Salim Vera, vocalista de Libido: “Estábamos hechos una mierda pero teníamos música”

© Sebastián Arévalo

Antes de llegar la fama, Salim conoció lo que era no tener un sol en los bolsillos, repetir hasta tres veces el colegio y pertenecer a un barrio con el que nunca se conectó. Superada una fugaz tentación religiosa (faltó poco para que fuese cura), la música se volvió todo en su vida y él de la nuestra. Estos y otros detalles acaban de ser presentados en Salim Vera. Biografía Autorizada (2018) , a cargo del novel escritor Francisco Palomino. Nos encontramos con él en la libreria Euromatex para que nos cuente sobre su todavía no definitiva biografía: una voz que forma parte del soundtrack de toda una generación. 

¿Cómo se dio este libro y por qué lo sacaron en este momento?
Fue una idea entre la Nave editores y Palomino. Ellos tuvieron la idea. Tuvimos varias reuniones durante cuatro meses en que hablábamos y hablábamos de toda mi vida. De la niñez a la adultez. Me pareció una buena idea para que así se conozca quién soy y de dónde vengo. Porque muy pocos lo saben. Siempre me alucinan como el pituco, como el blanquito con plata. La sociedad está llena de prejuicios.

Todos te tomábamos que eras un pituco con la vida arreglada. Y nos encontramos con el libro y hay otra historia.
Para mí no fue nada fácil el camino; no tenía por qué serlo tampoco. Tampoco el éxito es fácil ni lo va ser nunca. Simplemente tuve la suerte de encontrarme con las personas adecuadas y caminar juntos hacia un objetivo. Hemos ido perfeccionando el camino en esta carrera musical.

¿Qué te ha parecido ser biografiado?
Me ha parecido una experiencia liberadora. A todos en diferentes formas nos afecta la infancia y la adolescencia. A unos les afecta de una manera buena, a otros de una manera equilibrada entre el bien y el mal. Lo mío ha sido como una afección entre el bien y el mal de una manera nietzcheniana. Yo sigo luchando en contra de esos demonios del pasado. El no haber tenido un padre continuo ha generado en mí cierto requerimiento psicológico, entonces yo sigo en esa búsqueda personal del equilibrio individual.

¿Abordar tu juventud y relación familiar te resulto difícil que apareciera por escrito?
Obviamente hay detalles más privados que no se han puesto en el libro ni se pondrán en ningún libro, pero a grandes rasgos esa es mi vida. Es liberador contar tu vida.

En el libro se señala que no te gusta hablar de tu viejo vecindario: Barrios Altos.
Es completamente cierto.Todo lo que está en el libro escrito es cierto. No me gusta hablar de ese barrio porque simplemente no me gusta. Uno no tiene por qué verse en la obligación de quedarse con el drama o la nostalgia de aquellos años. Si esa nostalgia y ese drama fue una desafectación más que una virtud... Yo no estoy a favor de las personas nostálgicas o dramáticas. Por eso no le doy más importancia; soy una persona más pragmática, más objetiva que vive el presente. No creo que a la nostalgia se la deba respetar. La gente es muy fatalista y yo no soy así. Soy alguien directo ahora.

También repetiste el colegio.
Si, repetí tres veces. Era una cagada el colegio, una completa basura.

¿Tenías la sensación de ser excluido en ese ambiente, de sentirte aislado?
Yo jamás he pertenecido a ese grupo. Yo sabía que era diferente a ellos. Yo nunca hubiera sido amigo de ellos ni hubiera tenido esa afinidad amical como la que tienen mis amigos que sí lo siguen siendo con todos los amiguitos del colegio. Yo sí me veía diferente a todos ellos. Yo los veía y me decía: “Estos tipos jamás van a ser mis amigos”. Y, en efecto, nunca lo fueron.

