Luis Francisco Palomino | 19.12.2018
“Váyanse todos a la concha de su madre”, grita Carlos García (a.k.a. Charly o txarly) en el más reciente álbum de Diazepunk, Pop (2018), lanzado hace unos días a través de diversas plataformas musicales. El disco contiene once temas y, desde mi punto de vista, ofrece dos posibilidades de escucha. La primera es la más común en nuestros tiempos, oír cada track independientemente del otro. Así destacan los punteítos melódicos del Gutty en Pensando en ti –lo más parecido a Diazepunk (2012), última producción del grupo– y la colaboración de La Mente en El baile de los muertos. Estas dos funcionan como singles. Pero el disco también puede oírse como una unidad, relacionando sus versos de inicio a fin.
Somos la banda
A estas alturas se sobreentiende que un CD de punk no llamará la atención por su innovación: los músicos se limitan a la caja de herramientas del género (y, bueno, los Ramones ya lo inventaron todo…); sin embargo, Pop sorprende en el primer asalto con Somos la banda. Luego de unos redobles de batería, los sintetizadores anuncian la incursión de DZP en sonidos más afines al presente local, digamos: Somos la banda es una solicitud de amistad a la escena indie de Lima, una canción candidata a la rocola de Popeyes.
Desde su título, este Pop es sugerente y provocador para el circuito punkeke local, donde lo "comercial" se mira como a las bolsas de desperdicios que se amontonan alrededor de un Kentucky. Pero a Charly no le interesan los críticos de Quilca (recordemos que ha escrito sobre sus zapatillas Vans y sobre su sanguchería favorita), y ahora, a mi entender, presenta un poema gigantesco sobre las desventuras de un músico de la clase media de Lima, uno que se soñaba girando de México hasta Holanda.
No hay una historia cronológica, pero sí una premisa inicial: un grupo de amigos forma una banda. Luego, la narración es episódica: lucha contra los medios, la reafirmación de la vocación musical y el cuestionamiento a los rockeros pretenciosos. Quizás, Pop no fue planeada como una obra conceptual, fue un brote inconsciente, y eso la aproxima a un expediente de psicoanálisis.
Del medio es el mensaje a el medio es el problema
En el segundo tema, Llegamos aquí sin la radio, txarly canta:
Llegamos aquí marginados. Llegamos, nadie nos trajo […] Llegamos aquí sin la industria, llegamos abriéndonos paso […] Nuestro valor es la unidad, nuestro valor es el trabajo.
El ritmo es crudo, con una teba que avanza cual tanque y una lírica explícita, valiente. Si bien la mayoría de rockeros del país se queja en redes sociales por la programación de emisoras como Oasis y Oxígeno (plagadas de hits ochenteros y noventeros, de espaldas a las nuevas propuestas nacionales, “el parque jurásico de la música” dice txarly), se puede contar con los dedos a los que van más allá de su teclado y construyen un discurso mediante la música. Asmereir con su Asco a la radio, por ejemplo.
Por ello, la enunciación de la rabia contra los medios honra a los DZP y al mismo tiempo ennoblece su propuesta pues, por momentos, Pop excede lo autorreferencial y se transforma en una metáfora del artista relegado a la sombra por los imperativos comerciales, que es un espejo de Lima y sus habitantes.
Metáfora
En ese sentido, la letra de Asfixia, tercera canción –onda Foo Fighters–, es la hora del desengaño que les llega a todos los ingenuos que creyeron en el rock:
Nos mintieron al nacer, dijeron que todo estaría bien… Que las tormentas anuncian al sol, que el tiempo todo lo curó… Hicimos todo y lo hicimos bien, cumplimos con todo y cumplimos bien, y míranos ahora a los dos […] asfixiándonos.
Y otra vez los versos de DZP se elevan hacia una idea mayor, la del ser humano que crece en esta fiebre del emprendimiento –en la que todo depende de uno– y acaba decepcionado; es decir: en Pop, el músico es una representación del millennial peruano. En palabras de Charly: “No hacen bien esos rollos de ‘si no triunfas es tu culpa’ o ‘si no sales de esto es porque no te estás esforzando’; al contrario, hacen más daño”. Citado escepticismo se resume en un breve chiquipunk –hermano menor de Wirito– titulado Todo es mentira:
Desde el colegio todo era mentira, hoy en el trabajo es mentira también… Que con mi esfuerzo lo lograría… No es lo que haces, es a quién conoces…
Txarly observa su entorno con un juicio crítico ágil, pero a ratos se le oye castrado, como si no se atreviese a transparentar por completo su cráneo; no obstante, cuando se atreve, los lemas antisistema de Diazepunk crecen. En Súbele el volumen hay un “váyanse todos a la concha de su madre” que cualquier limeño encontrará necesario más de una vez al día:
Que debo ser más así y un poco menos asá, que mejor debo callar si no quiero quedar mal. Todos tienen que opinar y yo escuchar su opinión, me vale mierda en verdad, tengan o no la razón […] Me cansé de respetar, me cansé de sonreír, de trabajar sin parar solo para sobrevivir, de trabajar, de pagar […] de aguantar esta vida de mierda y encima tener que sonreír […] del líder, de ser mejor, del rollo emprendedor, de tanta publicidad que habla de un mundo mejor.
Y es como si DZP gritara eso en cada track: ¡Radios, váyanse a la cdsm!, ¡Emprendedores, váyanse a la cdsm!, ¡Políticos, váyanse a la csm!, ¡Mar de Copas, váyanse a la cdsm!, ¡Banditas indie, váyanse a la cdsm! Precisamente en Originales, txarly arremete contra los que venderían su alma por crear el Bohemian Rapsody de la década y a la vez defiende a aquellos que componen sin otra razón que la de expresar un sentimiento:
La calle extraña esa canción de amor y de odio a la que no le daba miedo sentir pasión. Todos quieren ser originales pero todos son igual de originales…
La pretensión robotiza, plastifica. Pregunto: ¿Cuándo nos volvimos tan exquisitos, tan acordes de los modos griegos y jónicos? Hay que escuchar más a Dylan, hay que escuchar a Daniel Johnston, a No Recomendable y ver menos BalconyTV. A bandas como Diazepunk solo se les puede exigir que digan lo que otras callan, que sus canciones describan la realidad sin sensiblerías ni resentimientos tópicos. En síntesis: una dosis de verdad. Y este Pop cumple con ello. A su manera, es un manifiesto y una reivindicación del camino de los rockeros en el Perú.
Denle varias vueltas al álbum y dejen de pedir NID en los conciertos.
Spotify: POP
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