Hans Alejandro Herrera | 17.01.2018
Artículo escrito por Hans Alejandro Herrera
Hablar de pintura y mujeres en la escena pictórica peruana es hablar de grandes nombres que han sabido imponer su presencia a base de duro trabajo y la exploración de nuevas vertientes en el lenguaje. Algunos casos emblemáticos son Julia Navarrete, decana de la pintura, o Luz Letts y su inventiva figurativa de contundente suavidad.
En esta ocasión, se reunieron tres artistas jóvenes para darle una bocanada de aire fresco a la pintura limeña. Ellas son Michelle Magot, Michelle Prazac y Valeria Ghezzi. Su encuentro se produjo para presentar Pintura / Pintura, una muestra colectiva en Galeria Forum, que las convocó para cerrar su año 2017. Las tres pintoras tienen muchas cosas en común. Para empezar, las tres pertenecen a una misma generación y además han compartido los mismos maestros durante sus residencias de formación artística en la Escuola Lorenzo de Medici en Florencia, Italia (periodos en los que, curiosamente, ninguna de ellas coincidió). Y desde un punto de vista conceptual, las tres pintoras comparten una especie de espíritu común de trasfondo, reflejado en el uso de un lenguaje abstracto un tanto académico, pero que no acaba de reducir su sensibilidad, sino más bien la enmarca.
Michelle Magot (Lima, 1978) nos cuenta que es de las pintoras que a fin de año se dedica a hacer la limpieza general de su taller, lavar pinceles, caballetes, etc. En su proceso creativo deja macerar un poco las experiencias antes de atacar el cuadro. “Soy más de planificar”, nos cuenta, “anoto alguna idea mientras pienso y busco que materiales emplearé”. Por su lado, Valeria Ghezzi (Lima, 1974) nos explica que cuando pinta emergen palabras en sus cuadros. “Me vienen palabras a la mente y las plasmo. A veces son poemas que compongo mientras pinto y terminan formando parte del cuadro”. Las dos son jóvenes, emergentes y su trabajo es la manifestación de una carga vital que se unifica y se diferencia.
Tres lenguajes en un mismo idioma
Pintura / Pintura trasmitía una coherencia poco habitual en una muestra colectiva. Por un lado, los trabajos de Ghezzi, un tanto más rica en diversidad (que van desde líneas borrándose hasta un díptico de lo que pareciera un amanecer estallando en manchas coaguladas de sangre), aporta la presencia conceptual del lenguaje. El uso de interjecciones como un “Ja!” o un “Oh!”, salpicando sus cuadros reiteradamente, manifiesta la relevancia en ella de lo verbal como recurso visual, llevando al espectador a ver y leer el cuadro, en un vaivén que lo lleva del exterior al interior a través de las palabras.
“Yo cuando escribo un correo”, nos confiesa Valeria, “me puedo pasar minutos escogiendo y repensando una misma palabra. Leyendo y releyendo las posibles interpretaciones que pueda sacar el que lo lea”. Y exactamente esto pasa cuando una misma palabra es trasladada de un campo de color a otro. Su empleo como recurso conceptual en sus cuadros hace de las palabras algo menos accesorio y cada vez más sustancial a medida que se observa por largo tiempo.
Por su parte, Michelle Prazack (Lima, 1977) posee la rara tranquilidad de los lagos dormidos en sus trabajos tridimensionales, más estrictamente geométricos y de espacios desolados, donde asoman unos sentimientos contenidos por la línea recta y a la vez en movimiento. Hay en ella un juego de colores y materiales distintos, superpuestos unos sobre otros, como si fuesen unas multiplicidades de un ser a punto de emerger. Se podría leer en sus pinturas un sutil juego con el espacio, abierto siempre a subjetivas interpretaciones, porque al igual que sucede en los lagos dormidos, uno puede mirar su superficie, pero nadie sabe que hay sumergido en ellos.
Se puede decir que en la obra de Michelle Magot hay algo de búsqueda inacabada de lo incompleto. En sus cuadros el color es una presencia intensa, con predominancia de unos azules electrizantes que tienen toda la carga contenida de la emoción. Como de alegrías rabiosas y llantos a carcajadas. Magot consigue un efecto visual poderoso que, sin embargo, no desentona con el resto de la colectiva, le da cierto dinamismo casi volátil que pareciera ser un salto más de las emociones interiores del conjunto.
Como nos dijo Magot: “El momento en que estoy trabajando es el momento más auténtico, un momento de entrega”. Y queda patente con solo ver sus cuadros, que parecieran quedarle chicos a veces y en otras ocurre lo contrario, genera la percepción de que el cuadro crece en presencia al punto que pareciera llenar la sala.
Pintura / Pintura fue la demostración del poder creativo de estas tres artistas peruanas, donde quedó patente también el acierto en la curaduría de Luis Lama. Una inspiradora muestra colectiva para poner punto y final al 2017 y empezar este 2018 con grandes expectativas.
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