Fue duro tu paso por la educación pública.
Desde ese momento sabía que el colegio era una basura total. Que la educación era completamente estatal, pública, pobre, miserable, y sigue siéndolo. No han cambiado las cosas. Han pasado 35 años y sigue siendo exactamente igual a como estaba cuando yo estaba en esa época. Sigue siendo una basura completa. Esos jóvenes son un desperdicio. De ahí saldrán algunos talentos, pero los demás ¿dónde terminaran con esa educación? ¿a dónde te lleva esa educación? Yo no quería estudiar. A mí me daba igual si iba al colegio o no. Era lo mismo. Porque, para mí, lo más importante era la música y la lectura.

En el libro también se menciona que en tu casa materna podía ser que no hubiese comida pero nunca faltaba la música.
Eso nunca falto. Comíamos discos. Comíamos bastante música. Estábamos tristes, hechos una mierda, pero teníamos música. Y la música calaba, cala todavía. Sigo teniendo esos sentimientos emocionales cuando escucho una canción; porque poder sentir algo cuando escuchas una canción, eso es increíble; eso significa que todavía estoy dentro y que por más que lo quiera no puedo salir de lo musical.

De ese repertorio que fue tu juventud, ¿hay alguna canción que te acompañe o te lleve a otra época?
Ahora soy bastante de actualidad. No escucho tanto el pasado. Ni siquiera recurro a él. "La melancolía es la felicidad de los tristes", como dijo Víctor Hugo. Yo no soy un tipo melancólico. Disfruto el presente, no pienso en el pasado, no lo miro. El pasado fue una fotografía chévere y ya está guardada. Cuando hago cosas, las hago viendo el presente. Pero esas cosas se reflejan al futuro, es inevitable no pensar en el futuro. Pero, bueno, no me hago tantas paltas.

¿Qué fue de esa tentación a incursionar en la vida religiosa?
Incursioné completamente. Fui misionero comprometido casi listo para la preparación de lo que iba ser un estudio del adiestramiento para ser sacerdote. Me vieron con las aptitudes. Es más, yo era completamente creyente y practicante. Sin embargo, el mismo cuerpo se defiende, la mente se defiende contra lo que es falso y absurdo. La creencia en un Dios que nunca se manifiesta y que nunca habla. ¿Por qué creer en algo así? La fe no tiene sentido. Ya en ese momento yo me hacia esos cuestionamientos y esos cuestionamientos están prohibidos en la Iglesia. Cuestionarse de esa manera, leer libros filosóficos, puntos de vistas ateos están prohibidos. Porque descubres la verdad y te evades de la mentira. Yo me evadí de la Iglesia.

¿Fue difícil?
Fue difícil un par de meses, pero leía a Nietzsche por esa época. Yo soy ateo desde entonces. Un ateo radical incluso: siento un profundo desprecio por cualquier religión. El ser humano no debe tener religiones, deben ser abolidas completamente.

Sin embargo tienes una hermana melliza que siguió el camino contrario, es religiosa.
Si, y acabo de encontrármela hace poco. Yo la respeto. Ella considera que yo estoy equivocado y yo que ella está equivocada, es recíproco. Y nos metemos un toquecito de discusiones pero sin conflictos porque somos hermanos. Y le digo que si va seguir dentro de la Iglesia se rebele contra todos estos crímenes. Porque tenemos un Papa que si hace algo es muy sutil, muy pasivo. Encima tiene 200 cardenales mirándolo detenidamente. El tipo no puede ser libertario porque si no se lo bajan. La idea de Dios es la gran mentira que nos han metido para quitarnos la plata.

Ya en la vida secular…
Me meto de lleno a la música. Trabajo en Miraflores, en el cine Pacifico. Y, de paso, aprovechaba para quedarme a dormir en algunos lados, a conocer gente. Aprovechaba para gilear, para ir a la playa en verano, broncearme y juerguear también. Y, claro, yo no quería volver a casa. Mi casa era un desastre. Yo no quería volver allí. Quería estar en la calle como el protagonista de la película Los 400 golpes de Truffaut. Como ese chibolo era. Con él me identificaba.

