias. Había una interacción entre la selva, la sierra y la costa desde épocas muy tempranas. Finalmente, tenemos al dios Kon, que está muy representado en Nasca y que tiene forma de un gran pez: la orca. Era una de las divinidades más representadas desde Paracas y en Nasca se le representa en cerámica con profusión”.
Por otro lado, Cecilia Pardo añade: “El otro gran descubrimiento del proyecto Nazca-Palpa es que se han hecho estudios geológicos de la composición y de las pisadas humanas en la tierra. Estas Líneas eran constantemente pisadas. La gente bailaba ahí, consumía sus sustancias psicoactivas, tocaban la antara y el tambor, caminaba, entraba, salía. Eran lugares vivos. A diferencia de los moche que hacían sus templos gigantes porque mientras más grandes y altos más cerca de los dioses se sentían. Los Nazca no, ellos estaban concentrados en pedirles agua a sus dioses. Y el agua venía de abajo”.
Entramos a la cuarta y última sala de la muestra. Más cerámicas y tejidos; esta vez con diseños abstractos que no hacen otra cosa que recordarnos las numerosas corrientes artísticas a lo largo de todo el siglo XX. ¿Qué pintor moderno peruano será el que más se ha alimentado del arte Nasca? José Tola, podría ser.
Experiencia imprescindible, conocer la cultura Nasca nos permite, según las palabras del arqueólogo Hernán Amat, “afianzar nuestra identidad pues nosotros tenemos 12 mil años de tradición continua; para ello sirve la arqueología, sentirnos más peruanos porque la presencia del pasado se proyecta al futuro”.
Nasca se podrá visitar hasta el 15 de octubre 2017, de martes a domingo de 10 am a 7 pm (sábados hasta las 5 pm).
+ info: NASCA
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