¿Eres un cinéfilo?
No. Pero cuando veo algo bueno lo disfruto al máximo; tanto como una buena canción.

¿Cuáles han sido las cinco películas de tu vida?
Yo no clasifico así las cosas, jamás. Mi forma de consumir es como si fueran fotografías: la contemplo y la dejo. Para mí no tiene importancia. Al menos que haya calado de manera significativa. Pero nada casi nada cala significativamente.

¿Pantalla grande, Polvos  Azules o Netflix?
Todo. Si quieres Hitchcock, Netflix. Y hay algunas series buenazas como Dark, y otra que vi fue Luis Miguel. Estuvo muy buena, una historia parecida a la mía. Aunque no tanto, él sí tuvo al papá pero de manera radical. Estuvo jodiendo a su hijo todo el tiempo.

Sigues el género, ¿te gusta el cine musical, sobre cantantes?
Si veo las biografías de Los Ramones, de los Sex pistols, de Smiths. Smiths es una de mis bandas de cabecera, una de tantas. Y fui a ver una de Iggy Pop, muy buena. De hecho, yo he cambiado con el tiempo. Mi forma de ser músico en la actualidad se basa en mi propia referencia, utilizo mi propia forma de ver la música. No observo a otra persona. No hago ese tipo de ejercicios; eso lo hacía de joven. Ahora que soy viejo no tiene sentido. Para mí no tiene sentido mirar a otro músico para hacer mi música.

La juventud es el descubrimiento de la música, en que todo es nuevo y abundan los ídolos y referentes.
Te llenas de ídolos, lo cual es normal en ese contexto. Cuando creces ya no es normal.

¿Se caen los ídolos?
No se caen, solo los guardas y los pones en su sitio. Ya no los miras, ahora te miras a ti. Te creas y te conviertes en ídolo tú mismo, te crees. ¿Cómo crearon ellos entonces? ¿cómo Morrisey es Morrisey? Morrisey no te dice “cópiame”, te dice “se tú mismo”. Yo soy Salim Vera no Tom Yorke ni Beto Cuevas. Soy Salim.

¿Y quién es Salim en este viaje por la música?
No podría definir quién es Salim pero solo sé que soy yo.

Cuando aparece En esta habitación con un sonido muy contemporáneo hace que muchos miren a la música tanto dentro como afuera. Y saltan a la celebridad.
Yo, de verdad, no me acuerdo de esa época. Solo que quería cantar ante miles de personas y, si tenía que cantar canciones chéveres y pegarlas ante el público, tenía que hacerlo. Lo demás era por añadidura. Mi único objetivo era tener a 20 mil personas mirándome en el escenario. Ese era mi objetivo.

Y cuando eso ocurre, ¿qué sientes?
Siento la realización absoluta. Me siento conectado con ese ámbito. Yo soy para ese público y ese público para mí. Debo vivir de esa manera: tocando para miles de personas. Y no ha parado el asunto, sigo haciéndolo. Esa experiencia sigue siendo igual: no envejece con los años.

¿Ha habido bandas contemporáneas que te interesen?
Hay miles. Si quieres te muestro mi Spotify. Paradise, por ejemplo, es increíble. Y es francés. Cuando oigo a la gente decir que la música del pasado fue mejor, eso es completamente estúpido, a menos que la música sea solo Radiohead o Nirvana. Entonces, es escaso ese cerebro que lo cree. La música avanza a través de los años, continúa habiendo bandas, continua haciéndose música. Claro, no va ver otro Oasis, nunca va ver otro Radiohead, y yo soy un músico explorador. Yo ya no escucho Radiohead. Esa es una banda del pasado. En la actualidad hay cientos de canciones buenazas y las disfruto como disfrutaba el Ok computer de Radiohead. Fue una buena fotografía del pasado, pero que ya no afecta nada en mí. Si lo escucho ahora lo apago y lo guardo porque esa música ya no me pone. Esto que digo puede sonar como una afrenta para algunos. Y eso me da risa. Ese pensamiento obsoleto. Yo escucho la mejor música de la actualidad con 16 soles del Premium de Spotify. Hace 4 años que estoy con ello y, si uno quiere buscar música nueva, por ahí es un buen camino. Todos los días hay música, todos los días se crea una canción en el mundo.

¿Hay una banda peruana joven que te haya atraído?
Acá en Lima, bah, nada. He escuchado Plutonio de alto grado y no me gusto. No, si hay una banda con carácter, quisiera saber cuál es porque no veo ninguna con carácter propio aquí en Lima. Que alguien me la enseñe, por favor. Deseo, quiero ver. Todo lo que veo es copia o puros tributos, o bandas que suenan exactamente igual a otras. Yo no me fijo. Si quiero ver una banda de rock o indie tiene que ser una banda con propiedad.

¿Tuvo mucho acceso tu biógrafo a ti?
Ha tenido todo el acceso. De seis de la mañana a seis de la tarde. Toda la noche con sus pausas para ir al baño. Nos hemos tratado como patas. Tuvimos un vínculo de buena onda para poder entendernos y poder fluir, para tener toda la información y pueda reeditarla como él quiera. Como consecuencia, nos hemos hecho amigos.

Tu biógrafo tiene una banda.
Tiene una buena banda, compone bien, tiene buenas canciones. Hay carácter pero le falta quien lo dirija.

¿Qué se necesita para tener una banda con carácter? 
Necesita personalidad propia. Necesita carácter propio. Necesita canciones propias. Ideas propias. Necesitan ser ellos. Necesitan algo que ejerza que la gente se quede pegada. Eso necesita esa banda. Hay alejarse de todas las referencias, de los demás. Necesitan amor propio y creérsela. Eso es otro tema acá. Hay un aporte de la sociedad que piensa que creérsela está mal, y a mí me da risa eso. Obviamente tienes que creértela.

¿No es el mal peruano presente el vivir con la tentación del fracaso permanente? 
Por eso digo que la melancolía es la felicidad del triste. Parece que vivimos en una eterna melancolía. Siempre tenemos que ser perdedores, siempre tenemos que ser fracasados, humildes. Pero ¿cuándo vamos a ganar, cuándo vamos a ser felices? ¿Cuándo vamos a estar vivos y salir y decir aquí estoy? ¿Cuándo? 

¿Tú siempre te la creías?
Claro, yo siempre me he sabido bueno. Y eso no es un problema ni falta de humildad. No es arrogancia ni soberbia: eso es ser tú. Yo soy bueno haciendo lo que hago. Soy buen cantante y buen performance. Eso no es ser malo, es ser bueno. Pero acá esta la idea de que el ganador es un arrogante y soberbio.

¿Es la envidia nuestro mal?
Es la envidia, y no es mi culpa de que tú estés allí o yo aquí. Yo tengo la culpa de estar donde estoy, donde yo quiero estar. Si tú quieres estar allí no es mi problema. Así de clara es la cosa. Así que yo no quiero ser como tú.

Ganaste el Mtv y llega un momento especial para el Perú. De repente, Libido nos enseñó qué era ganar.
Parece ser que el peruano siente la necesidad de ver a alguien que ponga el nombre del Perú en alto. Creemos en los héroes todavía.

¿No es chauvinista eso?
Definitivamente. A mí no me gusta que se apropien de mí. Por un lado, son muy patriotas, pero, cuando las cosas van mal, dejan de serlo. Aquí se vive mucha doble cara. Pero, cuando te ven que eres la voz de la patria, esa ya es una responsabilidad… siempre he pensado que el peruano consume mucho lo extranjero. Y hay problemas de identidad ahí.

¿Has pensado en la emigración en algún momento?
Alucina que sí lo he pensado. Pero no lo pienso tanto como para concretarlo. Quizá en algún momento. Cuando este viejo. Quizá. He visitado alguna ciudad y tanteado cómo va por ahí, pero más adelante. 

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